Primera parte del viaje

"Gracias por cada una de las acciones delirantes que corren las fronteras de lo posible. Saltamos torniquetes cada día. Agradecida por el desparpajo de poner lo propio y por la ternura que aparece en la empatía y los acuerdos..."

Por Malucha Pinto, Convencional Constituyente Distrito 13

Tengo el honor y el regalo de tener un hijo, ya hombre, al que se le cae la cabeza. La gran tirana y dictadora del mundo que conocemos.

Él es un guerrero de la luz y se llama, Tomás.

En su forma singular de estar en la tierra, me enseñó los otros lenguajes. Me enseñó el lenguaje de los cuerpos, del corazón, la intuición y los afectos. Supe del silencio y la energía lechosa de la vía láctea. Me enseñó el lenguaje del espíritu. Lenguajeando indagamos lo trascendente. Me habló de los derechos de la tierra, del mundo indígena y me invitó al canto de las aguas. Me instigó a de-construirme, descolonizarme y a dejar de lado miradas patriarcales y hegemónicas. Entre sus manos, apareció la diversidad, el círculo, el valor de la comunidad.

Desde el mundo que él ha abierto, es que honro estos dos meses del viaje que estas 155 almas, nuestros territorios y comunidades, hemos hecho. Ha sido un viaje a tientas, aprendiendo de buenos vientos que soplan desde el sur del planeta, de mareas y de estrellas que brillan en la noche oscura. Hemos conocido el enredo cuántico de todos los posibles intercambios que bellamente describe Cristina Dorador. Hemos transitado las sombras profundas y las bengalas. El mundo se arma y se desarma cada día, descubrimos la magia de la incertidumbre y aprendemos el baile incesante de la transformación y el movimiento. También vamos edificando algo que se llama estructura incipiente.

Desde el mundo de mi hijo, desde su manera singular de estar en la tierra es que quiero agradecer a todas y todos por el fuego de la pasión que las y los quema, por la convicción de que otro mundo es posible y de que hay otras, otros, otres que antes de esta convención desconocíamos y que traen paisajes, utensilios del espíritu insospechados, relatos nuevos que nos contaron las abuelas, las madres y hoy nos inspiran y compartimos de mil maneras. Gracias por cada una de las acciones delirantes que corren las fronteras de lo posible. Saltamos torniquetes cada día. Agradecida por el desparpajo de poner lo propio y por la ternura que aparece en la empatía y los acuerdos (¡cómo conoce Tomás ese territorio!) Gracias por el trabajo. Y de nuevo por el trabajo.

Abrazo a nuestra presidenta, Elisa Loncón y a nuestro vicepresidente, Jaime Bassa, que permanentemente nos están recordando que al final, como dice Tomás, el hombre al que se le cae la cabeza, todo se trata de AMOR- AYUN… veo mi propia luz al fondo de tus ojos. Y eso es lo que estamos haciendo, conjugando el AMOR en clave colectiva.

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