Autogestión y gobierno del pueblo

Durante los últimos meses me han preguntado con frecuencia cuáles son nuestras propuestas en distintos ámbitos y áreas de interés nacional

Por Wari

24/11/2013

Publicado en

Columnas

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Roxana_MirandaDurante los últimos meses me han preguntado con frecuencia cuáles son nuestras propuestas en distintos ámbitos y áreas de interés nacional. Como nuestro proyecto es radical y apunta a transformar estructural y profundamente la sociedad chilena, nuestras respuestas han sido recibidas con sospecha y un poco de tergiversación. En especial, nuestra posición en dos temas ha sido incomprendida hasta el extremo de la completa distorsión: el tema de la así llamada “participación ciudadana” y el tema del así llamado “emprendimiento”. Agradezco este espacio en El Ciudadano para aclarar nuestras posiciones sobre estos dos asuntos.

Respecto a la “participación ciudadana”, hemos manifestado que esta candidatura no tiene una propuesta. Y la razón es muy simple. La “participación ciudadana” es un modelo de acción hecha a la medida de instituciones públicas y procesos de decisión que cautelan y protegen la acumulación privada. En el encuentro de organizaciones de la sociedad civil “Populusaurio”, la actriz Mariana Loyola leyó un manifiesto de los organizadores del evento que decía que la “participación ciudadana” era la forma de equilibrar la acción e influencia de las empresas y las instituciones públicas en la definición de la agenda y el debate legislativo.

Pocas veces antes se había sincerado de forma tan descarnada la naturaleza del régimen político vigente en Chile: acá gobiernan las grandes corporaciones y las burocracias partidarias, no el pueblo. La llamada “participación ciudadana” es un intento de equilibrar un poco el poder de definición de agenda, pero nada más. En el Chile de hoy las empresas y las autoridades públicas mandan; si no se promueve la “participación ciudadana”, al pueblo le queda obedecer; y si se promueve dicha participación, al pueblo le queda obedecer pero con la gran concesión de que puede poner algunas de sus preocupaciones en la agenda. En lo fundamental, sin embargo, el pueblo no manda; mandan el capital y sus aliados en el sistema de representación, esos que me he tomado la libertad de llamar “los zánganos”.

Al grupo de organizaciones que me han proclamado como su candidata para las próximas elecciones, no sólo no les interesa “la participación ciudadana”, sino que proponen sustituir el régimen político chileno actual, en el que, a decir de Mariana Loyola y las organizaciones de la sociedad civil chilena, gobiernan las empresas y las autoridades públicas, por un régimen político en el que gobierne el pueblo. Ese es el sentido más profundo de nuestra propuesta de “que el pueblo mande”.

“Que el pueblo mande” no es una consigna. Es la idea que sintetiza todo nuestro proyecto de un nuevo régimen para Chile y que se sustenta en una concepción del poder político que se opone radicalmente a la que sirve de base al régimen actualmente vigente. Si en este último empresas y autoridades mandan y el pueblo obedece, en el régimen político que proponemos, por el contrario, el pueblo manda y las autoridades obedecen.

La premisa fundamental de una república en la que el pueblo manda es que las responsabilidades de gobierno no pueden ni deben recaer en minorías oligarquizadas que, pagadas con recursos públicos, trabajan en realidad para el gran capital, como claramente quedó demostrado en el vergonzoso caso de la termoeléctrica de AES Gener instalada en Campiche. Al contrario. Las instituciones de representación popular se subordinan a las instituciones y dinámicas de decisión del pueblo organizado, de las cuales las principales son las Asambleas Populares Permanentes y la deliberación que tiene lugar en su seno. Frente a esta propuesta, cuando nos preguntan por la neoliberal “participación ciudadana”, no podemos sino responder que no pretendemos que “la ciudadanía” hago algo tan pobre y limitado como “participar”. Pretendemos que el pueblo gobierne y mande.

Respecto al así llamado “emprendimiento”, nuestra respuesta es similar: no tenemos ninguna propuesta para promocionarlo y fomentarlo. El “emprendimiento”, en el marco de la cultura económica del capitalismo, suele entenderse como la respuesta, generalmente individual, a necesidades de distinta índole. Pero en la práctica “el emprendimiento” está orientado a obtener lucro y ganancia. En estricto rigor, es más un medio de enriquecimiento que de satisfacción de necesidades. Muchos emprendimientos, de hecho, están orientados a crear necesidades nuevas y artificiales con el objeto de dinamizar la acumulación de capital.

Como nuestro proyecto propone superar el capitalismo -es, de hecho, el único proyecto explícitamente anticapitalista que llega a la papeleta desde las elecciones de 1970- no podemos sino declararnos contrarios y contrarias a las políticas de promoción del tan capitalista “emprendimiento”. Para nuestro proyecto, las principales necesidades de una sociedad se resuelven con la organización no capitalista del trabajo de las comunidades. Y a esa forma de organización le llamamos “autogestión”.

“Autogestión” significa, a grandes rasgos, que una comunidad, organización o sociedad afronta y da respuesta a sus problemas y necesidades de forma autónoma, definiendo sus propios objetivos y eligiendo los medios para alcanzarlos. Las actividades autogestionarias se oponen, por ejemplo, a gran parte de los programas sociales del Estado, en los que los objetivos y medios para alcanzarlos son definidos por un servicio público. En la autogestión, además, las comunidades y organizaciones sociales mismas también son las responsables de la planificación y ejecución de sus proyectos, y no como ocurre en los programas del Estado, que dejan esa planificación y ejecución en manos de funcionarios públicos o de empresas/organizaciones no públicas.

La autogestión tiene el objetivo único de dar respuesta a una necesidad y no pretende la generación de ganancia o lucro, como ocurre con “el emprendimiento”. Asimismo, es una forma colectiva, organizada y cooperativa de dar respuesta a problemas colectivos. Se apoya en la capacidad autónoma de las comunidades organizadas y no en la de sus integrantes individuales aislados y atomizados. El emprendimiento, por el contrario, es una actividad atomizada, inorgánica y competitiva. Su sujeto es el individuo emprendedor que genera empresas para lucrar con el emprendimiento. El sujeto de la autogestión, por el contrario, es la comunidad o la organización social que necesita soluciones y no lucro privado.

Nuestra propuesta de promoción de la autogestión se sustenta en experiencias concretas. En los últimos años, el movimiento de pobladores ha desarrollado distintos proyectos autogestionarios para dar respuesta a las necesidades de vivienda y de educación. Sus soluciones, como el complejo habitacional del Movimiento de Pobladores en Lucha de la comuna de Peñalolén, el MPL1, han logrado satisfacer demandas sociales con productos de mayor calidad y a costos menores que el de los “emprendimientos privados” (inmobiliarias, colegios particulares y subvencionados, etc.) pues, entre otras cosas, destinan la totalidad de sus recursos a la solución en sí; no deben destinar fondos al enriquecimiento privado de los propietarios de la empresa.

Durante mi gobierno, las necesidades de la sociedad chilena serán atendidas a través no de “emprendimientos”, sino a través de proyectos autogestionarios. Para tal fin, implementaremos tres medidas fundamentales:

– Creación de un Servicio Nacional de la Promoción y Desarrollo de la Autogestión.

– Creación de fondos públicos para el desarrollo de proyectos de autogestión con especial énfasis en los proyectos destinados a satisfacer y garantizar derechos sociales, económicos y culturales en las áreas de vivienda, educación, salud y medioambiente.

– Estímulos tributarios a toda actividad autogestionaria.

Cuando hablamos de superar el capitalismo y de que el pueblo mande, lo decimos en serio. La autogestión y el gobierno del pueblo son dos de los pilares fundamentales de una sociedad diferente, que, lejos de atarnos a las leyes del lucro, nos conducirá al buen vivir. El resto, son versiones edulcoradas y socialdemócratas del capitalismo neoliberal…

Por Roxana Miranda Meneses

Candidata a la Presidencia de Chile por el Partido Igualdad

El Ciudadano Nº147, octubre 2013

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