Brutalidad policial, vergüenza nacional

Con la llegada del nuevo gobierno la figura del enemigo interno ha vuelto a convertirse en protagonista principal de la filosofía que rige el comportamiento del Ministerio del Interior y de las fuerzas de orden y seguridad en nuestro país

Por Wari

05/01/2011

Publicado en

Columnas

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Con la llegada del nuevo gobierno la figura del enemigo interno ha vuelto a convertirse en protagonista principal de la filosofía que rige el comportamiento del Ministerio del Interior y de las fuerzas de orden y seguridad en nuestro país. Esto demuestra que a pesar de los esfuerzos que supuestamente hicieron los gobiernos de la Concertación por generar confianza entre la sociedad civil y sus instituciones armadas, estas siguen siendo, en esencia, las mismas de la dictadura y continúan asumiendo el rol de instrumento de dominación de clase como huella indeleble de su código genético.

No es coincidencia que este retorno a su esencia se de en el marco del actual gobierno: la derecha siempre ha sido partidaria del autoritarismo para impedir toda resistencia a su dominación política y económica. La ilegítima Constitución en vigor es la prueba de ello. La doctrina de seguridad nacional resucita desde los sucios cajones de los sectores más conservadores y autoritarios del país. La defensa del modelo económico es lo que vuelve a caracterizar a nuestras fuerzas armadas y de seguridad, que olvidan una vez más que su deber primero es la defensa de la sociedad que las nutre y les da vida.

Las imágenes que hemos visto en estos días de carabineros atacando y golpeando de manera brutal y enfermiza a manifestantes pacíficos del pueblo de Rapa Nui, se suman a los montajes “antiterroristas”, a la represión brutal de las manifestaciones sociales y a los provocadores infiltrados que crean desordenes y justifican la represión. Todo ello muestra a una policía llena de odio, que se ve a sí misma como el instrumento represor que debe aniquilar cualquier intento de generar cambios en el sistema impuesto a sangre y fuego por la dictadura militar.

Sin embargo es claro que la decisión de criminalizar la protesta social proviene de las más altas esferas de gobierno. La búsqueda de responsabilidades por los abusos de poder que constatamos a diario no debe agotarse en los uniformados que los ejecutan. La responsabilidad primera recae en el Ministerio del Interior y su nueva política de tolerancia cero hacia la resistencia al modelo y la protesta social. Esta es en definitiva la vieja y conocida forma de gobernar de los esbirros de la tiranía.

Que nadie se sorprenda entonces cuando volvamos a ver a los carabineros enfrentándose a más y más huelguistas, trabajadores fiscales, profesores, mineros, colegiales, jóvenes estudiantes y miembros de nuestros pueblos originarios como si fueran enemigos. Porque son este gobierno y este sistema los que designan al pueblo de Chile como su enemigo. Esto constituye una señal demasiado elocuente como para no entenderla. Vanos serán los intentos por invitar a más gente a incorporarse a la política bajo los criterios supuestamente democráticos de quienes violan a diario nuestros derechos fundamentales, y cuando la realidad dice que no es posible confiar en algunas autoridades dispuestas a todo para proteger al modelo de quienes se atreven a soñar una sociedad mejor y buscan construirla mediante la lucha política, la resistencia pacífica, la movilización social o la lucha callejera.

Será tarea de un futuro gobierno, verdaderamente democrático y alternativo a este modelo económico, asumir nuevamente el desafío de profesionalizar a las fuerzas armadas, de orden y seguridad que no son ni deben ser un fin en sí mismo, ni un instrumento de dominación de una clase sobre otra, y mucho menos, los cancerberos de un modelo económico que la mayoría del país rechaza.

Recuperar las fuerzas de orden y seguridad para Chile sigue siendo, a la luz de los acontecimientos, una necesidad urgente e impostergable. Antes de que tengamos que llorar una vez más alguna víctima asesinada por el delito -intolerable para la derecha-, de pensar distinto y soñar con un mundo mejor para todos.

Por Daniel Jadue

Presidente Centro Cultural La Chimba de Recoleta

Politika, segunda quincena diciembre 2010

El Ciudadano N°93

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