Diez años de parasitismo: Parque Eólico San Pedro en Dalcahue, Chiloé

"Un parásito es un organismo que obtiene su energía de o a expensas de su huésped y eso es exactamente lo que está sucediendo en la provincia de Chiloé..."

Por Absalón Opazo

29/07/2021

Publicado en

Chile / Medio Ambiente / Portada / Regiones

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Autores: Dra Jenny M Schmid-Araya (Bournemouth University, UK), Dr Peter E. Schmid (Universität Wien, Austria) y habitantes de Chiloé.-

Quizás Ud. se pregunte ¿qué tiene que ver el parasitismo con la producción de energía eólica en Chiloé? Precisamente, un parásito es un organismo que obtiene su energía de o a expensas de su huésped y eso es exactamente lo que está sucediendo en la provincia de Chiloé. La energía que se produce en el Parque Eólico San Pedro, cubre mucho más de lo que consume en electricidad cada chilote en el Archipiélago [1], y debido a las políticas centralistas no queda ni un solo Watt (vatio) en nuestra provincia ya que esta energía es dirigida al sistema interconectado central (SIC) de la carretera eléctrica chilena.

Por otro lado, mientras que, en la mayoría de los países de Europa, a los cuales como país nos gusta asemejarnos, cualquier tipo de proyecto energético debe pasar por un estudio exhaustivo de impacto ambiental o un estudio de impacto ecológico, en Chile la proporción de proyectos de energía que ingresan al sistema de evaluación ambiental con una simple declaración de impacto ambiental (DIA) es hasta 51 veces mayor que aquellos ingresados con un estudio de impacto ambiental (EIA). La DIA tiene restricciones como no considerar la consulta indígena y solo considerar ocasionalmente la participación ciudadana (PAC) cuando existan “cargas ambientales”. En cualquier caso, esta diferencia disparatada entre el número de proyectos con un EIA y con una DIA, da para pensar mucho más allá y más aún sobre el enorme aumento de proyectos ingresados en tiempos de pandemia por COVID-19.


Número de proyectos de energía ingresados, aprobados y aquellos rechazados a través de una declaración de impacto ambiental (DIA) y por medio de estudio de impacto ambiental (EIA) al servicio de evaluación ambiental (SEA) entre los años 2014 y 2021 (Elaboración propia ©2021 PJSchmid.com, fuente de datos SEA 2021)

En el caso del Parque Eólico San Pedro, este proceso de la DIA le otorgó la resolución de calificación ambiental (RCA) o “permiso ambiental” el 27 julio del 2011 para su primera etapa. 10 años de este parque tan poco conocido e instalado en un lugar simplemente clasificado hasta el día de hoy por el sitio web gestacur.com y parqueeolicosanpedro.cl como un “sitio eriazo” por aquellos que llegaron a la cumbre con la idea de instalar estas innegablemente visibles mega estructuras.

El área del parque eólico en la comuna de Dalcahue, próximo al Parque Nacional de Chiloé, se sitúa a alturas entre los 700-800m, en una cumbre-meseta con quebradas y colinas en un paisaje sinuoso, complejo y heterogéneo. Este lugar en partes saturado de agua con turberas pulvinadas [2], aguas superficiales, afloramientos de agua (probablemente producto de un acuífero superficial), y turberas de Ciprés o de laderas [2] asociadas a cierto tipo de vegetación, tiene escorrentías que fluyen naturalmente cuesta abajo originando riachuelos y ríos. El patrón de drenaje del nacimiento de estos ecosistemas fluviales es casi radial o sea en todas las direcciones. Un ejemplo es el Río Pudidi que confluye en el Rio Grande que hacia el norte es parte de la cuenca hidrográfica más grande de Chiloé, del Rio Chepu.

Lo que queda claro de la DIA es que no hubo una investigación exhaustiva de la hidrología de esta cumbre y de sus cursos de aguas. Un estudio reciente de cinco sistemas fluviales en la cabecera dentro de la cuenca del río Huicha (comuna de Ancud), demostró una alta y previamente desconocida, biodiversidad bentónica (406 especies), que habitan los sedimentos del lecho de arroyos y ríos [3]. Estos puntos críticos de biodiversidad, se caracterizan por una multitud de nuevos registros de especies para Chile (199 especies) y para la ciencia [3].

Excavaciones, cortes lineales para los caminos, zanjas para cables y zanjas de drenaje interrumpen el flujo de agua natural, lo que puede resultar en una disminución del nivel freático aun a una distancia significativa del borde de perturbación [4,5]. Hasta el momento, la superficie parasitada por este proyecto fue en la primera fase de 149.000 m2 lo que es equivalente a 28 canchas de fútbol, para 18 aerogeneradores (con sus fundaciones, instalaciones de faenas, subestación, zonas de acopio y caminos internos). Debemos agregar las otras 13 turbinas instaladas en la segunda fase en el parque las que contribuyen a un total de 34 canchas de fútbol.

La cumbre de San Pedro en el 2010. Las líneas de color turquesa punteadas indican cursos de aguas y las líneas sólidas indican ríos (elaboración propia: ©2021 PJSchmid.com, fuente; ©2021 Google Earth)
El Parque Eólico San Pedro en el 2021 (fuente: ©2021 Google Earth)

La vegetación en el “sitio eriazo”

Al examinar la declaración de impacto ambiental, el sitio no era “eriazo”, sino un paisaje complejo, y heterogéneo con asociaciones vegetacionales como (a) bosques de coigüe de Chiloé, canelos y mañíos, (b) matorral de Baccharis patagonica y su turbera asociada, (c) renovales de Ciprés de las Guaitecas, (d) matorral de Ñirre, quila enana y su turbera asociada y (e) especies raras de la Tundra Magallánica. Además, en el camino de acceso al parque, existen más bosques de coigüe de Chiloé, canelo y mañío, como también bosques de ciprés de las Guaitecas y coigüe de Magallanes (Ñirre), bosques de coigüe de Chiloé con tepa, luma y otras mirtáceas.

Irónicamente, la DIA hecha antes del comienzo del Parque Eólico San Pedro solo proporcionó una lista de especies sin la contribución porcentual de cada especie a los diferentes conjuntos de plantas y particularmente la importancia ecológica de las especies nativas encontradas. Estas especies deben ser reconocidas ya que su función ecológica como el mantenimiento de la biodiversidad, y la purificación del aire y el agua.

Bosque de ciprés de las Guaitecas y coigüe de Magallanes en la cumbre San Pedro (foto ©2010 Andalué ambiental S.A.)

El número de plantas vasculares durante el otoño-invierno, encontró un total de 96 especies con un 95% de especies nativas a Chiloé. Este total fue subestimado tanto por la falta de muestreos de terreno en primavera-verano como por no considerar otros grupos relevantes a estos climas templados húmedos como los hongos, líquenes, y musgos. Sin embargo, sabemos que la riqueza de especies de plantas en lugares sin intervención humana en esta región es enorme alcanzando las 1300 especies [5]. Al mismo tiempo la DIA no evaluó la cobertura de estas asociaciones vegetacionales, por lo que tampoco sabemos exactamente qué superficie cubrían estas asociaciones antes de la perturbación ocasionada por la instalación de estas turbinas.

Ojos de agua libre en una turbera en San Pedro (foto ©2012 Andalué ambiental S.A.)

La conservación de los bosques nativos y de las turberas como mitigación para el cambio climático y la conservación de los recursos hídricos es fundamental. Los gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2) y el metano, actúan como una manta, atrapando el calor cerca de la superficie de la tierra y así elevando la temperatura, en un proceso que calienta el planeta. Cuando los organismos mueren, la erupción de volcanes, los incendios, y las actividades humanas (como quemas agrícolas o de talas, el uso del auto, el transporte, calefacción, las industrias, minería, etc.) aumentan mucho más la cantidad de gases de efecto invernadero, atrapando aún más calor. Muchos habitantes rurales en Chiloé han y están sufriendo las consecuencias de la degradación de bosques nativos y turberas en la escasez de agua en muchas partes del archipiélago.

Los bosques nativos y los suelos del sur de Chile están entre los ecosistemas que poseen mayor cantidad de carbono por unidad de área en el mundo [7]. Mas aun en el caso de las turberas estos son ecosistemas mundialmente reconocidos como sumideros de carbono y también como reservorios de agua dulce albergando especies únicas, que contribuyen a la biodiversidad [8]. Evitar el deterioro de estos sistemas y la gran pérdida de biodiversidad, debido a los usos energéticos, mineros, deforestación, etc., es crucial por lo que la conservación de estos ecosistemas es crítica para la adaptación de la población a los efectos inmediatos y de largo plazo del cambio climático y la crisis ambiental.

La fauna en el “sitio eriazo”

El componente de fauna de la DIA, evaluado someramente también en una sola estación del año, consideró los anfibios (ranas, sapos), reptiles (lagartijas), aves y un número seleccionado mamíferos, ignorando por ejemplo los micromamíferos como los murciélagos y diversas aves como las lechuzas que habitan los bosques nativos chilotes. La declaración de impacto ambiental no consideró que la mitad del total de las especies estaban en una categoría critica (“especies en peligro de extinción” con un 18% y “especies vulnerables” con un 36%).

Al respecto, según el Ministerio del Medio Ambiente, el estado de conservación “permite evaluar el nivel de amenaza de la diversidad biológica” aunque vagamente declara que esto “puede” contribuir a los planes de conservación e investigación como al mismo tiempo considerarse para el “desarrollo de planificación territorial”. ¿Sucede esto o no en Chile? En el fondo no sucede como en otros países del mundo, en los cuales la presencia de una sola especie rara puede paralizar y terminar las faenas de grandes proyectos multimillonarios.

Aun así, debemos dar crédito a las conclusiones de la empresa que hizo la DIA en el componente fauna “una intervención significativa y permanente, y no planificada sobre su ambiente, podría tener el potencial de afectar el hábitat de especies, y de agudizar localmente la capacidad de regeneración de recursos que presentan problemas de conservación”. Sin embargo, esta conclusión no ayudó a detener la construcción de estas megas estructuras y fragmentar el paisaje de altura como también del camino de acceso, ayudado por otra mega fragmentación de 21 km de la línea de alta tensión subestación S/E San Pedro – subestación S/E Chiloé en Degañ. Muchas evaluaciones ambientales en Chile pueden llegar a conclusiones similares, pero debido al bajo número de rechazo considerando los impactos ambientales o sobre las especies de estas DIAs o EIAs no podemos evitar concluir que solo sirven como un fin cosmético.

Existen muchos estudios internacionales sobre el efecto de los aerogeneradores en la avifauna, como también se sabe que cientos de miles de murciélagos mueren por el efecto de las turbinas [9], pero esto no se considera en Chile. La conclusión a nivel internacional [10] es que “cada proyecto de energía eólica debe incluir un estudio detallado de aves del lugar identificando las especies que son vulnerables, los sitios que se utilizan intensamente en relación a la posición de la turbina”.

Este parque eólico instalado en un entorno único con una diversidad de ecosistemas es otro ejemplo de la discrepancia entre los objetivos del Acuerdo de París de las Naciones Unidas [11, 12] para la mitigación del cambio climático y las metas de Aichi del Convenio sobre la Diversidad Biológica [11, 13] que debiesen incidir en las evaluaciones, planificaciones territoriales y las políticas públicas.

El problema con la sostenibilidad medioambiental, la huella de carbono y el legado tóxico del Parque eólico San Pedro

La actividad de producción previa (‘upstream production activity’) de estos parque eólicos que a menudo falta en las propuestas de proyectos chilenos, debe incluir todas las actividades de producción o consumo de bienes (incluyendo mercancías producidas en el país o importadas) y servicios (por ej. publicidad, seguros y financiamiento), equipo de capital (por ej. maquinaria usadas para fabricar turbinas eólicas) y otras asociadas al ciclo completo de emisiones de efecto invernadero, como la elaboración de materias primas en productos más complejos (por ej., acero laminado en productos de aceros, producción de cemento y plásticos, etc.) y el destino final del producto y sus embalajes [14].

La instalación de los aerogeneradores necesita grandes cimientos de hormigón armado donde la producción de cemento y acero contribuye respectivamente con un 8% y 5% a las emisiones antropogénicas global de dióxido de carbono. Es más, el consumo de energía de la industria del cemento se estima en el 5% del consumo de energía industrial mundial [15], lo que es de relevancia incluso si Chile recientemente comenzó a mejorar la eficiencia térmica y energética en su producción de cemento.

Estas actividades junto con el proceso de desarme, retiro de las instalaciones, y “restauración” del terreno (al cierre de los proyectos) aumentan la carga ambiental, incluida la toxicidad, pero también la producción de gases de efecto invernadero (específicamente en Chile la “huella de carbono”) [14, 16, 17, 18].

Por lo tanto, la construcción y el desarme del parque eólico San Pedro afecta tanto a la sostenibilidad ambiental como a la huella de carbono, ya que los requisitos de energía del ciclo de vida de un parque eólico no se compensan simplemente con la energía producida por los aerogeneradores. Es esto lo que no se encuentra en detalle en la declaración de impacto ambiental del Parque San Pedro y que tampoco se transparenta a la ciudadanía.

La construcción del Parque Eólico San Pedro II (Dalcahue, Chiloé) mostrando las fundaciones de los aerogeneradores (fuente: ©2019 Gestacur.com/proyectos/sanpedrochiloeii)

El desmantelamiento de las turbinas, producirá impactos ambientales negativos, ya que solo una fracción del material puede ser reciclado, mientras que el resto termina en vertederos/basurales contaminando el medio ambiente [17]. El desarme de estas instalaciones y actividades de cierre del parque (en caso de no renovar) en la DIA, demuestra un absoluto desprecio al medio ambiente por no tener un plan detallado de lo que sucederá con los distintos compuestos de las turbinas eólicas, con impactos ambientales negativos a largo plazo de los materiales no reciclables. Gran parte de estos no son reutilizables, incluyendo el rotor, la góndola, fibra de vidrio, PVC, otros plásticos, caucho, etc., terminando en vertederos [17] y en especial en la DIA del Parque San Pedro se mencionan los vertederos de Dicham (comuna de Chonchi) y Corcovado (comuna Dalcahue) en la provincia de Chiloé.

Por ejemplo, si un solo aerogenerador posee al menos 15 toneladas de plástico, eso significa que casi 465 toneladas de plástico pueden terminar en los vertederos/basurales chilotes. Estos componentes no reutilizables son problemáticos ya que tienen impactos negativos en los ecosistemas terrestres y acuáticos [17], como, por ejemplo, los aditivos de los plásticos que filtran sustancias tóxicas y nocivas en el agua, y que perjudican la salud humana [3].

Especialmente grave es la disposición de las aspas de las turbinas en vertederos, ya que los plásticos (en base de resina epoxi y policarbonato) contienen una mezcla de compuestos químicos entre los que se encuentran los bisfenoles. Estos compuestos son solubles en agua y, en condiciones de humedad, contribuyen a la peligrosa mezcla de lixiviados, que pueden filtrarse hacia el medio ambiente, causando una variedad de problemas de salud graves, además de ser tóxicos para los organismos de los ecosistemas acuáticos y terrestres [19]. Sin embargo, en otros países se desarrollan proyectos de ahorro de energía en los procesos de reciclaje de estas aspas.

Además, la DIA detalla que los cimientos de hormigón macizo de los aerogeneradores no se reciclarán, como es una práctica en países desarrollados, sino que estas grandes superficies de hormigón se rebajarán y se cubrirán simplemente con una capa fina de tierra. Por ello, se cuestiona la sostenibilidad y reivindicación de la producción de los proyectos así llamados de “energías renovables”.

El parasitismo aquí se manifiesta no solo por la extracción de energía eólica de la provincia de Chiloé, sino que también al momento de la clausura por la disposición de los restos de los aerogeneradores con material tóxico en basurales de la provincia, luego de que los parásitos hayan abandonado el huésped. El legado del parque eólico que permanece es la destrucción de sistemas acuáticos únicos y raros en el mundo y una pérdida de la interconectividad entre los hábitats de esas especies y de la red de sistemas fluviales, de alta biodiversidad, que se originan en ese sitio.

NOTAS

[1] Sitio web: parqueeolicosanpedro.cl/elproyecto (accedido el 19 julio 2021).

[2] Rodríguez, A.C. 2015. Tipos de sustratos orgánicos en turberas: cuencas de los ríos Baker y Pascua, Región de Aysén Chile. Claves para su reconocimiento. Extracto de tesis doctoral Clasificación hidro geomórfica de ecosistemas de turberas en cuencas de los ríos Baker y Pascua en la región de Aysén, Patagonia chilena. Universität zu Berlin.

[3] Schmid-Araya, J.M. & P. E. Schmid 2020. Evaluación de la biodiversidad y la vulnerabilidad ecológica de comunidades bentónicas de los sistemas acuáticos en el Fundo Los Millanes, parte de la cuenca del río Huicha. (Comuna de Ancud, Isla Grande de Chiloé, Chile). Consecuencias ambientales de los vertederos en Chiloé y el sur de Chile. Informe PJSchmid.com, Edición: Biodiversidad, Ancud, Chile, 1 – 175.

[4] Boelter, D.H. 1972. Water table drawdown around an open ditch in organic soils. Journal of Hydrology, 15: 329–340.

[5] Mitchell, J.T. et al. 2010. CO2 payback time for a wind farm on afforested peatland in the UK. Mires and Peat, p.10.

[6] Arroyo M.T.K., et al. 1996. Relaciones fitogeográficas y patrones regionales de riqueza de especies en la flora del bosque lluvioso templado de Sudamérica. En: Ecología de los bosques nativos. Eds. Armesto, J, Villagrán, C & Kalin-Arroyo MT. Ediciones de la Vicerrectoría Académica de la Universidad de Chile. 71-99.

[7] Keith, H., et al. 2009. Re-evaluation of forest biomass carbon stocks and lessons from the world’s most carbon-dense forests. Proceedings of the National Academy of Sciences 106: 11635-11.640.

[8] Diaz, M.F., et al. 2008. Caracterización florística e hidrológicas de turberas de la Isla Grande de Chiloé, Chile. Revista Chilena de Historial Natural 81:455-468.

[9] Frick, W.F. et al 2017. Fatalities at wind turbines may threaten population viability of a migratory bat. Biological Conservation, 209: 172-177.

[10] Barrios, L., & A. Rodriguez 2004. Behavioural and environmental correlates of soaring‐bird mortality at on‐shore wind turbines. Journal of applied ecology, 41: 72-81.

[11] Thaker, M., et al. 2018. Wind farms have cascading impacts on ecosystems across trophic levels. Nature ecology & evolution 2:1854-1858.

[12] Adoption of the Paris Agreement (United Nations Framework Convention on Climate Change, 2015).

[13] Decision Adopted by the Conference of the Parties to the Convention on Biological Diversity at its Tenth Meeting. X/2. The Strategic Plan for Biodiversity 2011–2020 and the Aichi Biodiversity Targets (SCBD, 2010); https://www.cbd.int/doc/decisions/cop-10/cop-10-dec-02-en.pdf

[14] Crawford, R.H. 2009. Life cycle energy and greenhouse emission analysis of wind turbines and the effect of size on energy yield. Renewable and Sustainable Energy Review 13: 2653-2660.

[15] Worrell, E., et al. 2001. Carbon dioxide emissions from the global cement industry. Annual Review of Energy and Environment 26: 303-329.

[16] Lenzen M. & J. Munksgaard 2002. Energy and CO2 life-cycle analyses of wind turbines – review and applications. Renewable Energy 26: 339-362.

[17] Martínez, E., et al. 2009. Life-cycle assessment of a 2-MW rated power wind turbine: CML method. International Journal of Life Cycle Assessment 14: 52-63.

[18] Bhanderi R. et al. 2020. Life cycle greenhouse gas emissions from wind farms in reference to turbine size and capacity factor. Journal of Cleaner Production 277: 123385.

[19] Abraham, A. & P. Chakraborty 2020. A review on sources and health impacts of bisphenol A. Reviews on Environmental Health 35:201-210.

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