1.000 embarcaciones transitan por su zona de alimentación

Nature: Empresas salmoneras que operan en Chile ponen en riesgo de extinción a ballenas azules

entre Puerto Montt y Taitao, lugares preferidos por las ballenas azules para alimentarse, se registra un tráfico que puede llegar diariamente a las 1.000 embarcaciones de todo tipo, y de ellas, hasta 700 están asociadas a la actividad acuícola ampliamente desarrollada en la zona, lo que amenaza la conservación de esta especie clasificada como "en peligro" de extinción.

Por Valentina Zambrano

03/02/2021

Publicado en

Animales / Chile / Medio Ambiente / Portada

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Una investigación científica advirtió sobre la creciente amenaza de colisiones de embarcaciones con cetáceos en uno de los principales lugares de alimentación de ballenas del Pacífico Sur Oriental.

Según los datos obtenidos, entre Puerto Montt y Taitao, lugares preferidos por las ballenas azules para alimentarse, se registra un tráfico que puede llegar diariamente a las 1.000 embarcaciones de todo tipo, y de ellas, hasta 700 están asociadas a la actividad acuícola ampliamente desarrollada en la zona, lo que amenaza la conservación de esta especie clasificada como «en peligro» de extinción.

La referida investigación fue publicadas esta semana en la prestigiosa revista científica internacional Nature con el título: “Definiendo áreas prioritarias para la conservación de la ballena azul e investigando la superposición con el tráfico de embarcaciones en la Patagonia chilena, utilizando un modelo de movimiento de ajuste rápido”.

Este artículo plantea que luego de años de incesante seguimiento a varios de los especímenes de ballena azul, la investigación guiada por el Dr. Luis Bedriñana-Romano, obtuvo un catastro sobre su travesía en busca de alimento.

El estudio arrojó que la zona entre Puerto Montt y Taitao es el espacio marítimo predilecto del mamífero más grande del mundo para alimentarse y cuidar a sus crías en sus primeros años de vida.

Al detectar el recorrido de la ballena azul en la zona, el proceso de investigación biólogo marina se torna hacia el análisis de la conservación de esta especie en el territorio nacional, resultando en que el golfo en el que esta especie se alimenta y desarrolla, está siendo transitado por un alto flujo de barcos que -en su mayoría- pertenecen a empresas agropecuarias, las cuales ponen en peligro las vidas de los cetáceos.

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Según indica Bedriñana-Romano “Sabemos dónde están las ballenas, pero también sabemos que su población total es muy baja en esta zona. De hecho, según nuestras investigaciones, alcanzarían entre 200 y 700 individuos, por lo que cualquier incidente de colisión y muerte de estos animales representa una amenaza real a su conservación”.

El científico en jefe de la investigación también advierte lo grave de la situación, explicando que “si muriera una ballena azul cada dos años por causas antrópicas, la tasa de recuperación de la población se vería seriamente afectada y amenazaría su recuperación”, advierte.

La compleja travesía de la ballena azul en su hábitat en sus primeros años de vida se puede ver aún más gráficamente en la animación publicada por el Centro Ballena Azul, la cual está realizada a partir de registros satelitales que hacen seguimiento de los movimientos de un ejemplar en el Golfo de Ancud luchando por alimentarse y las embarcaciones de la zona entre el 22 de marzo 2019 al 29 de marzo 2019.

Las rutas de las embarcaciones vistas en la animación están basadas en los registros oficiales de SERNAPESCA, los cuales pudieron ser obtenidos por la Fundación Ballena Azul hace menos de un año.

El biólogo marino que guía la investigación explicó para el medio Aqua.cl que se pudo obtener esta información “gracias a una modificación legal que promueve la transparencia en el uso de datos para el mejor desarrollo de políticas públicas, lo que resulta de gran relevancia para nosotros como científicos”.

¿Qué atrae a esta zona a la Ballena Azul?

El Dr. Hucke-Gaete, coautor del trabajo, investigador asociado del Programa Austral Patagonia y profesor de la Universidad Austral de Chile explicó para la plataforma de Fundación Terram que, la principal fuente de alimentación del gigante cetáceo es el kril, un Conjunto de pequeños crustáceos marinos de diversas especies que forman parte del plancton.

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“Las ballenas azules comen krill, animales diminutos presentes en gran parte del océano. Pero para que la alimentación sea adecuada debe haber una gran concentración de estos animalitos, lo que ocurre en lugares puntuales donde hay gran productividad primaria y también variaciones de temperatura específicas (frentes termales) que ayudan a agruparlos”.

Según Gaete, la alimentación para las ballenas es un proceso que requiere de mucha energía y su completa concentración: “las observaciones de campo que hemos realizado indican que cuando las ballenas azules comen, prácticamente sólo le prestan atención a esta actividad. Esto las hace más proclives a ser chocadas por embarcaciones y particularmente durante la noche, cuando, según otras investigaciones, las ballenas se encuentran en promedio más cerca de la superficie producto que su alimento también sube a la superficie”.

Este último indicio justificaría aún más la razón del peligro que conlleva el tráfico marino en las zonas que comprenden varios lugares de la Patagonia Chilena como el Golfo de Ancud, Reloncaví, en la boca del Canal Moraleda, en la parte oeste de Chiloé y, se cree, también en la zona de bahía Adventure.

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La alerta es aún más grande considerando que desde la ley, el hábitat del mamífero en peligro de extinción no está protegida, por lo que no hay nada que detenga a las más cerca de 1000 embarcaciones diarias que ponen en peligro de coalición y enredamiento a las ballenas.

Hucke-Gaete por su parte hace un llamado a las autoridades a usar esta información y trabajar en conjunto con la comunidad científica para implementar medidas de protección adecuada.

“Llevamos 16 años marcando ballenas -plantea-, pero pese a esto la investigación científica va muy por detrás del avance de sectores productivos como la salmonicultura o el tráfico de embarcaciones turísticas y de carga. Por ello necesitamos aumentar considerablemente el esfuerzo de investigación para proteger a estas especies fundamentales en los ecosistemas de la Patagonia”.

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