Dakar: el rally de la muerte

El mal denominado rally Dakar –ya que desde 2009 se desarrolla en América– ha sido desde sus inicios una virtual carrera de la muerte

Por Wari

23/01/2013

Publicado en

Columnas

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El mal denominado rally Dakar –ya que desde 2009 se desarrolla en América– ha sido desde sus inicios una virtual carrera de la muerte. En sus 34 versiones ¡han muerto 26 participantes “y la cifra aumenta a 60 si se considera a espectadores y a otras personas relacionadas con la competencia”! (El Mercurio; 12-1-2013). Además, dicha cantidad de fallecidos ha estado acompañada de centenares de heridos, muchos de ellos graves.

Por otro lado, “desde que el Dakar llegó a Sudamérica, en 2009, todos los años se ha producido al menos una muerte. Ese año el motociclista francés Pascal Terry falleció producto de un edema pulmonar. El piloto galo se perdió en la ruta y su cuerpo fue encontrado en la localidad argentina de La Pampa dos días después de su muerte” (El Mercurio; 12-1-2013). Además, en 2009 un camión de la organización mató en Chile a dos personas en un choque en el camino entre Ovalle y La Serena: el chileno Roberto Vera Hernández y el peruano Fredy Arucutipa Torres (Ver El Mercurio; 10-1-2009). En 2010, “la argentina Natalia Gallardo observaba el paso de los vehículos cuando fue atropellada por un auto en una zona no habilitada para el público en Río Cuarto. Al año siguiente, el conductor de asistencia Marcelo Reales murió en un choque con uno de los autos en competencia” (El Mercurio; 12-1-2013). También en 2011 una camioneta participante mató en un choque a un chofer particular en el sector de La Aguadita en Argentina (Ver La Tercera; 13-1-2011) Y el año pasado, “el piloto argentino Jorge Martínez Boero perdió la vida por un paro cardíaco provocado por una fuerte caída en su moto” (El Mercurio; 12-1-2013).

A su vez, este año, “a tres se elevó el número de fallecidos en accidentes protagonizados por vehículos pertenecientes a la caravana de la presente edición del Rally Dakar” (El Mercurio; 12-1-2013). A las dos personas muertas (un chileno y un peruano) por un choque de un vehículo de la organización con un taxi en Tacna; hay que agregar al piloto francés, Thomas Bourgin, “quien perdió la vida ayer en el camino de Calama y el paso Jama, cuando su motocicleta impactó de frente a una camioneta perteneciente a Carabineros, que se desplazaba en la dirección opuesta”. Bourgin había declarado antes del inicio de la carrera que “voy a aprender y hacer realidad mi sueño (…) solo quiero celebrar en Santiago (la meta)” (El Mercurio; 12-1-2013).

Y si de heridos graves se trata, solo en las versiones 2009 y 2013 podemos constatar al menos los siguientes: En 2009 los pilotos británicos Paul Green y Mathew Harrison quienes, luego de volcar su camioneta en Argentina, fueron internados en el Hospital de Santa Rosa. Su estado era tan grave que “fueron inducidos al coma para facilitar su tratamiento, debido a sus graves traumatismos” (El Mercurio; 7-1-2009). Asimismo, “el motociclista checo Dusan Randysek sufrió severos traumatismos de cráneo y fue hospitalizado en Neuquén tras perder el control y arrollar a un espectador que quedó con lesiones menores” (El Mercurio; 7-1-2009). “También quedaron internados en un centro médico el canadiense Donald Hatton con un derrame pleural derecho y el francés Thibault Lormanda, con varias heridas” y “el chileno Andrés Tamm cayó de su motocicleta quedando inconsciente y fue hospitalizado con dos costillas rotas” (El Mercurio; 7-1-2009). Además, el motociclista Daniel Vermeloux “sufrió fracturas y tuvo que ser rescatado en helicóptero”; y el holandés Tonnie van Dejnie atropelló con su camioneta a un niño de ocho años quien “sufrió heridas de consideración” (Wikipedia; Dakar, 2009).

A su vez, este año, el motociclista argentino Paco Gómez “se volcó, fracturándose el hombro izquierdo” (El Mercurio; 7-1-2013). Asimismo, el piloto chileno de cuadriciclo, Emiliano Fuenzalida, estrelló su máquina en una zona de dunas en Perú, perdiendo el conocimiento y terminando hospitalizado con “fractura de clavículas y tres costillas rotas” (El Mercurio; 8-1-2013). Además, un niño argentino de cinco años fue “arrollado” en Salta por un vehículo de asistencia e “internado en el hospital infantil de la ciudad con politraumatismos varios, pero sin riesgo vital” (El Mercurio; 13-1-2013). También, el piloto chileno de cuadriciclo, Barry Cruces, “se retiró por una rotura de ligamento de su clavícula izquierda, debido a una caída” (El Mercurio; 16-1-2013).

Respecto de heridos de menor consideración ni siquiera se lleva la cuenta. Un indicador profundamente inquietante lo proporcionaba el registro parcial de 2009 de espectadores afectados, realizado por El Mercurio: “Los reportes ya dan cuenta de 10 espectadores que han resultado heridos producto de accidentes” (El Mercurio; 7-1-2009).

Por cierto, ni la riesgosa fórmula uno del automovilismo tiene estadísticas –ni lejos- de esa especie. Simplemente, ella no podría continuar con cifras tan fatídicas. La opinión pública; el periodismo; las autoridades; y los propios pilotos y federaciones de automovilismo no permitirían dicha secuencia de muerte. ¿Por qué tanta insensibilidad, entonces, de la opinión pública, autoridades, periodistas, dirigentes deportivos y participantes, con la gran cantidad de muertos o heridos que anualmente deja el Dakar? ¿No debieran las autoridades chilenas, argentinas y peruanas adoptar las resoluciones conducentes a prohibir una competencia “deportiva” cuya continuación pone necesariamente en riesgo la vida o integridad física de un alto número de personas? ¿Cuántas personas más fallecidas o heridas están esperando para ello?

Aducir que, pese a todo lo anterior, su carácter espectacular; el interés que genera en decenas de miles de personas por ver algún tramo de carrera; o el impacto turístico que suscita, la justifican; significaría derechamente convertir a las personas en medios desechables en pos de finalidades lúdicas o económicas…

Por Felipe Portales

Enero 21 de 2013

Publicado en El Clarín de Chile

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