Los felinos se comen más de 70.000 animales nativos al año

Australia crea un muro contra los gatos salvajes

Gracias a los gatos que una vez fueron domésticos y ahora son salvajes, el país oceánico tiene la peor tasa de extinción de mamíferos del planeta

Por Isailen Piñango

03/07/2018

Publicado en

Animales / Medio Ambiente

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El Australian Wildlife Conservancy (AWC) ha decidido aplicar un método “tipo Donald Trump” para revertir la situación invasiva de gatos salvajes con una valla electrificada de 44 kilómetros, la más larga del mundo.

Con esta medida, Australia intenta recuperar sus especies en extinción que han sido devoradas por los felinos que llegaron durante los siglos XVIII y XIX  de la mano de colonizadores europeos.

Esta modificación de la biodiversidad ha hecho que el antiguo gato doméstico, ahora gato salvaje se convierta en el depredador de los marsupiales pequeños y especies en extinción, dejando pocos especímenes para su reproducción.

Los 50 o 60 felinos que quedan en la zona se comen más de 70.000 animales nativos al año”, advierte el director ejecutivo de AWC, Atticus Fleming.

Un estudio de la Universidad de Queensland asegura que los gatos han invadido el 99,8% del territorio australiano. Son tan voraces que necesitan más de mil presas al año para subsistir. Junto a sus cómplices, los zorros, son los responsables de que mueran anualmente millones de especies nativas. «Es la razón por la que Australia tiene la peor tasa de extinción de mamíferos del planeta», advierte la AWC en su web.

Características del cerco

El cerco eléctrico de 44 kilómetros bordea el santuario de vida silvestre de Newhaven (centro del país), que ocupa 94 kilómetros cuadrados, siendo la mayor área libre de gatos salvajes de Australia.

La medidad permitirá repoblar especies ancestrales como el bilby, el numbat o el mala. La mayoría son marsupiales carnívoros del tamaño de un gato que suelen ser sus presas.

Además, especies en estado crítico se reintroducirán en 2019 en el santuario silvestre de Newhaven. Entre ellas, el wallaby de patas negras, el bandicoot dorado o el quoll occidental. La mayoría sufrieron la depredación ganadera de los colonizadores europeos, que importaron especies del Viejo Continente sin medir las consecuencias sobre la fauna del nuevo hábitat.

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