Columna de Luis Mesina:

La intrascendencia de los discursos en Naciones Unidas

"Este año se ha producido una inflexión, un hecho inédito que la prensa no ha destacado o no ha advertido lo suficiente, o derechamente, ha buscado invisibilizar para que el protagonista de este relato sencillamente no llame la atención sobre los contenidos de su alocución..."

Por El Ciudadano

26/09/2023

Publicado en

Chile / Columnas / Política

0 0


Por Luis Mesina

Se ha hecho habitual que los discursos pronunciados en la Asamblea General de las Naciones Unidas sean intrascendentes. La mayor parte de ellos se pronuncian ante auditorios completamente vacíos, pues la verdad, ¿a quién importan?, generalmente son discursos referidos a lugares comunes, insustanciales y, por lo general, acordes y en sintonía con lo que desea el poder dominante que, de paso, devela la poca solidez y consistencia de quienes ostentan actualmente los cargos de jefes de Estado.

Son las nuevas marionetas del imperio.

Este año, sin embargo, en la septuagésima octava Asamblea General de la ONU, se ha producido una inflexión, un hecho inédito que la prensa no ha destacado o no ha advertido lo suficiente, o derechamente, ha buscado invisibilizar para que el protagonista de este relato sencillamente no llame la atención sobre los contenidos de su alocución.  

Y es que Gustavo Petro, Presidente de Colombia, se dirigió a la asamblea con un discurso convincente e interpelativo.

Partió señalando que ‘este año ha sido un tiempo de derrota de los gobiernos, de derrota de la humanidad’, ello, en clara alusión a que la guerra se ha impuesto sobre la paz.

Continuó señalando: ‘…ha crecido el éxodo en las fronteras, han puesto perros a correr tras los migrantes, han puesto gente a caballos a perseguir con látigos en la mano, con cepos y cadenas… han construido cárceles. Tanto han crecido en el odio al extranjero, al extraño, que las cárceles las han puesto en el mar para que no pisen los hombres y mujeres del sur las tierras de los blancos que aún se consideran la raza superior y nostálgicos reviven en sus elecciones al líder que lo decía y mataba por ello a millones. El éxodo ha crecido este año mostrando como avanza la crisis de la vida’, en clara referencia a Georgia Meloni, máxima autoridad de Italia de clara tendencia neofascista, que ha declarado combatir en el mar los flujos de migrantes provenientes de África.

No conforme con denunciar estos atropellos, Gustavo Petro, en abierta contraposición a los países de la OTAN, señaló: ‘Nos han convocado a la guerra, a Latinoamérica la han llamado para entregar máquinas de guerra, hombres para ir a los campos de combate, se olvidaron que a nuestros países los invadieron varias veces, los mismos que hoy hablan de luchar contra invasiones’, ello, en directa insinuación a los EE.UU.

Luego agregó: ‘Los imperios no sirven para salvar vidas, sino para desatar las guerras (…) Las mismas razones que se expresan para defender a Zelensky, son las mismas razones con las que se debería defender a Palestina. ¿Cuál es la diferencia entre Ucrania y Palestina, no es hora de acabar con ambas guerras?’.

Finalizó proponiendo dos conferencias de paz, una sobre Ucrania y otra sobre Palestina: ‘No porque no haya otras guerras en el mundo como en mi país, sino porque enseñaría a hacer la paz en todas las regiones del planeta, porque ambas, sí, solo ambas, acabarían con la hipocresía como práctica política’.

Quizás, la relevancia de este discurso en medio de tanta superficialidad y obsecuencia de los gobernantes con el imperio, es que coloca una luz, una pequeña luz de esperanza ante tan desolador panorama, especialmente el de la izquierda mundial, que ante la crisis global del capitalismo se ha contentado en los últimos decenios con servir solo de comparsa, olvidando que su verdadero rol es transformar las sociedades en beneficio de hombres y mujeres, en particular, de quienes forman parte del mundo del trabajo, y en cambio hoy se convierte en el mayor obstáculo para los pueblos y para los trabajadores del mundo que luchan por más democracia, por más libertad y, por supuesto, por más justicia social.

Por Luis Mesina

Lee más columnas de este autor:

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Relacionados

Comenta 💬