Aniversario Partido Humanista: 36 años de contumaz porfía

Cuando aquello de Silo y el Humanismo surgió, en Latinoamérica estaban en su cénit los grandes partidos nacionales que se disputaban el control del continente

Por Absalón Opazo

29/05/2020

Publicado en

Chile / Columnas / Política

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Cuando aquello de Silo y el Humanismo surgió, en Latinoamérica estaban en su cénit los grandes partidos nacionales que se disputaban el control del continente. Pero Silo y los suyos no se organizaron como partido ni pusieron como primera tarea la acción política.

Una década y media después, cuando las Dictaduras arreciaban en América Latina, los partidos estaban proscritos y buena parte de la izquierda cerraba la “renovación” que la transformaría para siempre, las y los humanistas decidieron constituirse como partido político, disputarle la legalización a una Dictadura y gritar a coro “¡Libertario, Noviolento, Socialista, Partido Humanista!”

En medio de la mayor crisis política, sanitaria y social de Chile, en medio del descrédito y la falta de legitimidad de los tradicionales partidos, y en medio de una verdadera moda de renuncias, quiebres y disoluciones de organizaciones, las y los humanistas se preparan para conmemorar 36 años del Partido Humanista. Es que son 36 años de una contumaz porfía.

Cuando en los sesenta todo el mundo estaba volcado a la acción política y militante, las y los humanistas dijeron que el cambio debía ser personal y social simultáneo, y que tan importante como la organización barrial, laboral y estudiantil, lo era la búsqueda espiritual y el trabajo interno. Surgía la contumaz porfía.

Cuando en los ochenta la desesperación ante la barbarie dictatorial llevaba a tantos a la lucha armada y la subversión cuasi-militar, las y los humanistas planteaban la noviolencia activa, la importancia de la organización y la posibilidad de arrebatarle al Dictador su propia legalidad. Así, entre toques de queda y temores, se legalizaba el Partido Humanista como primer partido de oposición y se asentaba la contumaz porfía.

Cuando en los noventa muchos de los antiguos revolucionarios se volcaron al mercado y convirtieron al crecimiento económico en la nueva revolución, las y los humanistas insistieron en la necesidad de un cambio profundo, en la importancia de la construcción de una alternativa y en la denuncia de la catástrofe ambiental que nos terminaría perjudicando a nosotros mismos. Se profundizaba la contumaz porfía.

Cuando en los años dos mil surgieron las luchas educativas en Chile, la candidatura humanista ya había planteado que el objetivo era la educación gratuita y la instalación de derechos sociales para todas y todos. Eran las vueltas de la vida: la antigua y contumaz porfía se volvía ahora discurso cotidiano en las calles y en las grandes avenidas.

En medio de la pandemia y ante el terror de enfermedad y la muerte, vuelve a escucharse que la educación, la salud y la vivienda son y deben ser derechos fundamentales, y su aseguramiento para todos y cada uno de los miembros de la sociedad debe ser la guía que oriente la acción de los países para con sus propios pueblos. Es lo dicho por años por las y los humanistas con contumaz porfía.

Y ahora, en que se multiplica la crisis de legitimidad y resulta fácil la verborrea contra los partidos en todas las instancias, las y los humanistas conmemoran con porfía un nuevo aniversario de su partido, del Partido Humanista.

Es que toda la porfía de 36 años tiene más sentido que nunca justo ahora, cuando pese a todo tiene sentido tener un partido, porque todas esas porfías de años valen la pena si logran impulsar un cambio que no se queda en la dimensión chica, que no se conforma con influir solo en lo más inmediato, que no se basta con ver que otros se hacen cargo de aquello que afecta a tantos.

Es que en medio de la crisis de legitimidad y de esperanza, de abandonos y renuncias, de conformidades con las cuales solo abocarse a lo inmediato y lo cercano, la mayor porfía es decir justo hoy en día que un cambio nacional es y será nuestra vía. Que no nos conformamos con menos que transformarlo todo y que para eso hay que organizarse y movilizarse desde el extremo norte hasta el sur, hay que tomarse los territorios y las instituciones, hay que articularse y formarse, hay que decir y hacer, hay que luchar y avanzar.

Hay que insistir y porfiar, pese a todo y contra todos, en que más temprano que tarde habrá que cambiarlo todo.

Es que son 36 años de contumaz porfía.

Por Ignacio Torres
Militante PH

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