Chile 2020: Entre el autoritarismo y la democracia

Por Roberto Mondaca Cortés, historiador y especialista en Relaciones Internacionales por la Universidad de Chile

Por Absalón Opazo

20/07/2020

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Por Roberto Mondaca Cortés, historiador y especialista en Relaciones Internacionales por la Universidad de Chile.-

Aplíquese este análisis a todas las demandas mayoritarias e incumplidas por los gobiernos desde la pos dictadura hasta nuestros días: Educación gratuita y de calidad, No más AFP, Derechos de las mujeres, Derechos de las disidencias, Derechos de los pueblos indígenas, Desprivatizar el agua, No más Isapres, entre muchas otras.

En la actualidad el designio democrático no se respeta. En las antípodas de la mayoría aparece un grupo de personas que constantemente pone escollos para que las decisiones de la colectividad sean ejecutadas. Argumentos sobran: “Se irán los inversionistas”, “esa política va a desincentivar el empleo”, “atenta contra la libertad”, son frases recurrentes de este segmento minoritario pero poderoso de la población.

Ellos estructuraron el sistema político en dictadura. Con el pasar del tiempo comenzaron a tener adeptos incluso en quienes fueron sus adversarios políticos. De manera gradual pero sostenida, la Concertación y la Alianza por Chile comenzaron a mimetizarse ideológicamente. En vez de acuerdos comenzaron a tomar decisiones de manera unánime, sin discusiones profundas, sin heterogeneidad de opiniones, y lo que es peor, a espaldas de la ciudadanía. Se conformaron en clase política convirtiéndose, con contadas excepciones, en un grupo homogéneo.

El trauma de la dictadura devino en poca participación política en espacios institucionales para la ciudadanía de a pie. El miedo a la persecución política y la obligación de parar la olla con poco, generaron una ciudadanía triste y obediente. El crecimiento económico de los 90’ y 2000, se debe a la sobreexplotación de los trabajadores: bajos salarios, poco tiempo de recreación y endeudamiento obligatorio.

Poco a poco los miedos al pasado dictatorial comenzaron a disminuir. A pesar de que aún se requiere coraje para la organización política, la participación en instancias de deliberación ciudadana aumentó y el anhelo de poder llevar a cabo reformas democráticas ha generado una respuesta airada de la ciudadanía ante determinadas medidas tomadas por la clase política.

De manera progresiva se llegó al 18 de Octubre de 2019. De ahí en adelante, un muro casi infranqueable de autoritarismo ha interrumpido el paso a la democracia ¿Lo podremos sobrepasar?

Esta pared es sustentada por una serie de profesionales que tienen una visión que desprecia lo que la ciudadanía propone. En esta labor, escindidos de un pensamiento político consciente, las y los economistas son formados desde una mirada ideológica funcional al establishment empresarial-neoliberal. Más allá de tener nociones de economía política o de algunas corrientes filosóficas críticas, la aplicación práctica del saber es llevado sin reflexión a corrientes neoclásicas y neoliberales, no aplicando de manera profunda otras formas en la búsqueda de resolver problemas sociales.

Los y las economistas, de manera mayoritaria, han vivido en la comodidad de reproducir un esquema económico servil al empresariado. Se han alejado de la valentía propia de la transformación social, y lo que es peor, de la democracia misma. Más que presentar caminos para concretar lo que la ciudadanía busca, dan sustento a la reproducción de un modelo de desigualdad. La misión debiese ser inversa: presentar posibles soluciones a lo que la sociedad mayoritariamente anhela.

La hegemonía de una mirada limitada de cómo actuar se devela también en la exclusión de otras miradas y saberes. En Chile existe el Know How de cómo hacer políticas de otra manera, sin embargo, la labor de esos profesionales no es tomada en consideración por la minoría que toma las decisiones, a quienes les es tremendamente funcional el orden imperante.

No propongo un actuar irresponsable en políticas públicas. Busco mostrar que un quehacer adecuado sería que las y los profesionales presentasen posibles escenarios, complejidades, riesgos y soluciones ante lo que la ciudadanía proponga y que, en vista de todos estos factores, entre todas y todos, decidamos cuál es la acción política a concretar.

La solución a la crisis existente es la profundización de la democracia y no a la inversa. Lamentablemente los empresarios y la corroída clase política de los 90 y 2000 aumentan la represión.

A esto se suma el uso de los medios de comunicación que buscan manejar el sentido común de la población a favor de sus dueños, los empresarios, quienes intentan copar la televisión con sus propuestas que son más de lo mismo, más empresariado, más autoritarismo. A diferencia de décadas anteriores, las redes sociales han ayudado a la ciudadanía a tener una visión menos parcializada de las cosas y poder contrastar sucesos y propuestas.

Seguir construyendo una democracia profunda es la aspiración máxima de la ciudadana y el ciudadano. Teniendo en consideración la experiencia del pasado, el conocimiento del presente y la esperanza de un futuro mejor, nuestros anhelos de justicia y comunidad no podrán ser destrozados. La democracia debe triunfar.

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