Vaticano califica como «graves violaciones de la dignidad humana» la teoría de género, el cambio de sexo y la eutanasia

En un documento oficial titulado "Dignitas Infinita", la Santa Sede denuncia que la "ideología" de género busca imponer un pensamiento único en la educación de los niños y negar la diferencia "más bella y poderosa" entre los hombres y las mujeres: la reciprocidad de la pareja varón-mujer. Además, asegura que la eutanasia es "una ofensa objetiva" contra la dignidad: "La vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre", señala el documento.

Tras cinco años de discusión interna, el Vaticano finalmente publicó este lunes el documento titulado Dignitas Infinita, a través del cual busca aclarar ciertos «malentendidos» que circulan sobre la visión de la Santa Sede respecto de la dignidad humana.

El texto fue publicado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el órgano eclesiástico encargado de promover y tutelar el dogma de la Iglesia Católica, y aborda temáticas como el cambio de sexo, la teoría de género, la maternidad subrogada y la discriminación a la comunidad LGBTIQ+.

Respecto a esto último, el documento señala que «toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad» y condena «que en algunos lugares se encarcele, torture e incluso prive del bien de la vida a no pocas personas, únicamente por su orientación sexual».

También se señala que «la idea del matrimonio gay con la propia eliminación de las diferencias no parece aceptable», aunque califica como «doloroso» que existan católicos que defiendan el encarcelamiento de personas «por el solo hecho de ser homosexuales».

Sobre la teoría de género, el documento plantea que la vida humana es un don de Dios «en todos sus componentes, físicos y espirituales», por lo que «querer disponer de sí mismo, como prescribe la teoría de género, sin tener en cuenta esta verdad fundamental de la vida humana como don, no significa otra cosa que ceder a la vieja tentación de que el ser humano se convierta en Dios».

«La teoría de género pretende negar la mayor diferencia posible entre los seres vivos: la diferencia sexual. Esta diferencia constitutiva no sólo es la mayor imaginable, sino también la más bella y la más poderosa: logra, en la pareja varón-mujer, la reciprocidad más admirable y es, por tanto, la fuente de ese milagro que nunca deja de asombrarnos que es la llegada de nuevos seres humanos al mundo», agrega el texto.

Además, se señala que «esta ideología presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Por tanto, resulta inaceptable que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños».

En esa misma línea, la Dignitas Infinita condena el cambio de sexo, considerándolo un atentado «contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción», y se llama a «custodiar nuestra humanidad (…), aceptarla y respetarla como ha sido creada».

Eutanasia y maternidad subrogada

El documento del Vaticano también alerta sobre las políticas de «muerte digna» que están ganando terreno en países desarrollados, y advierte que «ayudar al suicida a quitarse la vida es una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo».

«La vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, que no puede perderse y cuyo respeto permanece incondicional», agrega el texto.

Sobre la maternidad subrogada, el Vaticano advierte que se trata de una práctica «deplorable» que «ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre».

«El niño tiene derecho, en virtud de su dignidad inalienable, a tener un origen plenamente humano y no inducido artificialmente, y a recibir el don de una vida que manifieste, al mismo tiempo, la dignidad de quien la da y de quien la recibe (…) El deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse en un “derecho al hijo” que no respete la dignidad del propio hijo como destinatario del don gratuito de la vida», agrega.

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