El discurso extractivista tras los dardos contra la protección del pompón

"Es válido que un diputado tenga una mirada extractivista, donde la naturaleza es sólo un recurso más. Pero por favor, que no lo cubran de actividad sustentable ni de preocupación por la economía familiar campesina de Aysén..."

Por Absalón Opazo

19/04/2022

0 0


Por Patricio Segura

Implacable fue la batalla en la Cámara de Diputados el pasado 11 de abril al momento de votar en segundo trámite constitucional el proyecto sobre protección ambiental de las turberas. Una iniciativa que fue ingresada en agosto de 2018, por los senadores Carmen Gloria Aravena (Ind. de Derecha), Francisco Chahuán (RN), Alfonso De Urresti (PS), Carolina Goic (DC) y Ximena Órdenes (PPD).  

El proyecto original establecía condiciones para la eventual cosecha (extracción, mejor dicho) del musgo Sphagnum magellanicum, conocido popularmente como «pompón«, y así fue como salió del Senado. En la Cámara, las condiciones fueron profundizadas, prohibiendo expresamente la extracción de la turbera completa (musgo y turba) y sometiendo a evaluación ambiental las actividades que puedan afectar estos ecosistemas.

A estas alturas, con la crisis climática instalada, la sequía dando vueltas por doquier, incluso en la Patagonia, y un Santiago, junto a sus 8 millones de habitantes, amenazado con cortes de agua periódicos producto de la crisis hídrica, uno supondría que no habría mayor discusión sobre la importancia de cuidar tales fundamentales ecosistemas. En muchos casos, por ejemplo en la Patagonia, la turba (sustrato sobre el cual crece el pompón) es parte esencial de un tipo de humedales, hoy protegidos mediante distintos cuerpos legales. En el extremo sur ¡son 3,1 millones de hectáreas!, según datos de Conaf.

Mal que mal, la composición del Sphagnum magellanicum permite que sea un excelente medio para la absorción y retención de agua, que va liberando en los períodos más secos. Como los que con demasiada frecuencia estamos viviendo. Y su intervención genera la liberación de más CO2 a la atmósfera, almacenada durante miles de años: a nivel mundial contienen un tercio del carbono hoy presente en el suelo. Esta información está disponible para quien quiera acceder a ella, es pública, y está bastante documentada. Nadie podría alegar ignorancia por parte de los tomadores de decisiones. Por ello, clave fue escuchar los discursos de diversos diputados y diputadas durante la sesión del 11 de abril, poniendo trabas a una legislación que proteja estos ecosistemas. El argumento es el mismo de siempre. El trabajo, las necesidades económicas de familias campesinas que durante décadas, dicen, se estarían dedicando a esta actividad.

Fue el caso de Marcia Raphael, diputada RN de Aysén. En su alocución, la legisladora hizo varias afirmaciones. Una de ellas, la más recurrida, el impacto económico de la actividad: «La cosecha o poda del musgo Sphagnum, o pompón, es la principal fuente de ingreso para más de 500 familias de Aysén y genera más de U$ 17 millones de venta al año, de ellos un tercio es de la región de Aysén» dijo Raphael. Y dio un dato interesante: releva el trabajo de la Cooperativa Multiactiva Aysén Sphagnum, la cual «se ha transformado en un verdadero referente nacional, para una poda y cosecha sustentable».

Suena muy bien el discurso de la legisladora. Sin embargo, hay información que no entrega. Primero, que en realidad la actividad de extracción (el crecimiento de este musgo es tan lento que no da para la figura de cosecha) es presionado por intereses extrarregionales, e incluso internacionales, donde los pobladores de Aysén son sólo un engranaje más en una maquinaria que les supera, digitada por quienes no vivirán los impactos de la intervención que fomentan.

A diferencia de la diputada, esto no lo digo yo. Lo dicen investigadores del Instituto Forestal y Ogana en el capítulo «El mercado del musgo Sphagnum y su importancia como un PFNM en las comunidades rurales de la región de Aysén» de la serie documental «Funciones y servicios ecosistémicos de las turberas de Sphagnum en la Región de Aysén» publicado en 2021 por el Centro Regional de Investigación Tamel Aike del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), 

En sus conclusiones se señala claramente que «la recolección del musgo Sphagnum se realiza desde hace 25 años en la región de Aysén, pero las comunidades regionales no son partícipes de esta actividad». Más aún, resultado de la investigación se constató que «el recurso tiene un flujo de varios actores involucrados, pero sin un vínculo con la comunidad vecina, sólo el contrato de arriendo de los valles; por este motivo, no se observa un arraigo en esta práctica de los recolectores/as, más bien se realiza como oportunidad de negocio temporal bajo la apertura de un poder de compra entre los intermediarios y dueños de predios».

Tampoco se refiere la diputada a las condiciones en que se desempeñan los trabajadores que dice defender. Porque aunque efectivamente la Municipalidad de Aysén ha colaborado con la Cooperativa Multiactiva Aysén Sphagnum, no se recuerda cómo se ha desempeñado hasta este sector con los «cosechadores».

En abril de 2021, el Juzgado de Letras del Trabajo de Coyhaique condenó a Patagonia Sphagnum Chile Spa, empresa que no quiso reconocer la relación laboral de tres trabajadores que le prestaron servicios en octubre de 2020. Es decir, cumplieron funciones sin contrato de trabajo, cotizaciones previsionales, de salud ni seguro de cesantía. ¿Y quién era el representante legal de dicha empresa? La misma persona que hoy preside la Cooperativa Multiactiva Aysén Sphagnum.  

Se extraña en esta discusión que quienes están tan preocupados por la economía familiar campesina no propongan una transición justa hacia actividades que sean menos impactantes en términos ambientales, pero también que no afecten los ciclos hídricos y profundicen la crisis climática. Que impulsen incentivos reales para que algunas familias de Aysén, que son utilizadas como punta de lanza para torpedear una legislación más robusta y responsable, no tengan la necesidad de dedicarse a esta actividad, altamente cuestionada y que se mueve con un nivel de precariedad inaceptable. De otra forma, el necesario cambio de prácticas que nos trajeron hasta acá nunca llegará.

Porque es válido que un diputado tenga una mirada extractivista, donde la naturaleza es sólo un recurso más. Pero por favor, que no lo cubran de actividad sustentable ni de preocupación por la economía familiar campesina de Aysén.

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones