Mientras dirigentes de derecha apelan constantemente a la “defensa de la vida” y la “moral cristiana” para rechazar aborto o eutanasia, guardan silencio frente al llamado papal a vivir en austeridad, cuidar a los pobres y criticar la desigualdad del sistema económico capitalista.
La visita del presidente Gabriel Boric al Papa León XIV en el Palacio Apostólico del Vaticano puso en el centro la exhortación apostólica Dilexi Te (“Te he amado”), en la que el Pontífice llama a poner el amor y la ayuda a los más pobres en el corazón de la fe cristiana. El documento, que aborda también la pobreza, los derechos de las mujeres y las deudas sociales, incluye un llamado directo a las y los políticos a actuar con compasión, justicia y austeridad.
Entre Dios y los privilegios: la religión según la derecha chilena
“Primero soy católico, después soy político”. Así definía José Antonio Kast su relación con la fe, una que ha utilizado reiteradamente como argumento para rechazar avances en derechos como el aborto, la eutanasia o el matrimonio igualitario.
Pero Kast no es un caso aislado. En el Te Deum Evangélico, el senador Manuel José Ossandón (RN) declaró respecto a la eutanasia y al aborto: “las iglesias, ya sean católicas o cristianas, deberían tener una posición más fuerte”.
Otro ejemplo es el llamado de los líderes evangélicos a rechazar la propuesta de nueva constitución, donde la ex candidata presidencial Francesca Muñoz señaló:
“Estoy apoyando la declaración pública de la iglesia evangélica, porque resguardaremos el derecho del que está por nacer, derecho preferente de los padres a educar a sus hijos y las libertades de creencia, conciencia y expresión, entre otros de la actual Constitución, puesto que pueden quedar excluidos en la redacción de una nueva Constitución desde una hoja en blanco”.
En Chile, buena parte de la derecha recurre a la religión como escudo moral para oponerse a estos debates, mientras ignora otras enseñanzas del cristianismo. Porque tener fe no es el problema; el conflicto surge cuando se eligen solo algunos mandatos de la Iglesia —los más convenientes— y se dejan fuera otros, como el llamado del Papa León XIV en su exhortación Dilexi te a la austeridad, la justicia social y el amor hacia los pobres.
Mientras algunos utilizan la religión según su conveniencia y ponen el crecimiento económico —y la defensa de sus propios privilegios— en el centro de sus campañas, el mensaje papal apunta en otra dirección: hacia los pobres, los descartados y quienes el sistema deja atrás.
La exhortación Dilexi te pone en el centro de su mensaje a los pobres y subraya que la pobreza no es solo económica, sino también social, moral, cultural, espiritual y jurídica; un fenómeno complejo que atraviesa todas las dimensiones de la vida humana.
El documento advierte que “no debemos bajar la guardia respecto a la pobreza. Nos preocupan particularmente las graves condiciones en las que se encuentran muchísimas personas a causa de la falta de comida y de agua… En general, se percibe que han aumentado las distintas manifestaciones de la pobreza. Esta ya no se configura como una única condición homogénea, más bien se traduce en múltiples formas de empobrecimiento económico y social, reflejando el fenómeno de las crecientes desigualdades también en contextos generalmente acomodados”.
En esa línea, el exhorto sostiene que la pobreza no es fruto del azar ni una elección personal, contraponiéndose a la idea de que “el pobre es pobre porque quiere”. Según el documento, el mérito no es exclusivamente individual: no se trata de que quienes viven en la pobreza carezcan de mérito o esfuerzo, sino de criticar el discurso meritocrático que responsabiliza a las personas por su situación social.
Además, el texto reconoce que las mujeres siguen enfrentando múltiples vulneraciones a sus derechos, los mismos que la derecha chilena ha negado o minimizado de forma sistemática. El propio documento advierte que, aunque se han logrado ciertos avances, las decisiones políticas y económicas todavía están lejos de reflejar una igualdad real entre hombres y mujeres, especialmente entre las más pobres y vulnerables.
“Recordemos que «doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos. Sin embargo, también entre ellas encontramos constantemente los más admirables gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y el cuidado de la fragilidad de sus familias». Si bien en algunos países se observan cambios importantes, «la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje», sobre todo si pensamos en las mujeres más pobres.”
El texto recuerda cómo Jesús, sus apóstoles y los primeros cristianos se despojaron de sus bienes materiales para servir y acompañar a los más desposeídos, una visión del mundo muy distinta a la de muchos políticos de derecha, identificados por su alto poder adquisitivo y las grandes fortunas familiares que los rodean. Asimismo, la exhortación denuncia la injusticia y el culto hipócrita que no se traduce en gestos concretos de solidaridad.
El documento interpela directamente a la clase política y hace un llamado a que los gobiernos tanto locales como nacionales incorporen a los movimientos sociales en la construcción de un destino común:
“Estos líderes populares saben que la solidaridad «también es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero… La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares». Por esta razón, cuando las distintas instituciones piensan en las necesidades de los pobres se requiere «que incluyan a los movimientos populares y animen las estructuras de gobierno locales, nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en la construcción del destino común»”.
Otro de los puntos que toca el exhorto es el tema de la migración, otro punto en los que la derecha se ha opuesto categóricamente, el texto menciona que:
“La experiencia de la migración acompaña la historia del pueblo de Dios. Abraham parte sin saber adónde va; Moisés conduce a un pueblo peregrino por el desierto; María y José huyen con el Niño a Egipto. El mismo Cristo, que «vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron» (Jn 1,11), vivió entre nosotros como extranjero. Por eso, la Iglesia siempre ha reconocido en los migrantes una presencia viva del Señor, que en el día del juicio dirá a los que estén a su derecha: «Estaba de paso, y me alojaron» (Mt 25,35)”, menciona el documento.
Por último, el texto también critica el sistema capitalista que tanto defienden los políticos de derecha. El pontífice fue categórico al señalar al sistema como una: “dictadura de una economía que mata”, donde las ganancias de unos pocos crecen mientras la mayoría sufre exclusión, entiendo la inequidad como la causa de los problemas sociales:
“Reconocer que «mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas»”, advierte el documento.
Dilexi Te pone sobre la mesa la contradicción entre la fe que algunos usan como escudo y el cristianismo que llama a cuidar a los más necesitados. Frente a discursos que privilegian la riqueza y la exclusión, el Papa recuerda que el verdadero poder político debe servir al bien común y no a intereses particulares.
Te invitamos a revisar el programa La Mañanera, donde Javier Pineda analiza el exhorto del Pontífice y la visita de Boric al Vaticano: