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Director de El diablo es magnífico: «La diversidad sexual parece una estrategia de mercado, prefiero la disidencia»

En entrevista con Nicolás Videla, director de "El diablo es magnífico" y co director de Naomi Campbel (2013) acerca de su nueva película, que aborda la vida de una migrante trans en París.

Por Vanessa Vargas

13/10/2016

Publicado en

Chile / Cine / Diversidad / Portada

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nicolas videlaTras la experiencia de Naomi Campbel vuelves a apostar por la historia de un trans, que además en este caso es migrante. ¿De dónde surgen la motivación por desarrollar estas temáticas?

Yo trabajo en torno al arte trans, no sólo como cineasta sino también como transformista. Este es un proyecto que tiene similitudes con Naomi Campbel pero es distinto, de partida ese es un proyecto que nace de la academia, este no, esto nace de una sonoridad feminista de un pequeño grupo de amigues transmaricatortas, luego hay un grupo más extendido de colegas six género heterosexuales también, pero el equipo es de personas trans y al igual que Naomi Campbel trabajo en torno a la historia de una gran amiga y ese es el trabajo que me impulsa hasta ahora, hacer retratos de mi entorno y de las personas que ya conozco.

¿Qué rol juega esto de abordar la experiencia del migrante? Qué rol juega que este filme se haya firmado en París, ¿por qué esa elección?

Mira, la película trata varios temas, entre ellos, es una película sobre la deconstrucción del amor en la capital del amor, por ende París es un personaje más dentro de la película. París, como territorio, no sólo el territorio corporal de la protagonista Manu donde reflexionamos en torno al género y la identidad, el género fluido. París tiene un rol protagónico, cuestionamos los valores de la libertad, la fraternidad, la igualdad francesa y además la narrativa de la película tiene que ver con París, porque su hilo central tiene que ver con una trans migrante autoexiliada que está cuestionándose después de 10 años si volver o no a Chile. Teníamos que posicionarnos desde ahí, de hecho la misma protagonista vive en París, así que fuimos en su búsqueda.

Me llama mucho la atención que la protagonista se canse de la hostilidad de París y decida volver a Chile, un lugar que es precisamente muy hostil con las trans. ¿Por dónde pasa esa decisión y cuestionamiento?

Yo diría que más que con la disidencia sexual, con los inmigrantes. Yo tuve la oportunidad de visitar a Manu en París antes de ir a grabar la película y en la vez que fuimos a grabar me tocaron situaciones que ni en Chile me pasan, como discriminación, violencia, que me griten en la calle, entonces esa ilusión del París romántico que uno ve en las películas no es tan así, a mí parecer es una ciudad muy violenta, a mí me carga de hecho. Me cuesta mucho entender a mis amigas que se van a París y he conocido a varios chilenos y chilenas que me han relatado esto. Que te paren en la calle sólo por ser morena o latina, pedirte tus papeles, hay un montón de cosas que se dan ahí.

El título de la película es muy llamativo, ¿a qué se debe?

Surge un poco como un grito de guerra, un grito reivindicativo, es a su vez un guiño a Xuxa, cuando a ella le dieron vuelta las canciones y empezaron a decir que era diabólica. A pesar de que la película no tiene nada que ver con ella, hacemos este güiño y a mí me gusta mucho los títulos que no tienen que ver necesariamente con las películas. Se debe un poco a la manía de la sociedad por buscarle la quinta pata al gato, de catalogar las cosas, de ponerles adjetivos. Además, la protagonista en la película hace un ritual al diablo, se anuncia como el diablo, entonces hay como un juego con la figura de que cuando una persona no logra ser encasillada, pareciera que es el diablo.

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Leí una entrevista tuya donde decías que no creías en la diversidad sexual, sino que más bien te sientes identificado en la disidencia sexual. Esto está muy visible en tu obra, como activista. ¿Por qué esa distancia?

Totalmente. Es una pregunta profunda. La diversidad más bien pareciera ser una estrategia de mercado, prefiero la disidencia porque en nuestra lucha no intentamos ser iguales, sino que reivindicamos nuestra diferencia. Esa es la mayor diferencia entre la diversidad y la disidencia sexual.

¿Cómo ves la realidad de los y las trans en Chile? Hoy viven siendo invisibilizados, mucho más discriminados que gays o lesbianas. Hoy pelean por el derecho a la ley de identidad de género.

La realidad es que nos siguen matando, en las calles los asesinatos de personas trans no son considerados ni siquiera en las estadísticas. Seguimos estando muy invisibilizadas y por lo mismo es tan importante el cine como estrategia, como espacio en deuda con nosotras, para contar nuestras historias y para escribirnos.

¿Y qué te parece el abordaje del cine chileno, que cada vez se vuelca más a las temáticas LGBTI?

Siempre me llama la atención cuando me dicen que está muy de moda hacer películas trans, porque no se dan cuenta de que llevamos años con la moda de hacer películas cisgénero. Como que nadie se cuestiona cuando ve una película heterosexual, nadie dice que se están repitiendo. Hay demasiados personajes así en el cine. A mí me parece que lo que se está dando hay que tener mucho cuidado sobre quiénes son las personas que cuentan estas historias también, porque puede ser muy contraproducente el que una realizadora heterosexual, por ejemplo, venga a tratar temáticas con las que no se relaciona. No basta con poner al sujeto trans en la pantalla, sino que hay que saber trabajar a nivel discursivo, teórico, y ver si es que simplemente se les está mirando como un bicho raro.

Hay una cosa bien elitista también que se está discutiendo mucho en la disidencia sexual respecto a la clase. Hay una especie de diversidad bien cuica que se ha tomado los medios, ¿qué te parece?

Es que las personas que tienen más poder y son de la elite siempre van a tener más opciones e estar en los medios y entrar a ellos, eso es algo que se da en cualquier espacio. El cine también per sé es un arte muy elitista. Ahora, las diferencias de nuestra comunidad van más allá del tema socioeconómico, hay mucha diferencia políticas y teóricas. Estamos muy sectorizados siendo que deberíamos trabajar por una unión.

¿Cuál es la visión que expone esta película del amor romántico desde la disidencia sexual?

Yo creo que la disidencia sexual no ha vivido el amor romántico como nos contaron en los libros. En esta película trabajamos más sobre la desilusión del amor que sobre el amor mismo, especialmente en la cuerpa trans. Cuerpas que para muchos, por miedo, son difíciles de amar. Esta es una película más sobre el amor y la desilusión, más que encontrarlo.

¿Cuál es la invitación que haces a quienes verán esta película? Muchos vieron ya Naomi Campbel pero esta es tu primera cinta solo.

Yo creo que si les gustó Naomi Campbel, les debería gustar El diablo… porque sigo con el trabajo que vengo haciendo hace mucho tiempo, y es una película dedicada especialmente a la comunidad trans maricatorta, pero si no son parte les insisto con ímpetu que vayan a verla porque es una película que realmente puede ser transformadora, en sus concepciones de percibir el género, el sexo y la identidad. Se van a enfrentar a un cotidiano totalmente distinto.

A la protagonista, Manu Guevara, la conocí hace varios años y su presencia en mi vida fue transformadora realmente. Desde su belleza, es una persona muy intelectual y que vive su identidad y género de una manera que hasta entonces no conocía. Es una película que cuestiona de raíz todas las construcciones sociales sobre el género.

¿Apta también para los hétero?

Es muy apta también para ellos, se van a ver encantados con la protagonista y espero que la puedan ver más de una vez porque es para reflexionar, es muy discursiva, es para darle una segunda vuelta.

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