El futuro de las salas de cine depende de los cineastas

Para Sam Mendes, el director de “1917”, hacen falta películas que necesiten ser vistas en la pantalla grande

Por Félix Eduardo Gutiérrez

20/01/2020

Publicado en

Artes / Artes Visuales / Cine

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Sam Mendes, reconocido cineasta, director de la laureada película “Belleza Americana”, logró con su más reciente producción “1917”, hacer un filme que rinde tributo y reivindica el cine tradicional, el de las salas oscuras y las grandes pantallas.

El realizador presenta una película que ha sido catalogada como “una hazaña técnica” y que es necesario ver proyectada en la gran pantalla de cine para poder disfrutarla a cabalidad.

Tras ganar el Globo de Oro, aseguró que se siente optimista en cuanto al futuro de las salas de cine: “Depende de los cineastas hacer películas que precisen ser vistas en la gran pantalla para que la audiencia sienta que si no la ve en una pantalla grande, se perderá (algo)”.

Con “1917” Sam Mendes rindió tributo a los combatientes de la Primera Guerra Mundial, incluyendo a su abuelo Alfred Mendes, a quien está dedicada la cinta. La cinta ya fue premiada con dos Globos de Oro (Mejor película y Mejor director), y tiene 10 nominaciones al Oscar.

Promoción oficial de «1917» de Sam Mendes.

Mientras sigan existiendo películas como ésta, serán necesarias las salas de cine, recalcó Mendes al hablar de la producción que no se puede, o mejor dicho no se debe ver en plataformas como Netflix.

“1917” puede ser tomada como una respuesta de los tradicionalistas en Hollywood y un recordatorio de la persistente importancia de la pantalla grande, puesto que verla de cualquier otra manera malograría su experiencia.

Si bien los protagonistas son dos, la cámara se convierte en un tercer participante de la historia. En un verdadero logro tecnológico y de la industria del cine.

Mendes y su director de fotografía Roger Deakins (“Skyfall”, “No Country for Old Men”) logran crear la ilusión de que las casi dos horas de la película fueron hechas en una sola toma.

No es una técnica nueva, películas como «Rope» de Alfred Hitchcock en 1948 y, más recientemente, «Birdman» (2014) de Alejandro Iñarritu han utilizado este tipo de tomas, escondiendo los cortes inteligentemente detrás de objetos o en áreas oscuras, con resultados impresionantes para los espectadores.

Sam Mendes, reconocido cineasta, director de la laureada película “Belleza Americana”, logró con su más reciente producción “1917”, hacer un filme que rinde tributo y reivindica el cine tradicional, el de las salas oscuras y las grandes pantallas. Foto: Reuters.

«1917» no es una excepción, y la cámara acompaña meticulosamente a los protagonistas por lentas escenas llenas de tensión en bunkers alemanes, así como frenéticas persecuciones por un poblado francés en llamas, llevando al espectador al medio de la acción.

Ayuda a vender esta ilusión el tenso silencio de la mayoría de las escenas, acompañadas en puntos esenciales por la banda sonora compuesta por Thomas Newman, colaborador habitual de Mendes.

La canción “Gehenna”, en la que el compositor logra una sobria melodía y con un sutil tono de amenaza, refleja perfectamente los sentimientos de los protagonistas en sus trayectos por las zanjas y la tierra de nadie. Es al final de esta canción que recién se eleva a un punto culminante, como presagiando un conflicto inmediato.

En una entrevista reciente, Mendes reveló que la cinematografía de la película tuvo como inspiración el ver a sus hijos jugar videojuegos en tercera persona como “Red Dead Redemption”, en los cuales la cámara siempre acompaña a los personajes.

Mendes, indudablemente, logra su objetivo, ya que “1917” parece sacada de un videojuego, con todo lo bueno y malo que eso implica.

La crítica especializada ha afirmado que en su misión para mantener su maestría cinematográfica, perdió oportunidades de ahondar más en las psiquis de los personajes a favor de presentar un indudablemente asombroso espectáculo, y al final de la cinta poco conocemos sobre quienes hemos acompañado por este trayecto, lo cual es una pena, porque hay actores verdaderamente buenos en la cinta, como Daniel Mays, Colin Firth, Pip Carter y Benedict Cumberbatch, quienes tienen fuertes, pero breves apariciones en momentos cruciales.

La película no se apoya demasiado en el poder de sus actores estrellas, dejándole el camino libre para que sus jóvenes protagonistas Chapman y MacKay muestren sus dotes actorales.

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