Una mirada algo optimista a los resultados del plebiscito de salida 2022

"La única conclusión coherente que puede sacarse es que acá se rechazó el comportamiento de un gobierno indolente y que se aleja radicalmente de las expectativas que se expresaron con el levantamiento popular de 2019."

Por Wari

10/09/2022

Publicado en

Chile / Columnas / Política

0 0


Por Marcel Claude

La derrota del 4 de septiembre de 2022, es la derrota de una clase política que se ha empeñado en manipular, abusar y explotar a trabajadores y trabajadoras chilenas. La información que entrega la Facultad de Gobierno de la UDD y que se aprecia en el cuadro adjunto, es digna de analizar seriamente, con el fin exclusivo de entender el fenómeno político del plebiscito de salida 2022, que fue toda una sorpresa, algo así como el cometa Halley o cuando los planetas se alinean.

Era impensable, inimaginable, no cabía en las proyecciones de cualquier analista que la derecha alcanzara tan alto porcentaje de votación popular, no era posible pensar que el pinochetismo que a punta de fraudes aprobó la Constitución del 80, hoy en pleno apogeo “democrático” y después del levantamiento popular de 2019, llegara al 63% de apoyo electoral.

Entonces, hay que ponerle cabeza a estos resultados, más aún cuando desde la clase media alta hasta los sectores más pobres votaron más por el rechazo que los privilegiados del sistema, a saber, la clase alta. También se sabe que el rechazo ganó en la población penitenciaria, que sería uno de los sectores beneficiados de la nueva constitución según la publicidad del rechazo.

A todo esto, es bueno saber que la clase media alta, ya no es tan alta pues recuerden que el 99% de chilenos nos quedamos con el 50% del ingreso que queda en Chile y eso incluye a la clase media alta, puesto que solo la clase alta se lleva el 50% de la riqueza y esa es nada más que el 1% de chilenos y chilenas.

Hay que explicarse bien por qué los sectores más dañados del sistema votaron rechazo porcentualmente más que los beneficiados, ¿será que son pelotudos, facho-pobres, apatronados? Esa es la respuesta más abundante que se repite en las redes sociales, pero, ¿No son los mismos que dieron su voto para que Boric y los hipsters ñuñoinos llegaran a La Moneda? En ese entonces, no hace mucho, no eran tan facho-pobres ni apatronados, puesto que son los mismos que abrieron la puerta del proceso constituyente con el levantamiento popular de 2019, ¿No hay algo de cierto en que los sipoaprovistas concentraron sus esfuerzos propagandísticos en reeditar la disputa entre Kast y Boric, entre el pinochetismo y el futuro esplendor con el único fin de reeditar la victoria electoral de Boric? ¿Y qué quisieron apartarse del debate acerca del nuevo texto constitucional que era lo correcto?, pues el asunto no era la Constitución de Pinochet o la Nueva Constitución, eso ya se había zanjado en el plebiscito de entrada que dio como resultado un 80% de chilenos que querían cambiar la Constitución.

¿Cuál era la necesidad de reeditar la disputa electoral que llevó al líder de la izquierda rosa posmoderne a La Moneda? Primero, pensaron que se podía reeditar el resultado electoral y eso garantizaba el apruebo y legitimaba a Boric y a los hípsters ñuñoinos en el poder. Segundo, les permitía ocultar la verdadera Constitución que se pretendía aprobar y que contradecía flagrantemente, no solo el espíritu de la revuelta popular de 2019, sino también, los mismos preceptos ideológicos que supuestamente inspiran a esta nueva izquierda sin tacos ni corbatas. La campaña del apruebo faltó gravemente a la verdad. No es cierto que recuperaríamos el agua, pues el artículo 35 de las normas transitorias reconoce los derechos de agua otorgados hasta la fecha como realizados bajo la nueva Constitución; no era cierto que se protegía el bosque nativo, pues no tocaba la sustitución de especies nativas por pino y eucalipto, lo que ha sido siempre el punto de quiebre de quienes hemos peleado por evitar la desaparición del bosque nativo; no era cierto que protegía a los animales, pues la industria de la carne (donde se tortura, flagela y trata despiadadamente a los animales) ni siquiera fue mencionada ni se pretendía tampoco establecer alguna regulación para esa industria; tampoco se nacionalizaba el cobre, una fuente insustituible de recursos para financiar el desarrollo de Chile; y se mantenían intactas las paredes maestras del neoliberalismo, tales como, el rol del Banco Central, el manejo “responsable” del presupuesto fiscal; el Tribunal Constitucional al que solo le cambian el nombre por Corte Constitucional; y mantenía el concepto de libertad sindical (léase poder crear todos los sindicatos posibles), lo que le ha permitido a la oligarquía hasta hoy, dividir el poder de los trabajadores creando sindicatos rastreros pro-empresa, ¿Y el Poder Judicial? seguiría siendo un poder no sometido a la voluntad soberana ni al escrutinio del pueblo, o sea, seguiría siendo designado por los poderes constituidos. En fin, es larga la lista de concesiones que hizo la Convención Constitucional con el patronaje, con la clase empresarial dueña y señora de Chile S.A..

De esa discusión había que apartar al pueblo de Chile, pues era muy peligroso ese camino. Esa Nueva Constitución no era la que se escribió en los muros de los pueblos y ciudades de Chile después de la revuelta popular de 2019, era más bien una constitución inspirada en la ideología que propagan las ONG norteamericanas que financian a fundaciones y ONG chilenas ( y de eso yo tengo mucha experiencia), y que no es una ideología inocua, puesto que busca anular las luchas anticapitalistas de los pueblos y naciones sometidas, y sustituir las demandas históricas en contra del capitalismo depredador, por aquellas que promueven el capitalismo verde, y sobre todo, anular y reemplazar al sujeto histórico que conforman los miles y millones de trabajadores y trabajadoras explotadas, por las minorías sexuales que por más justas y atendibles que sean sus demandas, no pueden sustituir a las mayorías de explotadas y explotados por el sistema capitalista. A lo más sumarse, pero nunca reemplazarse. 

Finalmente, al insistir tanto en reducir el plebiscito de salida 2022, a una disputa formal y superficial, entre la Constitución de Pinochet y la Nueva Constitución, entre ser facho o ser progre, entre ser pro Kast o apoyar los cambios, aunque fuesen estos mediocres y sibilinos, el plebiscito de salida emigró a una simple –aunque no tan simplona- evaluación del gobierno de turno, que era lo que buscaban tanto sipoaprovistas como ideólogos del rechazo.

Ergo, es en ese contexto que debemos analizar los resultados del plebiscito de salida de 2022. Acá no cabe preguntarse porqué se rechazó la Nueva Constitución, dado que, se rehuyó esa discusión y se ocultaron mañosamente los verdaderos contenidos del nuevo texto constitucional. Entonces, ¿Qué pasó entre la asunción de Boric el 11 de marzo de 2022 y el plebiscito de salida del 4 de septiembre de 2022? El gobierno del presidente Boric se desplomó en seis meses, nada más; ¿Y este no era un gobierno de nuevo tipo, sin tacones ni corbatas?; ¿Este presidente, el más joven de toda la historia republicana, no se hizo grabar un video rindiendo homenaje al Presidente Salvador Allende?, ¿Este nuevo líder de la neo izquierda latinoamericana -según la Revista Time– no se le vio participando en ceremonias típicas de los pueblos originarios? Sin contar con el mentado asunto de subirse a un árbol. En fin, este nuevo cuento mediático del líder carismático de izquierda, que no es más que un invento de la oligarquía para capturar el voto de la izquierda y, de paso, pagarle a Boric por haber firmado el acuerdo por la paz que abrió el camino para desarmar la revuelta popular del 2019, se hundió; este nuevo producto del marketing político para jugar al eterno juego del gato pardo, se vino abajo en seis meses, solo seis meses; ¿Qué pasó entonces?; ¿Es este estrepitoso resultado electoral responsabilidad de la campaña maliciosa, mentirosa y maloliente del rechazo (que lo era por lo demás)?; ¿Es que los pobres son ignorantes, facho-pobres, sumisos esclavos de sus patrones?; yo pienso que esos argumentos son simples y muy pero muy injustos. Seis meses antes, le dieron el triunfo a Boric y anteriormente, fueron categóricamente claros al inclinarse por cambiar la Constitución de Pinochet. No es llegar y sacar esas conclusiones tan absurdas.

Lo que ha ocurrido en realidad, a mi limitado entender, es que, por una parte, Boric no se demoró mucho en frustrar las expectativas de sus electores: puso a Mario Marcel (un socialista neoliberal que ha sido parte permanente del staff de economistas que durante todos los gobiernos de la Concertación han consagrado el capitalismo neoliberal más desigual de toda América Latina); desechó el quinto retiro, fue a ofrecer proyectos mineros a Canadá (una de las actividades económicas más contaminantes); cerró la Fundición Ventanas (la única que cumplía con los estándares ambientales); negó la cuestión de los presos políticos, se reunió con la BHP Biliton (un importante consorcio minero operando en Chile); continuó con la política de militarización de la Araucanía; encarceló a Llaitul y su hijo; envió a Jackson a cabildear para que no se incluyera la nacionalización del cobre en la nueva Constitución. Es decir, al poco andar, este nuevo producto del marketing político para captar la votación de izquierda, se puso de lado de sus patrones, y sin miramientos se alineó con Bachelet, Lagos y toda esa pléyade de notables figuras que han sido parte de la tragedia y del dolor del pueblo chileno.

Por otra parte, y ésta es la buena nueva, ese pueblo que al parecer no es tan facho-pobre, ni tan sumiso, ni tan proclive a sus patrones, esta vez no cayó en el juego ni en la trampa de “la dictadura o nosotros”. Yo me cansé y me harté de esa perversa dicotomía y el pueblo parece que también. Con ese verso se lo pasaron manipulando al pueblo de Chile durante toda la transición. En cada elección, salían con la cantinela del mal menor, que si no votas por mí resucitará el Mamo Contreras y tú serás cómplice; ¿Qué prefieres un nazí como Kast o un sin corbata como Boric? Finalmente, al parecer, el pueblo de Chile, los más pobres, los olvidados en las cárceles, entendieron que sigue siendo cierto eso de que la “mona aunque se vista de seda, mona se queda” y que los y las fascistas neoliberales, aunque se saquen los tacones y se quiten las corbatas, fascistas se quedan. Puro y duro fascismo es encarcelar a Llaitul, no es otra cosa que fascismo al puro estilo de Kast.

Lo hermoso, y uso esta palabra para reírme un poco de las boludeces de Jadue, que es otro neoliberal disfrazado de comunista, es que esta vez no funcionó el mecanismo de manipulación política y hasta las ratas votaron rechazo, lo que no quiere decir que es un alineamiento a las posturas de derecha. Más bien un rechazo a la clase política que se ha ensañado con el pueblo de Chile, que lo ha traicionado una y otra vez y, sobre todo, que lo ha empobrecido hasta el hartazgo, lo que es al parecer lo que vimos el 4 de septiembre, la revuelta popular de 2019 expresada en las urnas. No hay por dónde sacar la conclusión de una derechización del electorado, ni siquiera la derecha lo ha hecho, en primer lugar, porque las condiciones materiales de existencia que son más reales y duramente más reales que las ilusiones que venden los matinales, son cada vez peores: en el 2003, un 10% más rico se llevaba el 45% de la torta, hoy solo el 1% se lleva la mitad, es decir, en 20 años la concentración del ingreso y la pobreza que de ello resulta, se han multiplicado infernalmente (9 súper ricos poseen el 16,1% del ingreso gracias a los gobiernos que han sabido usar la pervertida dicotomía del mal menor) y, de continuar estos gobiernos de derecha que hemos tenido desde el golpe militar, en 20 años más el 0,1% se llevará el 50% del ingreso. Por lo tanto, no hay condiciones materiales para sacar la peregrina y estúpida idea de una derechización del pueblo chileno. En segundo lugar, porque desde el levantamiento popular hasta el 4 de septiembre 2022, el pueblo ha mostrado una clara inclinación a los cambios políticos y en seis meses, no se derechiza un pueblo. Entonces, la única conclusión coherente que puede sacarse es que acá se rechazó el comportamiento de un gobierno indolente y que se aleja radicalmente de las expectativas que se expresaron con el levantamiento popular de 2019.

Lo que ha estado ausente en el cuadro de la política chilena, es un proyecto político auténticamente popular. No lo han dejado nacer y cada vez que nace algo que pueda parecerse a alguna fuerza que se levante contra el neoliberalismo, envían a los centuriones del César a degollarlas. Sin embargo, construir un proyecto político popular sigue siendo la tarea política pendiente que se debe levantar desde los lugares de trabajo, desde las organizaciones populares, desde donde se vive y sufre el día a día de la corrupción y la explotación de hombres y mujeres trabajadoras. El rechazo a la manipulación política de la Concerta y ahora del Frente Amplio, el rechazo a los proyectos políticos creados por la oligarquía para captar el voto de los oprimidos, es una gran oportunidad histórica que no debemos desaprovechar. Se hace urgente convocar un congreso de trabajadoras y trabajadores, de pobladoras y pobladores, que congregue también a intelectuales que puedan dar una mirada consistente y genuina del momento político que vive Chile y que ponga las bases para la construcción de un instrumento político nacido desde ahí y no desde los medios de comunicación de los oligarcas.

La derrota del 4 de septiembre, no es una derrota del pueblo, es la derrota de la izquierda rosa posmoderne (un invento de las ONG yanquis), heredera de la vieja Concertación, amparada y levantada por los medios de comunicación de los oligarcas para capturar el voto de izquierda. No es la derrota de un proyecto popular, puesto que este no se ha podido aún construir ni echar a andar… la derrota del apruebo, es un llamado urgente a su creación y construcción; no hagamos oídos sordos a ese grito de angustia y desesperación que emerge desde el fondo del alma de este pueblo martirizado por el neoliberalismo reinante.

Por Marcel Claude Reyes

Columna publicada originalmente el 7 de septiembre de 2022 en El Porteño.

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones