Cuando los menos tienen la verdad, según ellos mismos; la crítica a la Tiranía de la Mayoría

El mismo día que asume Elisa Loncón como presidenta de la Convención, Marcela Cubillos ya comienza a utilizar el concepto “tiranía”, que posteriormente mutará en “tiranía de la mayoría” para referirse a las votaciones y las decisiones tomadas por la Convención Constituyente.

Por El Ciudadano

31/08/2021

Publicado en

Chile / Columnas / Política / Portada

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 Por Sebastián Bastías Arias

“Una palabra nueva-o concepto- es como una semilla fresca que se arroja al terreno de la discusión”, decía Wittgenstein. Y bueno, la constituyente Marcela Cubillos lanzó un nuevo concepto para ser discutido; “Tiranía de la Mayoría”. Frente a una extraña omisión o respuesta por parte de quienes deberán haber puesto el grito en el cielo con tan caricaturesca afirmación, es necesario aclarar ciertos aspectos que no se han tomado en consideración, pero que es urgente aclarar y dejar de confundir. Esto en pos  de evitar que el concepto negativo de tiranía de la mayoría se transforme en una especie de axioma por parte de, precisamente, quienes se oponen a la voluntad de la mayoría democrática o toda mayoría, homologándola, sin más, como una “tiranía”.

Lo primero necesario de aclarar es que, y al contrario de lo que normalmente señalan algunos políticos que se hacen llamar “liberales” o ciertas “columnas académicas”, el concepto de “tiranía de la mayoría” es, por sobre todo, de “invención reciente” y solo posible de relacionar de manera muy oscura o rebuscada a los llamados “padres fundadores” de EEUU o la democracia occidental, como nos quieren hacer creer a partir de un revisionismo antojadizo. Por ejemplo; John Adams presidente de EEUU entre 1791 y 1795 sí uso el concepto tiranía de la mayoría pero para referirse a algo completamente diferente; la necesidad de “tres poderes”. El concepto es prácticamente desconocido en la historia contemporánea y si bien se refirieron a él autores como Nietzsche, fines del siglo XIX, o Marcuse, mediados del XX, fue para referirse a algo completamente diferente a las conclusiones de Marcela Cubillos, ex directora del centro de estudios Libertad y Desarrollo: las mayorías son tiránicas con las minorías.

El mismo día que asume Elisa Loncón como presidenta de la Convención, Marcela Cubillos ya comienza a utilizar el concepto “tiranía”, que posteriormente mutará en “tiranía de la mayoría” para referirse a las votaciones y las decisiones tomadas por la Convención Constituyente; “En este hemiciclo usted habló de amor y en la noche sembró división. Y a nuestro juicio se pavimenta un camino de tiranía”. Quien en su juventud fuera férrea defensora de la dictadura de Augusto Pinochet hablaba de tiranía para referirse a la mayoría democrática. Un primer paso en pos de la penetración del concepto “tiranía” en la discusión política por parte de la derecha. Así el concepto “se instala” y la “tiranía” comienza a ser “discutida” para referirse a un hecho que es en sí lógico: la centro derecha, o derecha, había sufrido una derrota electoral logrando tan sólo 37 Constituyentes y no el mínimo de 46 necesarios para lograr el 1/3. Como lo tituló el diario “El País” de España; “La derecha chilena se queda sin opciones de veto en el articulado de la nueva Constitución”.  Referirse a la tiranía de la mayoría se convertiría en un conejo del sombrero; las mayorías deben respetar y reconocer que una minoría democrática –la de ellos, no cualquiera- debe ser tratada como si no fuera una minoría democrática ya que, a fin de cuentas, tienen la razón aunque las urnas electorales digan lo contrario.

Continuando; el 8 de julio la Ex Ministra de Educación y férrea defensora del binominal –sistema electoral en sí opresor de minorías políticas- señala en su cuenta de twitter; “Seguimos conducidos por una mesa que hace lo que quiere. La tiranía de una mayoría que conduce a su arbitrio y aplica las reglas que quiere y cuando quiere”. El 16 de julio, una semana después, la historiadora e influencer intelectual de la derecha Lucía Santa Cruz publica en El Mercurio, y en el blog de Libertad y Desarrollo, una columna titulada precisamente “La Tiranía de la Mayoría” donde escribe que; “El riesgo de una “refundación de la democracia, carente de los resguardos necesarios para evitar la tiranía política y social de una mayoría”. Lucía Santa Cruz es consejera de Libertad y Desarrollo, la constituyente Cubillos ex presidenta de ese centro de estudios. En una extraña maniobra donde se invierten completamente lo hasta hace poco defendido por la derecha –es necesario que las mayorías entreguen estabilidad frente a las minorías inestables- , ahora la derecha se convierte en un paladín de los derechos de las minorías que antes eran “legítimamente silenciadas”, por la misma derecha, en pos de la “estabilidad” de la democracia misma.

¿Por qué hablar  del concepto Tiranía de la Mayoría? ¿Qué sentido puede existir en la utilización de un concepto prácticamente desconocido? ¿Existe algún autor o pensador que se refiera o tenga como concepto central de su teoría la Tiranía de la Mayoría? La respuesta es afirmativa y se llamó Ayn Rand. Escritora nacida en Rusia huye junto a su familia luego que todos sus bienes son confiscados por el Estado soviético luego de la revolución. “El capitalismo no es meramente práctico, sino que es el único sistema moral de la historia”, señaló la escritora ruso norteamericana como “base incuestionable” de su pensamiento, y es justamente esta “singular” autora quien instalará en el mundo contemporáneo el concepto para referirse literalmente a eso; la mayoría como ”segundones” que actúan como tiranos frente a una minoría talentosa, exitosa, rica e incomprendida.

En un mundo donde obviamente los que no son ricos ni exitosos son mayoría la democracia es -en sí misma- peligrosa según Rand y apela a una defensa de todo valor individual por sobre cualquier valor social o colectivo; “el altruismo es el mal”, señaló una y otra vez en sus libros, artículos o entrevistas. “La minoría más pequeña del mundo es el individuo”, escribió; volviendo toda discusión política –pública- un imposible. Parece una broma de mal gusto que con respecto a la “tiranía de la mayoría” Lucía Santa Cruz escriba; “se trata de la ‘tiranía social’, que aspira a obligar a todos a aceptar un cuerpo de convicciones, aunque contraríe su libre pensar”.

Como lo señalé en un principio; la tiranía de la mayoría como concepto histórico es casi inexistente en los últimos siglos, sólo defendida por Rand y su “objetivismo” capitalista donde todo individuo es, en sí mismo, una minoría que debe oponerse a la mayoría; “cuando digo «Capitalismo», quiero decir Capitalismo completo, puro, incontrolado, no regulado”. Lucía Santa Cruz afirma que el concepto Tiranía de la Mayoría fue utilizado por Tocqueville; pero no, es falso, jamás lo señala, también cita a Mill como otro defensor del concepto; quien tampoco lo utiliza. Ambos hablan de los peligros de una mayoría sobre los derechos individuales, pero en un ámbito completamente diferente y más cercano a lo que hoy podríamos llamar Derechos Humanos y no el individualismo radical de Rand, que desconoce la existencia de principios de la sociedad.

Para Rand el individuo es, en sí mismo, una minoría que no debe someterse a postulado alguno del colectivo del cual no forma parte naturalmente; al ser un artificio del Estado ahí donde lo que realmente hay son sólo individuos de naturaleza individualista capitalista. No es coincidencia que Santa Cruz el año 2018 haya señalado, casi en consonancia con Ayn Rand, que; “las mujeres le deben todo al liberalismo, al capitalismo y al crecimiento económico (… ) las propuestas feministas hoy día son contrarias a la igualdad de la ley, porque están proponiendo una nueva forma de discriminación”. La “tiranía de la mayoría” de la derecha es el argumento no dicho que, en última instancia, se refieren a la escritora rusa-norteamericana para fundamentar su posición del individualismo llevado casi al plano de revelación divina.

Jonathan Freedland describe el pensamiento de Rand como “una ideología que censura el altruismo, eleva el individualismo a la categoría de fe religiosa y concede licencia moral al egoísmo más crudo”. Ayn Rand, una extraña escritora fundadora de una secta y que alteraba datos históricos es quien habla de la tiranía de la mayoría, no lo hace Mill, tampoco John Adams, ni tampoco los grandes teóricos de la democracia , como nos quieren hacer creer Cubillos, Santa Cruz, Axel Kaiser o Libertad y Desarrollo. Ayn Rand una escritora muchas veces ridiculizada y cuyo pensamiento fue considerado por muchos como “pseudo filosofía”, que odiaba toda ayuda estatal -pero que utilizaba el seguro social de su marido- es quien acuñó el concepto, y su extraña argumentación, que hoy quieren atribuirle falsamente a una “herencia” o tradición más noble, para así no develar que tras su tiranía de la mayoría está un pensamiento “singular”.

El pensamiento de Ayn Rand  es la defensa del egoísmo bajo la verdad revelada objetiva del capitalismo, donde la minoría son los menos que están en lo correcto, los ricos y exitosos que mueven el mundo; versus los más que están equivocados, los perdedores, que son una carga histórica para los primeros. Las mayorías siempre estarán equivocadas en la extraña lógica de la tiranía de la mayoría propugnada por Rand: donde los más ricos son mejores y los pobres peores –demostrable “objetivamente” en si tienen o no éxito económico-. En la “lógica” de Ayn Rand , y nuestros exponentes chilenos, la democracia en un acto antidemocrático en sí mismo; un absurdo lógico, pero demostrable “históricamente” según ellos. Si los mejores son los menos, siempre serán minoría -quienes tienen éxito versus los que fracasan-, entonces lo que debe garantizar el Estado –lo único en realidad que tendría que garantizar- es la defensa de sus llamados derechos individuales que -no podía ser otra cosa- que su concepción totalizadora del derecho de propiedad.

En el año 1967 Ayn Rand es invitada al entonces famoso programa televisivo de Johnny Carson, en él defenderá el aumento del precio del petróleo; el individualismo como motor del ser humano; el éxito económico como homologación de la superioridad natural de unos sobre otros; y como única labor del Estado “el garantizar los derechos individuales, el más importante de ellos el derecho de propiedad, donde toda propiedad está en manos de privados (…) quien no produce es inmoral”.

Johnny Carson, en la misma entrevista televisada, ventila que Ayn Rand solicitó que durante la entrevista no debía sentirse “atacada por alguna pregunta” como tampoco el que existiera otro invitado que pudiera debatir con ella. Demostración, en acto, que ella – la minoría- no debía ser confrontada por otros –la mayoría-, sino se hubiese ejecutado una “tiranía de la mayoría”. “Mis opiniones serán la norma en el futuro”, dirá durante la entrevista, arrogándose el ser una suerte de revelación en vida, respuesta u oráculo universal; aunque sus opiniones y demostraciones “empíricas” sean siempre homologando al rico como quien está en lo correcto, y al pobre como lo incorrecto; sino sería rico. ¿Qué debe hacer entonces la mayoría? ¿Darse cuenta que la minoría “exitosa” está en lo correcto? La democracia se equivoca, las opiniones de la minoría –para ser correctas- deberían ser las opiniones de la mayoría, maldita tiranía democrática; las mayorías gobiernan. Ayn Rand o Marcela Cubillos tratan de demostrarnos que debería ser lo contrario; la mayoría está equivocada por lo que la labor esencial del Estado es defender los intereses de la minoría –los ricos y privilegiados- contra de los intereses de la mayoría.

El 26 de noviembre del 2019 la entonces vocera de Gobierno Karla Rubilar señaló “Como dice la gran filósofa, Ayn Rand, “la pregunta no es quién va a dejarme, la pregunta es quién va a detenerme”, pasó colada la referencia a Rand.  Hace un mes atrás, y luego de sortear la acusación constitucional en su contra, el Ministro de Educación Raúl Figueroa entrega un perfil de su lado más humano a un periódico electrónico y señala que; “sus obras favoritas son las de la filósofa estadounidense de origen rusa Ayn Rand”. No es coincidencia que la Fundación Para el Progreso (FPP), financiada directamente del bolsillo de Nicolás Ibáñez, sea socio del singular Ayn Rand Institute de EEUU y que dentro de los libros que tiene en venta Libertad y Desarrollo existan varios que traten  o se refieran a Ayn Rand. Una filosofía de, por y para minorías que es tomada en serio por cuasi nadie y cuyo método dista mucho de cualquier racionalidad cercana a lo que llamamos ciencias sociales, humanidades o filosofía. “Una ideología que censura el altruismo, eleva el individualismo a la categoría de fe religiosa y concede licencia moral al egoísmo más crudo. Pero no es extraño que esté de moda. Sus ideas tendrán eco mientras haya seres humanos que deseen sucumbir a la avaricia y al poder desmedido sin sentirse culpables”, se lee en un artículo publicado por The Guardian. Ahora podemos oír a Rand en nuestro país, como mantra de guerra de constituyentes, ministros o parlamentarios de derecha, como un axioma donde extrañamente la mayoría está equivocada, y lo demuestra el hecho de ser mayoría. Una lógica impecable y objetiva, según Rand, quien no permitía ser interpelada; una demostración de estar en lo correcto, decía, aunque cuando se la ridiculizaba o cuestionaba ella respodía que era porque “las universidades son colectivistas”, los científicos socialistas y los intelectuales marxistas. Claro, nuevamente la mayoría estaba en su contra, a pesar de estar en lo correcto y ser depositaria de una verdad universal, pocos podían reconocerlo o aceptarlo, decía.

Como los terraplanistas, conspiranoicos o antivacunas, así como Marcela Cubillos o Lucía Santa Cruz; la tiranía de la mayoría es una falta de reconocimiento que existe cierta minoría poseedora de la verdad; aunque la democracia y las evidencias digan lo contrario, según ellos.

Sebastián Bastías Arias. Licenciado en Historia, Profesor de Historia y Cs Sociales, PUCV. Magister en Ciencias Políticas, U De Chile.

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