El veneno del alacrán rojo puede inhibir estos tres tipos de cáncer

La medicina científica nos sorprende cada día con nuevos hallazgos e innovadores procesos y tratamientos

Por Alexis Rodriguez

23/11/2020

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alacrán

La medicina científica nos sorprende cada día con nuevos hallazgos e innovadores procesos y tratamientos. Esta vez, científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descubrieron cómo inhibir varios tipos de cáncer muy comunes.

Los investigadores descubrieron una propiedad -hasta ahora desconocida- del veneno del alacrán rojo de la India. En su experimento encontraron que el veneno posee una toxina mutante capaz de inhibir los cánceres de mama, piel y próstata.

La agencia Sputnik citó el estudio que refiere a la toxina tamapina, exclusiva del veneno de esta especie de alacrán. Los científicos modificaron la tóxina y evidenciaron su capacidad para inhibir la migración de algunos tipos de células cancerígenas.

«Al modificar la tamapina se ‘bloqueó’ el movimiento de las células malignas de 60% a 70%”, señala el estudio. Para ello, los investigadores “utilizaron una concentración pequeña de la toxina del Mesobuthus tamulus, específicamente para tres tipos de cáncer: mama, piel y próstata«.

Asimismo, el estudio de la UNAM recordó que anteriormente se han encontrado otras toxinas mutantes con el mismo efecto. Sin embargo, y quieren destacar lo siguiente, “ninguna es tan efectiva como la doble mutante tamapina”, reseñó Sputnik.

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El próximo paso de los científicos

De momento, se sienten optimistas de poder desarrollar un fármaco contra estos tres tipos de cáncer gracias a la investigación. No obstante, advierten que para llegar a ese punto deben primero profundizarse aún más los estudios científicos.

La siguiente fase de esta investigación mexicana es emprender las etapas preclínicas y clínicas para comprobar su correcto funcionamiento. “Estamos en el punto de mejorarla y de comenzar pruebas en modelos animales en colaboración con investigadores mexicanos”, señala el estudio.

Su conclusión fue sincera: «Debemos poner los pies sobre la tierra porque desarrollar un nuevo medicamento tarda mucho tiempo. Aunque creemos que podemos inhibir la metástasis, somos conscientes de que debemos ir con cautela. Además, no queremos generar falsas esperanzas para un futuro inmediato”.

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