Cartes, el Badoglio de la ANR

Con todo el ímpetu de cualquier nuevo gobierno que se precie de efectivo, contando con los parabienes y auspicios de la prensa, el mercado y la iglesia, Horacio Cartes empuja el carro de la victoria para asegurar en cien días una impronta que no detenga nadie en su afán de convertir a Paraguay en un […]

Por Wari

23/08/2013

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Columnas

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Con todo el ímpetu de cualquier nuevo gobierno que se precie de efectivo, contando con los parabienes y auspicios de la prensa, el mercado y la iglesia, Horacio Cartes empuja el carro de la victoria para asegurar en cien días una impronta que no detenga nadie en su afán de convertir a Paraguay en un país «serio».

Según Cartes, en su discurso inaugural, a Paraguay lo único que le falta es seriedad. Seriedad empresarial, militar, publicitaria, futbolera, negociante, autoritaria, que necesita de cheques en blanco y depósito absoluto de confianza para realizarse. Es lo que ha solicitado al Congreso paraguayo con la modificación a la Ley 1.337/99 de defensa nacional y seguridad interior y que este Congreso le ha cedido en bandeja de plata.

Ha conseguido Cartes contar con una herramienta para dotar de seriedad al Parlamento: una tijerita militar para cortar cualquier intentona de juicio político o fronda parlamentaria. El fin de la primavera parlamentaria se ha iniciado. La real pero informal república parlamentaria que sufrimos se ha disparado en el pie. Cualquier intento de defenestrar al presidente Cartes tiene un remedio bajo la forma de una actuación militar que sólo necesita de la orden del presidente. Es en la instalación de la seriedad contra el Congreso a través de los votos de los congresistas.

Con este tipo de actuaciones, Cartes aparece como el Badoglio de la Asociación Nacional Republicana. Pietro Badoglio, mariscal italiano, virrey de Etiopía, monárquico acérrimo, devenido fascista después de que Mussolini se hiciera dictador con la venia del Rey y el Papa, desplazó a Mussolini como jefe de gobierno fascista en 1943, con apoyo del Rey, del Papa y de los propios fascistas que lo vieron como la salvación y continuidad de la dictadura, partido y guerra. Badoglio no fue nada de eso. Firmó, en secreto, un armisticio con los aliados que implicaba poner fin al gobierno del fascio, el fin del partido fascista y el fin de la colaboración con los nazis en el esfuerzo de guerra.

Cartes, cual Badoglio, llega con el apoyo del Rey (Zuccolillo, los empresarios y EEUU) y el Papa (la iglesia, los media) y con el apoyo del Partido Colorado que lo ve como su salvación y continuidad, y tal cual Badoglio, firma acuerdos para desbancar del poder a la ANR, como han sido esta modificación (que restringe el poder de un congreso controlado por una amplia mayoría colorada y que restringirá los poderes locales colorados durante la intervención militar que se realice de acuerdo a esta modificada ley) y la designación de «ministros técnicos» que inmediatamente asumidos han puesto en tela de juicio la continuidad del poder sindical/seccional colorado. Aduanas, Yacyreta, Salud, Cultura para dar algunos ejemplos. La exigencias de «idoneidad» atentan contra la cultura prebendaria, base del poder de masas colorado.

Como Badoglio ha pasado por encima del partido para delinear su política interior: regalar el país a los empresarios extranjeros; ha firmado acuerdos secretos para privatizar el país y asumir con más interés que resignación la entrada de Venezuela al Mercosur. Conservará, como Badoglio, las formas, y para ello dejará que la vieja guardia colorada muestre la cara en algunos ministerios destacados, como Exteriores y Defensa, para «quemar» esas antiguallas. Como Badoglio forzará, vía hechos concretos, la sumisión del partido para su aniquilación como continuidad histórica.

Los apoyos de Cartes son, sobre manera, extrapartidarios. El empresariado nacional e internacional es el mayor de ellos, ávido como está de expandirse comiendo vía privatizaciones de todo tipo la maquinaria productiva y de servicios estatal. Tiene también el apoyo de las grandes empresas mediáticas que buscan la destrucción de las formas consuetudinarias de hacer política y sindicalismo en Paraguay, bajo una idea «profesional» y «corporativista» de entender la política y el trabajo. Modernizar, pasar de la presión intrapartidaria, el cuoteo y el clientelismo, a la inexistencia de sindicatos y demandas sociales.

El apoyo externo a Cartes, como a Badoglio, queda claro con el tema EPP. Un tema que no «marcaría» la agenda del Gobierno, a menos que le sacase el máximo provecho posible. Y tanto provecho que ese «no marcar la agenda» le ha permitido despojar al poder legislativo de gran parte de su fuerza y sumar un nuevo agente a una la llamada cumbre de poderes: las fuerzas armadas.

Cartes, el Badoglio paraguayo, finiquita al partido que lo lleva al poder en pro de sus propios intereses.. y de intereses ajenos.

Por Pelao Carvallo

22 de agosto de 2013

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