Mauricio Hernández Norambuena, con más de 18 años de confinamiento: “No me van a derrotar”

Mauricio Hernández Norambuena (62) pasó 17 años en Brasil confinado prácticamente las 24 horas del día en pocos centímetros y segregado totalmente

Por Wari

21/12/2020

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Mauricio Hernández Norambuena (62) pasó 17 años en Brasil confinado prácticamente las 24 horas del día en pocos centímetros y segregado totalmente. Tras la extradición que fraguó sigilosamente el régimen de Sebastián Piñera, esta situación penitenciaria -considerada inhumana por el Sistema Internacional de Derechos Humanos- continúa. Luego de que se le condenara a 15 años por la muerte del principal autor intelectual de la dictadura de Pinochet, Jaime Guzmán (cómplice de innumerables violaciones de derechos humanos y autor de la constitución que aún rige al país). Esto en el contexto de la campaña “No a la Impunidad” (1991). Además se le condenó a otros 15 años por el secuestro de Cristián Edwards, en el que el dueño de El Mercurio demoró casi cinco meses en pagar el rescate de su hijo.

El Colegio Médico y el INDH recalcan que la situación de salud de Mauricio Hernández Norambuena presenta signos “muy consistentes y concordantes con la definición de tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes reconocida a nivel internacional”. Por lo que solicitan modificar urgentemente las condiciones del régimen al que se le somete.

Desde la Unidad Especial de Alta Seguridad (Ueas), Sección de Máxima Seguridad (módulo especial de aislamiento y castigo), mismo recinto del que se fugó colgado de un helicóptero hace 24 años, no tiene posibilidad de visitas, pero pudo tener una videollamada por Whatsapp, la que tomó para realizar esta particular entrevista de 30 minutos, donde se le ve en confianza, atento y crítico de la contingencia. Toca temas poco abordados anteriormente, se refiere al alto número de hombres, mujeres y menores de edad privados de libertad tras el 18 de octubre, repasa a Carabineros, relata una insólita anécdota de Cecilia Magni (torturada y asesinada en Los Queñes en 1988) y sorprende al hablar sobre la libertad.

Mauricio, se te considera un símbolo de lucha, de resistencia, en un valor importante para la historia de Chile ¿Cómo te sientes en esa posición?

-Difícil, me sorprende que me preguntes eso, porque yo no me siento en esa posición, yo me siento uno más que pueda aportar en relación a lo que fue mi experiencia, pero hoy día les toca a ustedes. Hoy día son las nuevas generaciones, yo eso lo tengo claro. Incluso lo he dicho a veces, que yo puedo contribuir o aportar a las luchas de hoy con lo que fue la experiencia, pero no así con mucho protagonismo, porque el protagonismo es de las generaciones de ustedes, los jóvenes.

No cualquiera puede aguantar más de 18 años de encierro en condiciones de un confinamiento brutal e inhumano; su caso reviste características únicas en el mundo. Su capacidad y resistencia genera asombro y admiración. ¿Cómo has podido lograrlo y llegar hasta aquí hoy 21 de noviembre de 2020? Has comentado tu trabajo físico, pero ¿podrías contarnos sobre su trabajo mental y espiritual? Me parece que hay un valioso mundo interior que en entrevistas no has tocado.

-Bueno la cuestión de las resistencias, así en general, es un tema bien complejo, porque cuando tú lo llevas a un aspecto ya más individual, que te toca sobrevivir en ciertas circunstancias extremas. Hay como una sabiduría humana, ancestral, que te permite ciertas adaptaciones, encontrar ciertos mecanismos. Yo creo que todos los seres humanos tienen eso.

Pero sí creo que hay una cuestión esencial que tiene que ver con las convicciones, pienso que ese es el punto que en el fondo da solidez a poder resistir en condiciones extremas. Esta cuestión de pensar, pucha que estoy siendo castigado porque soy enemigo del sistema, ideológicamente, y que no me van a derrotar. Es una resistencia en lucha, es la continuidad de la lucha en otro escenario, y no me puedo dejar derrotar. Por todo lo que ha sido, por lo que yo creo, y también porque puedo decepcionar a muchos, es decir, hay un compromiso digamos. Para comenzar, yo no me voy a traicionar a mí mismo y tampoco voy a decepcionar a los que creen en este camino o comparten lo que es la lucha popular, la justicia social, etcétera.

Aspectos específicos de sobrellevar todo el aislamiento que ha significado, hay algunas cuestiones más particulares que son más complicadas, más complejas, tienen que ver con la cuestión no religiosa, pero un poco espiritual. Yo siempre me he acercado hacia esas tradiciones orientales, tradiciones espirituales: budismo, taoísmo…. que yo no las considero religión, no del punto de vista religioso. Pero esas son cuestiones más complejas.

Cuéntanos sobre esas cosas complejas en las que tú te apoyas por favor.

-Yo hago algunos ejercicios espirituales, hago por ejemplo ejercicio de yoga, que tiene que ver con meditación. Aquí no, en Brasil hacía, porque allá era un cementerio la cana, era silencio total todo el día. Y me daba la posibilidad de hacer algunas horas de meditación. Eso tiene todas unas técnicas que tiene que ver con visualizaciones, yo hacía contemplación para avanzar. ‘Avanzar’ me refiero pa poder, lo que llaman asentar la mente, liberarla de pensamientos, vaciarla. Bueno y ya tengo diferentes experiencias, porque es bastante difícil alcanzar eso de manera continua, para mí solamente fueron destellos.

Yo me acerqué a eso pero es una cuestión que además necesitai un guía. Yo no tuve guía, por eso no me desarrollé mucho en eso, fui autodidacta en eso, leyendo muchas cosas. Para profundizar en eso se requiere un guía necesariamente, un maestro, un yogui, como le quieras llamar, pero alguien que te oriente.

¿Cuáles son tus principales convicciones que te mantienen con esa fuerza, que te mantienen haciendo esta proeza?

-Las convicciones, esas son en el fondo los fundamentos, las creencias de cada uno. Las convicciones mías no son dogmas, porque no son convicciones religiosas. Son convicciones políticas que tienen fundamentos ideológicos. Tienen que ver con el punto de vista de un ideario que yo tengo, que yo sigo, que tiene que ver con un mundo distinto, con una sociedad justa, justicia social. Ahora yo diría que eso es por una parte la cuestión más teórica, otra parte tiene que ver con la trayectoria, por lo menos mía. Bueno, siempre he sido un luchador popular, luchador social, político, revolucionario, se le puede adjetivar de cualquier manera. Ahí se da esa síntesis que hace que las convicciones florezcan, que es la praxis, la teoría con la práctica. Porque yo no he sido un teórico ni tampoco he sido un hombre solo de práctica. La síntesis ha sido lo que hoy día soy yo, como ser social y como ser político también. Obviamente yo tengo una formación básica marxista, del punto de vista de concebir la realidad yo soy materialista. Considero que los procesos sociales se desarrollan en función de una serie de leyes de la dialéctica, que es un poco el sustento filosófico.

Hoy día hay una serie de cuestiones que me parecen interesantes, que estoy conociendo hace unos años ya: el zapatismo por ejemplo, me parece un extraordinario aporte a los pueblos que están en lucha. Hay una serie de conceptos nuevos que antes no se consideraban, por ejemplo todo lo que tiene que ver con la lucha feminista. Antes era como más simple (en el tiempo de nosotros), hoy día está mucho más complejizada esta mutación neoliberal del capitalismo. Está muy fuerte la problemática indígena, un poco como que la civilización está volviendo a lo que es la sabiduría de los pueblos originarios, que saben cuidar la tierra, lo ecológico, un planeta sustentable. A mí me parece que quien hace una buena síntesis hoy día de un poco la actualidad del siglo XXI, además en una perspectiva revolucionaria, es el zapatismo, allá en Chiapas, México.  El zapatismo plantea esto desde una perspectiva más marxista, esto de volver, esto que llamo un poco el ‘buen vivir’, con respeto a la naturaleza, a todo lo que existe. Además, todas estas nuevas categorías se han incorporado, de la autonomía, de la nueva hegemonía, etcétera.

Un tribunal absolvió a dos acusados de incendiar la estación del Metro Pedrero el 18 de octubre. El juez sostuvo que hubo prueba ilícita, que no se acreditó la participación de los imputados que son un hombre y su sobrino de 16 años. La Fiscalía pedía 20 y 10 años respectivamente. Pasaron un año injustamente encarcelados.
Otro caso, en la cárcel de Alto Hospicio un joven de 20 años fue condenado a tres años de prisión por haber arrojado supuestamente una molotov, y se intentó suicidar. No cuenta con visitas hace siete meses y sin ningún tipo de asistencia psicológica.
Los casos son miles, imputados por desórdenes sin antecedentes están en prisión preventiva y sin visitas. Lo que viola los derechos y no tiene explicación jurídica.

¿Para qué se está utilizando la prisión? ¿Qué encierran cuando los encierran?

-Para comenzar, es amedrentamiento, es castigo, eso está claro. Considerando que la mayoría de los imputados por todo lo que fue la revuelta social, la mayoría va salir en libertad, no van a ser condenados. Y el castigo va a ser haber pagado las prisiones preventivas, ya hay varios casos que están comenzando a salir digamos. Es la forma en que el Estado castiga sin pruebas, un poco al arrastre, porque tomó mucha gente en manifestaciones, sin tener evidencias concretas, y esos al final no van a ser condenados; pero sí los castigaron un año. Todos primerizos o en su mayoría, primera vez que caían en la cárcel. Aquí más o menos yo sé algo de los compañeros de la revuelta que están en Santiago 1, aquí cerca, lo han pasado remal, porque es un medio bastante hostil, haber tenido problemas con los presos comunes. Pero ahí también en mi opinión hay ciertas debilidades del punto de vista del apoyo externo también. Aunque hay unas coordinadoras, sobre todo la “18 de Octubre” que se ha movido. Pero a mí me parece que ha faltado más consistencia. De una u otra manera, pucha, han quedado… no voy a decir abandonados ah, pero hago un poco la comparación con la prisión política de los tiempos de la dictadura y postdictadura también. En una prisión política que siempre nos sentimos acompañados, mucha solidaridad, mucho apoyo afuera, inclusive compañeros que no tenían familia que los pudieran visitar porque eran de regiones, mucha gente les escribía, recibían cartas. Había posibilidad de tener visitas de amistades e iba gente a visitarlos para que no se sintieran solos. Otro contexto histórico, pero la calidad de preso político ya sea en dictadura o ahora es la misma calidad de preso político, es alguien que está luchando -de la forma que sea- por motivación política. Entonces, del punto de vista de la solidaridad, debiera ser tan contundente y abundante como era anteriormente. Yo entiendo que hoy día es diferente, los presos inclusive no están muy organizados, es lo que yo he sabido, porque son diferentes grupos. En el tiempo nuestro era más homogéneo, hoy día es más diverso, que tiene una parte bastante positiva también en una serie de aspectos. Pero el problema es que esa diversidad parece que no los deja como organizarse, que no es una cuestión contradictoria, puede haber diversidad, pero debieran organizarse, los hace más fuertes, articularse.

Hay hartos menores de edad también, perseguidos por esta prisión política. El caso que te mencioné anteriormente por ejemplo.

-Claro, sí conozco ese caso del Metro Pedrero.

-¿Qué te parece esta persecución -que llamo yo- contra menores de edad, contra la infancia? Vimos el caso de que Carabineros disparó contra chicos del Sename hace poco.

-Sí, es que yo creo que hay una línea, una política del Estado, a través del Estado en general, pero en particular con este gobierno, de reprimir lo más duramente posible, con toda la brutalidad posible, a cualquiera que se manifiesta, que se rebele. Antes de la revuelta hay una serie de casos aquí. Yo creo que eso se agrava más porque hay una policía, el caso de Carabineros, que tiene el ADN de la represión, eso es herencia de la dictadura. Como han tenido impunidad en una serie de casos, prácticamente ellos se sienten totalmente inmunes y que pueden actuar con libertad. Porque además de las situaciones que se han conocido, ellos después obstruyen la justicia, inventan pruebas, es decir, tienen un ámbito de autonomía que es una institución que prácticamente se manda sola, y ya tienen ganado ese espacio en los últimos 30 años. Ni un gobierno los fiscalizó; está toda la cosa de la corrupción, las platas que se robaron ¡es una cosa pero escandalosa! Los montajes que armaron, el caso ‘Huracán’, la muerte de Camilo Catrillanca y de otros mapuches, hay siete mapuches que han matado ellos. En todas esas situaciones han actuado con total impunidad, no es solo este gobierno, yo digo este gobierno lo ha agravado, pero todo lo que fue la Concertación, la Nueva Mayoría, los dejó siempre ahí, porque eran funcionales a que mantuvieran el orden. La Concertación obviamente no quería cambiar nada. Ahora está interesante porque está esta cuestión de la reforma de Carabineros, a mí me parece que va ser un maquillaje, no me cabe duda que va ser un maquillaje. Si en la Constitución no hay preceptos claros de lo que se pretenda con el tipo de policía, si no queda instalado ahí, esto va ser un maquillaje no más. Yo digo en la nueva constitución, que en la convención, que ahí se pueda tocar realmente el problema de qué policía se requiere. Pa qué tanto policía, 60 mil pacos ¡pa qué!

Y siguen construyendo escuelas para carabineros…

-Claro, pero ayer veía un programa y decían que está recomplicado, que no se llenaban los vacantes, que nadie quiere ser paco.

Hace uno o dos años los movimientos feministas irrumpieron con fuerza en Chile, el grupo Las Tesis dieron la vuelta al mundo. Lo que me lleva a la figura de Cecilia Magni, clave en el FPMR, a quien se le ha intentado vetar por ser una mujer revolucionaria, que formó parte de una lucha armada ¿Cómo recuerdas el empoderamiento de esta amiga y compañera que aún muchas mujeres desconocen?

-Para los tiempos y más aún en organizaciones o movimientos armados en general, en los 70 los 80, eran organizaciones bastante machistas, porque había una cultura mucho más machista que hoy día. Y la subcultura de las organizaciones armadas eran machistas también, no abiertamente, teníamos conciencia por la ideología nuestra, que no pueden haber discriminaciones, todo eso. Pero subyacía siempre eso de considerar para ciertas labores, más aún de carácter operativo, a las mujeres.

Yo recuerdo que la Tamara siempre tuvo una actitud bastante inteligente por lo demás, en cuanto a que no era tan confrontacional, pero era muy pujante en cuanto a los derechos. Hay que considerar que ella consiguió abrirse camino en el Frente y participó en operaciones, cuestión que muy pocas compañeras hicieron. Hay unas cuantas compañeras que participaron en ámbito operativo y Tamara siempre exigió participar, no por una cuestión de esnobismo o de ego, sino por una cuestión de tener esa capacidad de ser escuchada. Porque, generalmente, en el movimiento armado, en esos tiempos, muy agudos, muy duros, estaba siempre el punto de vista de ser escuchado o no, del punto de vista de la trayectoria de los militantes. Yo aquí no estoy haciendo valoraciones, puedo ser crítico y autocrítico en una serie de situaciones, pero todo hay que verlo también en su contexto: organizaciones clandestinas, muy cerradas, para sobrevivir, era necesario para la sobrevivencia sin duda.

Ahí Tamara se caracterizó porque siempre dio la pelea ella, pero no con histerismo, de manera muy inteligente, consiguió irse ganando los espacios. Y digo además: con tremendo coraje, ella era bastante capaz también, una mujer muy eficiente y valiente también, bastante valiente. Hay otras compañeras también del Frente menos conocidas. Yo creo que a Tamara la acompaña toda esta cuestión que tiene que ver con la tragedia, porque murió en Los Queñes, murió con el jefe del Frente. Entonces se ha ido construyendo más un mito digamos, los mitos se construyen así también, lo que ha ensombrecido a otras compañeras que tuvieron menos foco. Y no solo en el Frente: en el MIR, en otras organizaciones, hubo compañeras que se destacaron también.

La Tamara de una u otra manera era también feminista, yo me acuerdo que ella planteaba algunas cuestiones pero sin entrar en disputa, las planteaba como tema de conversación a veces. Yo no sé de qué fuente ella veía en relación a todo lo que es el tema feminista, pero no era radical, no era feminista radical.

¿Qué aprendiste de ella? ¿Qué fue lo que más te marcó?

-No sé, en realidad, es difícil, porque todos aprendíamos unos de otros, más bien nos retroalimentábamos, nos reforzábamos, porque era una cuestión re necesaria, el quehacer cotidiano era muy pesado, era bastante duro, de mucha soledad, de andar siempre muy en tensión. Bueno ella siempre andaba con una sonrisa, nosotros le decíamos inclusive ‘mujer de risa fácil’, ella tenía mucho humor, tenía una risa bastante pegajosa. Hay que pensar en ella con la hija, todo el problema que tenía, toda esa contradicción, ese cuestionamiento que ella misma se hacía porque tenía prácticamente “abandonada a la hija” -puta que la adoraba-, que no la podía ver. Inclusive ella fue cuando estábamos acuartelados para el atentado en la casa de La Obra, llevó a la Camila po, con cinco años, la llevó para allá. Inclusive con Ernesto webiándola un poco ah- pero le llamamos un poco la atención, le dijimos ‘uta como vení con tu hija, habemos más de 20 aquí llenos de armamento, aquí llega la repre, aquí va quedar la cagá, y tú vení con tu hija. -No, si son solo cinco minutos, sólo aquí’. No la llevó a pasear, es que simplemente tuvo que hacer un viaje de la casa de La Obra en el Cajón del Maipo a Santiago para comprar unas cosas; fue con el chofer. Cuando fue para allá creo que llamó a la mamá y la mamá le dio la posibilidad que viera a la hija. Bueno, la Tamara era reloca también. Fue y agarró a la hija y la mamá le dijo ‘tení dos horas pa que estí con ella’. Y la Tamara tenía que seguir cumpliendo con lo que faltaba comprar en Santiago, necesidades para la casa donde estábamos acuartalados. Para no dejar a la hija, para estar con la hija, aprovechó el viaje y llegó a la casa de La Obra con la hija.

El FPMR no solo combatió la dictadura de Pinochet, sino que también planteó lo que había que llegar a alcanzar, hizo posible cosas que parecían totalmente inalcanzables. “Un Paso al Frente” se llama su libro, diste el paso en los tiempos más duros, arriesgando todo, y no paraste más. Hasta hoy sigues dando una batalla. ¿Hacia dónde crees que debería ir el paso al frente que debemos dar hoy las y los chilenos tras el plebiscito que daría una “nueva constitución” por medio de una convención constitucional y no por una asamblea constituyente.

-Primera cosa, yo no soy gurú (risa leve), yo creo que aquí tienen suficiente sabiduría popular para encontrar los caminos que van a ser los necesarios. Lo que sí yo puedo decir, porque es una cuestión que ya se probó durante el año, desde el estallido de octubre, que es que los cambios no se van a conseguir sin lucha. La lucha principalmente es movilizada en la calle, sin eso van a ser todas las cosas maquillaje, el gatopardismo, en el fondo no cambia nada. Toda la clase política es experta en triquiñuelas, son unos tramposos, buenos para la letra chica. Si el pueblo no está movilizado en la calle presionando, va a ser toda una ilusión, una decepción, una amargura. Yo no sé hasta qué punto, porque estoy preso, no tengo mucha información tampoco, de hasta qué punto estén organizados los territorios, que se desarrolle el poder popular, que se hagan asambleas ahí, paralelas. Aunque eso tiene que ir creciendo, ir articulándose, y en algún momento si es necesario, se le pega una patá en el traste a la convención no más po’, claro. Hay otra opción que es la asamblea constituyente, que es la que debió haber sido, obviamente. Pero ya nos metieron un poco en el itinerario de la clase política, pero lo importante es que no nos coopten, no nos pueden cooptar, porque ahí ya es el knockout; si logran llevarnos solamente en esa opción… Lo que el pueblo ya aprendió en este año, que la lucha fue consiguiendo cosas, que se integre aquel itinerario fue por el estallido, eso está claro. La clase política no estaba ni ahí con cambiar la constitución, ‘una nueva constitución, adónde’, ni se imaginaban, no lo pensaba nadie. Entonces las cosas que se han conseguido tienen que ser con la lucha, y además estar conscientes de cómo es la experiencia histórica, no solo en Chile. Todas las grandes luchas, los grandes proyectos cuestan muertos, aquí esto ha costado, por lo menos desde la revuelta, más de 30 muertos, no sé cuántos van.

Hemos hablado harto de la libertad, pero ¿qué es la libertad?

-Yo voy a parafrasear unas palabras de José Miguel (Raúl Pellegrin), que las mencionó en una entrevista que él dio creo, cuando le preguntan algo similar más o menos. Yo creo que es poder hacer lo que uno piensa, eso, poder hacer lo que la conciencia a uno le dicta que tiene que hacer y poder hacerlo. Cuando lo dijo José Miguel en condiciones de dictadura, muy oprimidos que estábamos, el Frente hacía lo que pensaba, entonces de una u otra manera éramos libres, nos sentíamos libres. No teníamos límites en eso, del punto de vista de lo que era nuestra creencia, nuestra ideología, hacíamos lo que considerábamos que había que hacer. Yo puedo estar preso, pero eso me limita en cuestiones básicas yo diría, cotidianas, pero del punto de vista de lo que yo pienso, yo me siento libre en lo que hago. Con limitaciones físicas, pero del punto de vista de mis ideas, de lo que yo hago, estas mismas conversaciones o entrevistas que he dado donde planteo mis ideas… No me han tenido amordazado, han intentado que yo no me comunique, que no hable.

Se te considera el único preso político chileno de la dictadura ¿Qué le dirías a las cerca de 1.500 personas que han caído en la prisión política?

-Primero, yo no voy a dar palabras para reconfortar a nadie, porque me imagino que toda la juventud que está prisionera hoy día por el Estado opresor, fueron compañeros que conscientemente corrieron riesgos y uno de los riesgos era caer preso. Yo creo que esa es una cuestión de madurez básica y de compromiso. Ahora, la prisión política, primera cosa, a mí me parece que tienen que reivindicarse como prisioneros políticos, yo creo que eso ha faltado. Es reivindicarse, hacerse valer como prisioneros políticos, tienen que organizarse como presos políticos, independiente cualquier cosa. Creo que ahora se va impulsar un esfuerzo porque los puedan reunificar y colocar en un solo lugar a todos los presos políticos, cuestión que me parece importante.

Las otras cuestiones son cuestiones media de perogrullo, deben pensar caminar hacia la libertad, eso es, no deben olvidar eso, no los puede derrotar la cárcel. Tener confianza y establecer los lazos hacia afuera. Yo creo que va a funcionar la cosa del ‘indulto’ o ‘amnistía’ para los presos de la revuelta, creo que en algún momento se va negociar eso. Claro, va a depender de la fuerza que haya afuera, de la movilización que se haga, de los que se pida, sin duda, esto no va ser gratis. Bueno, un gran abrazo a todos ellos y fuerza.

El Departamento de Derechos Humanos del Colegio Médico y el INDH advierten que las condiciones de aislamiento a las que es sometido Hernández Norambuena (21 horas encerrado, hora y media en pasillo, y otros 90 minutos en “patio”) generan “nocivos efectos sobre la salud física y mental” desde los 15 días, en Chile él supera más de un año tres meses en aquel módulo destinado a los internos castigados y como paso transitorio de ingreso a la Cárcel de Alta seguridad. Permanencia que no debiera sobrepasar los seis meses.

Por Ignacio Gac

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