Si bien es habitual verlos en gran parte del territorio chileno, las liebres y los conejos no son animales nativos de nuestro país. Ambos llegaron hace más de un siglo y durante todo este periodo han tenido nuevos focos de introducción, más específicamente, la liebre europea, que sólo había sido detectada hasta Copiapó, y que ya alcanzó el Desierto de Atacama.
Un estudio realizado por el investigador del Centro de Estudios de Vida Silvestre de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile, Gabriel Lobos, junto a Nicolás Rebolledo, titulado “Invading extreme environments: status of the invasion of the European hare Lepus europaeus in the Atacama Desert and the Andean highlands of the Southern Cone of South America”, revela que la Lepus europaeus se ha distribuido ampliamente por todo el Cono Sur de Sudamérica, incluyendo estas zonas extremas en Chile, ambientes donde se imponen serias restricciones a la biota.
«En la zona norte, hasta la década de los años 2000, el río Copiapó era el límite norte de la invasión de la liebre, se habían quedado en una zona todavía mediterránea, y no habían avanzado hacia más al norte, donde hay ambientes más áridos», asegura Gabriel Lobos, quien, aunque su especialidad es la herpetología -rama de la zoología dedicada al estudio de anfibios y reptiles-, en sus viajes al norte empezó a descubrir fecas de liebres europeas en el desierto y el altiplano, llevando registros de ellas.
Los daños que pueden causar
En la zona sur del país es claro que la invasión de conejos y liebres han provocado un desequilibrio en la naturaleza, pero en el norte podría llegar a ser aún más grave, señala Lobos, debido a que estos ecosistemas son semidesérticos.
«Por lo tanto, este tipo de ambiente se caracteriza por tener poca vegetación, pero vegetación que en gran parte es rica en endemismo y obviamente estas liebres comen vegetación, por lo tanto, alteran la estructura de la composición de estas formaciones vegetales. Pero por otro lado, y es lo que creo que hay que estudiar, porque no lo sabemos, sin duda que debe competir con otros herbívoros», argumentó el investigador.
«En Magallanes se sabe bien de la competencia de las liebres, de los conejos, por ejemplo, con las ovejas, porque allá los ganaderos se dan cuenta que le compiten a las ovejas en cuanto a lo que comen, pero acá en el norte no sabemos y resulta que acá tenemos especies que son bastante sensibles y que están muy amenazadas, como son por ejemplo las chinchillas», explica el profesor Lobos.
«En el norte tenemos en los ambientes más de altura una chinchilla que es la de cola corta, chinchilla chinchilla se llama, mientras que las zonas más costeras tenemos a la chinchilla de cola larga, que es la chinchilla lanígera. Ambas están en peligro crítico y están en lugares que son muy, muy secos, en quebradas donde hay la mínima vegetación para que estas poblaciones se establezcan ahí», detalló el académico de la U. de Chile.

Sobre las medidas para erradicar y evitar su expansión geográfica, el experto señala que «en general, la liebre no ha sido percibida tan dañina como el conejo, cosa que aún no se sabe, y no ha habido más medidas más que la caza».
«En algunos años se ha fomentado la exportación de la carne, por ejemplo, de liebre. Sí ha habido más acciones para su pariente cercano que es el conejo, que aparte de la caza, de la captura, se han utilizado algunos virus como la mixomatosis, que es un virus que declina, pero así fuertemente, las poblaciones de conejo, entonces se han hecho muchas más experiencias con control de conejos que con liebres. Y por eso es importante también ver qué efecto podría tener la liebre en estos ecosistemas», puntualizó.
Finalmente, el estudio también revela que hay una alta asociación de la presencia de liebre con canales de regadíos.
«Entonces, ¿qué significa eso? que los canales de regadío, en esta zona sobre todo, son sinónimos de agricultura. Entonces ahí la liebre sin duda que puede tener un impacto económico importante en todas estas zonas que se hace agricultura en el norte. Nosotros hemos visto ya que la invasión de la liebre está por toda la cuenca del río Loa, estaba en la cuenca del río Yuta, Azapa, del río Copiapó, del río Tana, que está ahí al norte de Iquique, entonces, son todas zonas que tienen agua y, por lo tanto, se desarrolla agricultura».
En ese sentido, aunque es un peligro inminente para la flora y herbívoros endémicos del país, la expansión de la liebre también ha significado un animal más para la alimentación de los animales carnívoros.
«Hoy día, en Chile central, con el cambio del uso de la tierra, con la pérdida de hábitat, con el cambio climático, la sequía, han empezado a desaparecer las presas para estos grandes carnívoros como los zorros, los pumas, pero si tú analizas la dieta de los zorros, por ejemplo, el zorro culpeo, también del mismo puma, el mayor componente son liebres. Entonces, ellos han ido cambiando su nicho trófico y adaptándose a esta especie invasora», sostiene Gabriel Lobos.
El investigador asegura que «si tú me dijeras si yo pudiera sacar todas las liebres de una, probablemente generaría un impacto significativo hacia arriba en esta cadena trófica. Entonces, por lo tanto, es esperable que, con el tiempo, porque no es inmediato, los predadores nativos del Desierto de Atacama y el Altiplano, van a conocer a esta nueva presa y la van a empezar a incorporar como parte de su dieta».
«Sin embargo, es necesario mantener su monitoreo y tomar acciones en el caso de que ingrese a áreas de especies sensibles como lo son chinchillas u otros herbívoros altamente adaptados a estos ambientes extremos», cerró el profesor de la U. de Chile.

El Ciudadano