Diplomáticos y Gorilas

¿Qué diferencias o similitudes ve usted entre un diplomático chileno y un gorila? ¿El vello? ¿La estatura? ¿La manera de vestir? ¿La cultura? ¿La fuerza? ¿Las costumbres cotidianas? La pregunta viene de perilla luego de los episodios públicos que implicaron a diplomáticos chilenos, me refiero a Miguel Otero, ex oficial de Ejército y ahora ex […]

Por Wari

03/11/2010

Publicado en

Columnas

0 0


¿Qué diferencias o similitudes ve usted entre un diplomático chileno y un gorila? ¿El vello? ¿La estatura? ¿La manera de vestir? ¿La cultura? ¿La fuerza? ¿Las costumbres cotidianas?

La pregunta viene de perilla luego de los episodios públicos que implicaron a diplomáticos chilenos, me refiero a Miguel Otero, ex oficial de Ejército y ahora ex embajador en Argentina declarando que nadie había sentido en Chile la dictadura militar, o al todavía embajador en Panamá, Alberto Labbé, hermano del alcalde de Providencia, Cristián Labbé, ex oficial de Ejército, instructor y agente de la Dina; Alberto tramitaba al parecer en la embajada de Buenos Aires las informaciones manejadas por los agentes de la Dina que participaban en la operación Cóndor y que asesinaron, entre otros, al general Carlos Prats.

Cuando uno mira rápidamente la lista de los embajadores nombrados por el gobierno de Sebastián Piñera, se da cuenta que en su grandísima mayoría son todos egresados de la Academia Diplomática en lo más siniestro de los años setenta, aquellos de la represión política más despiadada, de las desapariciones, de la tortura en centros clandestinos, de la ocultación de los crímenes y de los cadáveres. Años en los que reinaba el terror impuesto por la Dina del general Contreras, poco después reemplazada por la temible CNI.

Todos esos jóvenes diplomáticos crecieron e hicieron carrera durante la dictadura militar, años en los que Chile no respetaba la más mínima legislación internacional en lo que se refiere a los derechos humanos, y continuaron su camino tranquilo y sin escrúpulos durante los veinte años de la Concertación.

Pero volvamos a la pregunta: ¿Qué diferencias y similitudes ve usted entre un diplomático chileno y un gorila? Para empezar, los diplomáticos pertenecen, como los gorilas, a la familia de los primates (en la cual hay que contar también a los chimpancés y a los bonobos) con los cuales comparten 98% del ADN.

El gorila es un animal pacífico, en vías de desaparición, que vive en el centro del continente africano. Es nómada. El diplomático chileno también es un primate nómada, aunque no tan pacífico, que vive por periodos en cualquier parte del mundo. Como el gorila, su estadía en otras tierras es casi ecológica: No suele dejar ninguna marca.

Si hablamos de apariencia física, el gorila es sin ninguna duda un ser bastante más impresionante y convincente que el diplomático chileno, por su fuerza natural y su volumen, aunque los especialistas nos confirman que su talla mediana oscila entre 1,50 mts. y 1,65 m, y que excepcionalmente llegan a 1 metro con 80, lo que también se podría decir de los diplomáticos chilenos (y, tengo que reconocerlo, de otras categorías de chilenos, como los candidatos a gendarme discriminados hace algunos meses por medir menos de 1 con 65).

El gorila posee una excelente vista, ve en colores y tiene un olfato excepcional. No es seguro que el diplomático chileno vea en colores; emito la hipótesis que su prisma se limita a múltiples tonos de gris, invariablemente entre el blanco y negro. Le falta, pues, una dimensión importante de la realidad. A la diferencia del gorila, tampoco posee el diplomático chileno un olfato excepcional, y sus esfuerzos intelectuales están casi exclusivamente dedicados a hacer lo mismo que todos sus congéneres y evitar salirse de la norma.

El gorila dedica entre dos y cuatro horas por día a la siesta. No me cabe duda que el diplomático chileno también, pero es una característica que comparte con casi todos los diplomáticos del mundo, que no se distinguen ni por su energía ni por su capacidad de trabajo.

Chile contó en el pasado con notables diplomáticos, de carrera o no. La generación actual de diplomáticos ha sido confortada toda su vida por la idea que expresó hace algunos meses el hermano mayor de Sebastián Piñera: “Allende hubiera podido terminar su carrera como Hitler”, comparación no solamente abusiva y canalla, sino sobre todo comparación de una gran estupidez. Yo le propongo a José Piñera una comparación que sí me parece, en cambio, pertinente: ¿Qué diferencia hay entre la Dina y la Gestapo?

Que yo sepa muy pocas.

Por Armando Uribe Echeverría

Polítika, octubre 2010

El Ciudadano N°89

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Comenta 💬