De la investigadora Yael Zaliasnik

Nuevo estudio sobre espacios de Memoria se presentará el próximo 22 de noviembre

En “Memoriales Vivos. Paisajes para no Olvidar”, Ediciones UAH (Universidad Alberto Hurtado), se muestra cómo algunos colectivos utilizan distintas formas y estrategias para poner en escena las memorias de la dictadura en determinados lugares del territorio chileno; actos que nacen de los horrores del pasado y que escenifican, en esos sitios de memoria, la resistencia comunitaria al olvido.

Por Wari

04/11/2022

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El libro, sobre distintos espacios “practicados” en el territorio nacional, será presentado el martes 22 de noviembre, a las 19 horas, en el Centro Cultural de España, Av. Providencia 927, en Santiago de Chile.

Prontos al quincuagésimo aniversario del Golpe Militar en Chile, unido a los resultados de un plebiscito donde se buscaba cambiar la Constitución legada por la Dictadura, no podemos continuar negando que lo vivido en aquella época y no elaborado sigue como nunca presente y vigente en nuestra sociedad. A lo no dicho, lo no hablado, lo no discutido, le debemos la presencia de muchos fantasmas que se niegan a dejarnos, así como una sociedad polarizada e indolente, acostumbrada, una parte importante de ella, a considerar normal y habitual la impunidad. Y no solo en lo que se refiere a crímenes vinculados con la Dictadura. Este continuo hace más atingente aún el tema de este libro.

“Memoriales Vivos. Paisajes para no Olvidar”, de Yael Zaliasnik, publicado por la editorial de la Universidad Alberto Hurtado, será presentado el martes 22 de noviembre, a las 19 horas, en el Centro Cultural de España, por Rosita Silva, activista por los Derechos Humanos; el periodista y escritor Fernando Villagrán; Elizabeth Lira, psicóloga y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, y el investigador Pedro Rosas Aravena, junto con la intervención del colectivo Cueca Sola.

El panel será moderado por Hugo Rojas Corral, abogado, profesor de Derechos Humanos UAH e investigador del Instituto VioDemos.

Este segundo libro de la autora (en el 2016 publicó “Memoria inquieta, en el FCE), nos remite a distintos actos o rituales de memoria en lugares específicos del territorio nacional, para mostrar cómo lo que allí aconteció y acontece marca el lugar que, a la vez, altera e influye en lo que ocurre en el mismo escenario. Para esto, su autora analiza el Vía Crucis Popular que se hace cada año hasta Villa Grimaldi [fotografía en la cabecera]; las actividades para “recuperar” la casa donde estuvo el cuartel Tacora de la Dina (“Venda Sexy”); distintas acciones afuera de La Moneda, en especial, el trigésimo aniversario de la “Operación Colombo”; la instalación “Animitas”, y las conmemoraciones que cada octubre realizan los integrantes de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos de Calama (AFEDDEP) en el desierto de Atacama para recordar a quienes fueron asesinados por la “Caravana de la Muerte” en dicha ciudad.

El libro parte de la premisa de que los sitios de memoria son practicados, transitados. Para demostrarlo, analiza (y así transita también) sus guiones, sus actividades y los cuerpos que los atraviesan. La memoria es entonces una memoria en tránsito. Una de las preguntas que se formula al comienzo y que se intenta responder a lo largo del manuscrito es: “¿Cómo es que se inscriben las memorias en los espacios y cómo es que los espacios marcan, evocan, materializan las memorias?” Esto, lo va demostrando el texto, es a través de cuerpos, cuerpos que practican el espacio; el cuerpo como memoria pero también como inscripción del espacio.

En “Memoriales Vivos” se muestra cómo diferentes colectivos, utilizan distintas formas y estrategias para poner en escena las memorias de la dictadura en determinados lugares del territorio nacional. Se refiere a actos que, como lo señala la académica María Teresa Johansson en la contratapa, nacen de los horrores del pasado y escenifican, en algunos sitios de memoria, en La Moneda y el Desierto de Atacama, la resistencia comunitaria al olvido. Para ello, el texto busca poner en marcha las memorias, sus espacios y sus actos. Para esto, ilustra, ejemplifica y aporta en este ejercicio colectivo de memoria, el registro fotográfico, que también tiene un lugar importante. Asimismo, los actos son reconstruidos y “transitados” en gran parte mediante el uso de entrevistas a los principales protagonistas de estos trayectos activos y presenciales, únicos y a la vez ejemplares, que se mueven entre el centro y la periferia, el adentro y el afuera, lo específico y lo universal.

El Ciudadano

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