¿Cómo y dónde podría romper una crisis casi apocalíptica?

Los sucesos políticos ocurridos en este último año, han marcado la desvinculación en contenido y ritmo de los sucesos reales que asolan a la gran mayoría de las personas, quienes además de sufrir por la falta de ingresos, aumento de sus deudas, sufren de ansiedad por efecto de la pandemia

Por Wari

23/03/2021

Publicado en

Columnas

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Los sucesos políticos ocurridos en este último año, han marcado la desvinculación en contenido y ritmo de los sucesos reales que asolan a la gran mayoría de las personas, quienes además de sufrir por la falta de ingresos, aumento de sus deudas, sufren de ansiedad por efecto de la pandemia. El impacto económico sobre la población ha sido muy duro, debido a la paralización de las actividades de todo tipo, agravado por la ausencia de principios humanistas en los gobiernos de derecha, que hubiesen permitido ir en ayuda inmediata de la población que ha estado por meses encerrada sin ingresos, sin alimentos y sin atención médica.

La inseguridad y la dificultad para encontrar algún referente que sirva para construir un  futuro, se debe a que vivimos un desastre similar a la estructura de un iceberg. Solo vemos parte de la pandemia, lo que dicen los gobiernos, porque han utilizado un enfoque de economía de mercado, con grandes laboratorios recibiendo recursos fiscales para vacunas, los cuales las venden a los países que tienen recursos para pagar, como si el virus distinguiera entre pobres y ricos. También vemos algo de la crisis económica neoliberal, un problema que tiene una profundidad tres veces mayor a lo visible. Pretendo recordar los aspectos más relevantes, implícitos en la crisis sistémica con efecto global, para dar una idea de los acontecimientos que pueden ocurrir y dar paso a una crisis mayor, casi apocalíptica.  

La deuda fiscal de EE.UU. ha continuado subiendo, estimándose que en los próximos meses estará en los US$ 30 billones, aproximadamente el 150% del PIB, incluido el reciente paquete de estímulos por US$ 1,9 billones, equivalente al 8% del PIB.  En los 12 meses entre principios de marzo de 2020, justo antes de la pandemia, y marzo de 2021, la deuda nacional de EE.UU., aumentó de US$ 23,5 billones a US$ 28 billones, lo que significa un aumento de US$ 4,5 billones. “El balance de la FED aumentó de US$ 4 billones a US$ 7,5 billones, un aumento de US$ 3,5 billones, lo que implica que la FED ha monetizado más del 75% de toda la deuda del gobierno de EE.UU., emitida en 2020”.

En el orden mundial, las medidas de alivio de la pandemia ha aumentado la deuda en US$ 20 billones desde el tercer trimestre de 2019, y los economistas estiman que solo a fines de 2020 ésta sería de US$ 277 billones, equivalente al 365% del PIB mundial.

Un factor desconocido para la mayoría de las personas es la cifra de la desigualdad medida en dólares. Dicha cifra ha sido determinada por una prestigiosa institución, la Rand Corporation, que elaboró un estudio titulado “Trends in Income From 1975 a 2018,” donde establece que la desigualdad de los muy ricos con relación al resto de pobres, tiene un número, US$ 50 billones en ganancias despojadas de la fuerza laboral, obtenida por múltiples artimañas elaboradas mediante la ingeniería financiera, señalando que, de 1975 a 2018, durante estos 43 años, el PIB per cápita creció un 118%, pero en la parte inferior, los ingresos solo aumentaron un 13,5 %, en tanto en la parte superior de los muy ricos, creció un 166%.

Lo señalado anteriormente, se concilia perfectamente con la investigación de Drew Desilver, del Pew Research Center, donde se señala que, “el crecimiento de los salarios ha estado por detrás de las expectativas de los economistas. De hecho, a pesar de algunos altibajos en las últimas décadas, el salario promedio real de hoy, es decir, el salario después de tomar en cuenta la inflación, tiene aproximadamente el mismo poder adquisitivo que hace 40 años”.

El modelo de economía neoliberal logró desconectar la valoración del mercado laboral, con respecto a la rentabilidad en que valora el capital, en especial, el capital financiero. La principal consecuencia de aquello son las bajas remuneraciones, que a su vez implican bajas pensiones. Es una utopía pretender aumentar los descuentos de los salarios para financiar las pensiones. Restará más poder adquisitivo al trabajo, y junto con los aportes del Estado, solo será un paliativo para algunos años, luego, volverán a quedar rezagados por la sistémica baja del mercado laboral que impone este modelo neoliberal, que como sabemos, ha eliminado la capacidad negociadora por falta de sindicalización, además de la incorporación de la robótica y otros factores tecnológicos que han dejado a miles de millones de trabajadores con rentas de sobrevivencia.

Quienes siempre reciben grandes sumas por créditos a muy bajas tasas son los grandes empresarios, inversores, individuos o corporaciones que invierten mayoritariamente especulando en el mercado bursátil o recomprando sus propias acciones. Pero estos procesos tienen costos. La especulación para maximizar las utilidades, ha producido las “burbujas” en todo, con excesos de capital financiero que aumenta el valor de las acciones, o los créditos a empresas sin valor, los derivados, las hipotecas o los bonos de EE.UU., un mercado con US$ 21 billones donde hay una gran burbuja lista para estallar.

La debilidad principal del dólar se refuerza a partir de 1971, cuando Richard Nixon puso fin a la convertibilidad entre el dólar y el oro, coincidiendo con el estudio de la Rand Corporation, sobre el despojo de US$ 50 billones extraídos de la fuerza laboral. Para resolver el déficit, los gobiernos norteamericanos se han obligado a emitir deuda en bonos que se venden en el mercado primario (bancos privados). Sin embargo, como aún existen regulaciones que obligan a los bancos a constituir reservas bancarias líquidas, el gobierno recurre a la emisión de deuda con bonos que son comprados directamente con los dólares emitidos por la FED, lo que se llama monetizar la deuda.

La gran expansión de la deuda de los Estados Unidos está encontrando dificultades para vender sus bonos en las subastas. Mientras mayores son las deudas y los déficits, hay menos compradores dispuestos a invertir en ellos, por la perspectiva inflacionaria, en especial, cuando suben las tasas de rendimiento, que hace caer el valor de los bonos. Eso es lo que actualmente está encendiendo las alarmas en Wall Street, preocupados por la capacidad del mercado para absorber más deuda. El 26 de febrero se observó una escapada de ese tipo, respecto a la tasa de rendimiento de los bonos del Tesoro, que la FED logró frenar, dejando una incógnita de lo que pueda ocurrir en el futuro. No es un misterio para nadie que la administración de la economía de mercado está bajo el control de la FED, aunque no hay garantía de que pueda salirse de control, para impactar a las acciones, los bonos y el dólar, como consecuencia de alzas en la inflación y las tasas, además de los fuertes desequilibrios financieros, como los US$ 12 billones en bonos con intereses negativos.

Las grandes cifras de las deudas, creadas por el exceso de dinero es consecuencia del mayor gasto federal del gobierno, US$ 8 billones por año, pero recauda menos de US$ 3,5 billones en impuestos. La caída de los ingresos responde a un modelo centrado en la rentabilidad del capital, que previamente generó el éxodo de las industrias y la manufactura fuera de Estados Unidos, a donde fuese más rentable. Acentuar la globalización fue la respuesta a la ansiada búsqueda de rentabilidad, en especial para el capital financiero de bajo costo proporcionado por la FED a los más ricos. Los dólares que los estadounidenses han gastado a raudales, lo han convertido en un axioma. Creen que responde a un designio de la divina providencia que los eligió para ser ricos sobre el resto del mundo, y los demás deben aceptar su destino de ser pobres y que no habrá consecuencias.

Hasta US$ 120.000 millones al mes es la impresión de dinero fiduciario. Desde el inicio de la pandemia hasta hoy, el M1 (compuesto por los billetes y monedas en circulación, las cuentas corrientes y cuentas a la vista), ha pasado de cuatro billones de dólares a 18 billones de dólares. Eso no es casualidad, el dólar se ha infiltrado en la economía real, y la FED espera algo de inflación temporal para debilitar el dólar, cuya principal consecuencia será el traspaso de las pérdidas al resto del mundo y lo más importante, la pérdida de poder adquisitivo del sector laboral y de los más pobres, que apenas consumen para sobrevivir.

Son varios los bancos centrales, Turquía, Brasil, probablemente Rusia que están empezando a subir las tasas, y para la FED, según opinión de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, «Las tasas de interés a largo plazo han subido un poco, pero principalmente creo que los participantes del mercado están viendo una recuperación más sólida”. Con respecto a las tasas de interés, ¿El aumento de las tasas de interés no le preocupa?, dijo Yellen, «Creo que son una señal de que la economía está volviendo a la normalidad”…. «Y en lugar de que la inflación permanezca por debajo de los niveles que son deseables durante años, están comenzando a ver que la inflación regresa a un rango normal de alrededor del 2%». “Y la inflación puede aumentar más que eso, pero será transitorio”.

La crisis podría partir rompiendo en los siguientes aspectos.  Que Joe Biden aumente aún más el gasto fiscal para sacar la economía paralizada en los servicios, que es el 70% del ingreso del PIB, destinando US$ 3 billones más para renovar la infraestructura del país, clima, escuelas y familias, cuyo efecto indirecto gatillará una mayor inflación, obligando a la FED a subir las tasas. El costo de subir las tasas sobre 3%, incluso menos, produciría una estanflación mundial, con varios gobiernos cayendo en “default”.  Respecto de esta opción, existe una alternativa que ha mencionado el presidente Biden, subir fuertemente los impuestos a los ricos y a las grandes empresas. Eso implicaría un gran desgaste político, pero podría financiar el gasto y lograr un buen resultado, sin embargo, chocará con los supremacistas de extrema derecha dispuestos a todo, cuya violencia ya se advierte en las calles de los Estados Unidos.

Una segunda opción es que la intervención federal sea masiva, del tipo “cueste lo que cueste”, para evitar el colapso de los mercados, las quiebras, los cierres, la paralización de las cadenas de suministro, abastecimientos de partes y componentes, desatando la inflación que obligue a la FED a subir fuertemente las tasas a niveles críticos cercanos a 15% o más, como ha ocurrido en el pasado. El efecto sería una gran recesión con repercusión mundial.

Quizás una tercera alternativa, puede ser un derrumbe del dólar y la paralización bancaria, que corte el crédito y el flujo de pagos internacionales. Las opciones están interconectadas, la ruptura de alguna de las burbujas puede surgir en las acciones, los bonos u otras. Han subido los precios de la madera, la gasolina, el cobre, los alimentos, etc., y las hipotecas están impagas y en alza, con la inflación muy cerca. Powell, de la FED, ha reconocido las incipientes presiones inflacionarias, pero insiste en que la FED aún tiene mucho margen de maniobra y que las tasas permanecerán bajas en el futuro previsible. Los lectores verán si creen o no.

La elite dominante en la economía y las finanzas defenderá su riqueza hasta el último dólar, porque la concentración de capital aumentó la desigualdad como nunca antes, a tal nivel, que actualmente las cinco principales empresas del S&P 500, que son los “otros” que componen el 1%, representan el 18% de la capitalización total del mercado, y están  dispuestos a crear un conflicto geopolítico grave si son tocadas, como nos refiere la historia.

Por Mario Briones R.

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