El medio periodístico está de luto. Este domingo 2 de noviembre de 2025, ha fallecido un grande. Alejandro Arellano Allende dejó una huella imborrable en la historia del periodismo chileno siendo subdirector de El Clarín hasta el 11 de septiembre de 1973. Ese día, el medio más leído de la época, fue usurpado por la dictadura cívico-militar. Alejandro, al igual que su colega Alberto “Gato” Gamboa en la dirección y otros compañeros, fueron detenidos y llevados al Estadio Nacional y luego al campo de concentración de Chacabuco. Posteriormente logró salir exiliado, primero rumbo a España y luego a Australia, donde se estableció con su familia por décadas. Una vez jubilado, decidió retornar a Chile.
Arellano Allende, periodista de la Universidad de Chile, participó activamente en la consolidación de El Clarín como el medio más leído del país, llegando a un tiraje de 500.000 ejemplares. El estilo de Alejandro destacó en la invención de creativos titulares que lograron, con cercanía y picardía, conectar íntimamente con el ciudadano de a pie. Fue así un gran aporte al periodismo chileno antes de la dictadura.
Una vez en Australia, lo nombraron director de todos los programas radiales en español de la cadena ABC, después conocida como SBS. Como destacó su hijo Rodrigo Arellano en su despedida, “Sus programas llegaban a una audiencia de más de 40 mil personas y a través de ese micrófono, hablaba a una diáspora que necesitaba sentirse parte de algo; y ese algo era el microcosmos que él creaba todas las semanas en su programa radial. Les daba una identidad, un sentido a su tristeza de exilio y auto-exilio… a su anhelo, su pérdida, su esperanza y su incertidumbre”.
Alejandro Arellano fue uno de los pioneros de la radiodifusión multilingüe en Australia y una de las primeras voces en español que se escucharon por radio. Por su gran aporte al periodismo y al pluralismo en ese país, fue condecorado por la Reina de Inglaterra con la “Medalla de la Orden de Australia”. Alejandro Arellano ha sido el único chileno en la historia que ha recibido ese honor.
Carlos Rendich, experiodista de SBS destacó que Alejandro rápidamente se convirtió en una voz confiable, equilibrada y profesional, dando forma a una programación que unía a españoles, sudamericanos y centroamericanos en una misma frecuencia. Su misión era “reforzar nuestra cultura y ayudarnos a convivir con perfiles propios dentro de la sociedad australiana”.
Otra colega, Nati Sangiau, señala que “su estilo combinaba profundidad periodística y sensibilidad humana, ya que, en su visión, la radio debía servir a la comunidad, informar, educar y acompañar, sin elitismo ni banalidad. Pero detrás de esa humildad laboral, Alejandro mantenía una impresionante trayectoria en el sector comunitario”.
Según publicó SBS en Español, sus colegas y amigos, Nati Sangiau, Nepo Washington González, Jack Gasolina, Carlos Sánchez, Carlos Rendich, Rafaela López y Marcia De Los Santos, lo recuerdan como “Un maestro generoso, un profesional íntegro y una figura clave en la historia de los medios multiculturales y multilingües australianos”.
Cuando jubiló de su labor en la radio, decidió retornar a su amado país, viviendo por un período entre Australia y Chile. Una vez que falleció su amada esposa, decidió instalarse definitivamente en su patria.
Años más tarde, fue invitado a participar como columnista de El Ciudadano, invitación que aceptó generosamente y donde nos brindó textos creativos y lúcidos que quedaron plasmados en varias ediciones impresas de nuestro medio. Además, nos aportó orientaciones y consejos que nos guiaron en el camino de consolidación de nuestro medio de comunicación.
Su colega y amigo personal, el Premio Nacional de Periodismo Sergio Campos, se despidió de nuestro querido Alejandro Arellano con las siguientes palabras:
“Nos brindaste el privilegio de ser parte de tus amistades en distintos horizontes… Tu sabiduría interior siempre con mentalidad positiva, buscando el crecimiento espiritual. Así conocimos tu afán por la escritura literaria y tu afán por atrapar el pincel para trazar los colores de la vida que te surgían de los más profundo de tu alma”.
Te recordaremos siempre maestro.
Por Sebastián Saá

