Al cansado, una palabra de aliento

  I Antes de la llegada de los conquistadores europeos, las tierras de América eran habitadas por cerca de 60 millones de personas

Por Wari

15/09/2016

Publicado en

Columnas

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Hervi Lara_XI

Antes de la llegada de los conquistadores europeos, las tierras de América eran habitadas por cerca de 60 millones de personas.  En menos de un siglo, dicha población disminuyó a 10 millones, debido a las guerras, la esclavitud y el contagio de enfermedades.

En 1581, un tercio de los indígenas había sido aniquilado.  Los que sobrevivían estaban obligados a pagar tributo por los muertos.  Los indígenas eran comprados y vendidos.  Dormían a la intemperie.  Las madres mataban a sus hijos para salvarlos del tormento de las minas.  Eran considerados “como animales sin dueño”, “hombres degradados” que perecían al “soplo de Europa”.

Los colonizadores destruyeron el universo simbólico y la razón de vivir, provocando alienación, sumisión y fatalismo, sometiendo el espíritu de los pueblos del sur, cuestión que se ha proyectado hasta hoy.

II

No obstante, desde las cenizas y contra toda esperanza, se experimentan impulsos de solidaridad.  Durante los años 70 y 80 del siglo pasado, las dictaduras militares eran una constante en el continente, con sus secuelas de detenidos-desaparecidos, ejecutados, torturados, exiliados, amenazados, etc…  Entonces, los movimientos sociales lucharon por la liberación de los pueblos.

Después se sucedieron los conflictos de América Central, en los que además de las violaciones anteriores, fueron desplazadas comunidades enteras con miles de refugiados por el clima político extremadamente violento.

Más tarde, los movimientos y organizaciones sociales tendieron a consolidar instituciones  a través de elecciones libres.

Otra etapa posterior se relaciona con grupos, colectivos, comunidades y pueblos que han defendido y continúan defendiendo derechos específicos frente a las amenazas del capital y del mercado, a lo que se suma la lucha por la protección y garantía de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales frente a las grandes corporaciones transnacionales y a los grupos económicos nacionales que les son afines.

III

Es así como se han constituido espacios organizados para la defensa y promoción de los derechos humanos, entrelazándose vínculos solidarios por la causa de la justicia, la paz y la dignidad.

En este mosaico de experiencias de lucha contra la tortura, la impunidad, la criminalización de la protesta social encaminadas a la liberación, se han articulado la Comisión Ética contra la Tortura (CECT-Chile) y la Iglesia Evangélica Luterana en Chile (IELCH).

En ambas entidades existe la convicción de que los derechos humanos, además de ser universales, son integrales, indivisibles e interdependientes.  Es lo que ha conducido a otorgar “al cansado una palabra de aliento” en los procesos de toma de conciencia de la opresión y de la lucha por liberarse de la injusticia.

Hemos confluido para continuar caminando con los pueblos excluidos, levantando la voz indignada frente al abuso del poder y acompañando de manera solidaria a los grupos históricamente marginados.

De esta forma ha nacido el Centro Helmut Frenz de Educación en Derechos Humanos, definiéndose partidario de la transformación de estructuras deshumanizantes y por “otro mundo posible”, buscando propuestas nuevas y eficaces ante la profunda crisis espiritual, cultural y ética en que la sociedad chilena y el mundo están inmersos.

Helmut Frenz es el nombre de este Centro.  Es un nombre significativo.  No es un nombre al azar.  Se trata de la memoria de un hombre que unió la fe y la razón, así como también la contemplación y la acción, habiendo permanecido siempre atento a los avatares del devenir histórico, haciendo de la justicia un asunto de fe y de la fe una expresión de justicia, en un mundo en que “la riqueza de pocos está hecha a costa de la pobreza de muchos”.

Frenz comprendió que en la historia desgarradora de este nuestro “continente de la esperanza”, en nombre de Dios las minorías privilegiadas emplean todos los medios para defender sus posesiones obtenidas “con mano ajena”.  Y en nombre de Dios, las mayorías resisten en condiciones inhumanas para sobrevivir a la erosión de la pobreza.

Frenz buscó las huellas de Dios no entre los poderosos, sino entre la muchedumbre de pobres y marginados, con sus privaciones y sus esperanzas.

Son las huellas del Dios del pan y del vino, contrario al hambre.  De la alegría, contra el llanto.  De la amistad, contra la soledad.  De la liberación, contra la opresión.  De la vida en abundancia, contra la muerte.

IV

Es éste el espíritu que el Centro Helmut Frenz de Educación en Derechos Humanos quiere proyectar desde el edificio proporcionado por el Ministerio de Bienes Nacionales,  y que será compartido con el Centro Cultura y Soberanía y el Archivo Miguel Enríquez.

Existe también un deber de gratitud y reconocimiento hacia quienes han confiado en nosotros: el ministro de Bienes Nacionales, señor Víctor Osorio.  El secretario Regional Ministerial, señor Felipe Morales.  El director del Departamento de Derechos Humanos de la misma repartición, señor Rafael Venegas.

Vaya un reconocimiento especial a Alejandra Arriaza, abogada de derechos humanos, compañera de lealtad y generosidad encomiables.

En iguales términos debemos mencionar a los directivos, funcionarios y socios de Amnistía Internacional, que han brindado hospitalidad a la Comisión Ética contra la Tortura (CECT-Chile) durante 15 años.

Agradecemos a los miembros de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile (IELCH) que han confiado en nosotros. De manera particular agradecemos la buena disposición de Josaphat Jarpa e integrantes del Observatorio Iglesia y Sociedad (OIS).   Y a todos quienes han sido partícipes de este proyecto que hemos iniciado emulando al patriarca Abraham: “Yavé proveerá”.

V

Estamos conscientes de la responsabilidad asumida.  Nos comprometemos ante la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia y que son el resultado de injusticias seculares y de amarguras increíbles, haciendo nuestras las palabras de Gabriel García Márquez, quien señalara la convicción de  que “frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida.  (Porque)  Ni los diluvios ni las pestes; ni las hambrunas ni los cataclismos; ni siquiera las guerras eternas, a través de los siglos y los siglos, han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.

Como hemos hecho hasta ahora, continuaremos dando “al cansado una palabra de aliento”.

Por Hervi Lara

Palabras en el homenaje a Helmut Frenz e inauguración de la sede del Centro Helmut Frenz de Educación en Derechos Humanos.

Sábado 10 de septiembre de 2016.

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