Sostenible y menos contaminante

Arquitectura pasiva, una solución a la crisis climática y energética

Las crisis climática y energética han inspirado el surgimiento de una nueva tendencia en el ámbito de la construcción, la arquitectura pasiva

Las cada vez más frecuentes olas de calor y frío como consecuencia del calentamiento global, así como las crisis energéticas que amenazan a varias naciones del mundo, han inspirado el surgimiento de una nueva tendencia en el ámbito de la construcción, denominada arquitectura pasiva.

Este movimiento nace como parte de las soluciones para construir estructuras con menor impacto medioambiental, tanto por el uso de materiales naturales reciclables, como la madera o el barro, o por la reducción del consumo energético hasta en un 90%. Tal es el caso de las llamadas “casas pasivas”, que utilizan la propia arquitectura del edificio para mantenerlas caldeadas en los meses fríos y frescas en los cálidos.

El objetivo de esta “moda” es que el ahorro de energía pase a una etapa técnica en la que se resuelva con los componentes de la arquitectura, más allá de simples medidas que pueden implementar los usuarios.

Así, estas construcciones pasivas pueden reducir la huella energética de una vivienda a un nivel mínimo, siguiendo una serie de principios básicos, como un buen aislamiento y un estudio de la orientación solar y las condiciones climáticas del entorno.

Aunque habitualmente solemos asociar las viviendas ecológicas con construcciones espectaculares y lujosas, o aquellas situadas en parajes de ensueño, en realidad cualquier casa, incluso un insulso bloque de apartamentos de extrarradio, puede convertirse en una casa pasiva, reseña BBC Mundo.

Origen

En el fondo, la arquitectura pasiva, entendida como aquella que se adapta a las condiciones climáticas de su entorno, existe desde la antigüedad, ejemplo de ello son las casas de barro de Mali, frescas en su interior bajo el inclemente sol del Sáhara, o los iglús de los pueblos indígenas de las regiones árticas.

No obstante, en el siglo XX la arquitectura se desvinculó en gran medida del clima que la rodeaba, ya que con las nuevas tecnologías y el uso de energías podían adaptar cualquier estructura dependiendo del clima que la rodee, gracias a los aires acondicionados o calefacciones.

Pero, la crisis del petróleo de los años 70 sumado a la emergencia climática que se ha convertido en una prioridad, dio un giro y el concepto de “vivienda pasiva” comenzó a popularizarse en las escuelas de arquitectura con el objetivo de reducir el impacto energético de los edificios.

En la actualidad, la arquitectura pasiva consta de cinco principios: Aislamiento térmico, hermeticidad, viviendas y puertas de calidad, reducción de puentes térmicos y sistema de ventilación con recuperación de calor. 

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