Educación: más neoliberalismo reprogramado

No hay improvisación por parte del Gobierno en educación

Por Director

30/12/2011

Publicado en

Columnas

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No hay improvisación por parte del Gobierno en educación. El ministro Bulnes abogó por salvar al neoliberalismo educativo en sus tratativas con el movimiento estudiantil. Y lo logró. Ganó tiempo y contuvo las demandas de los secundarios y universitarios mientras que Harald Beyer, su reemplazante, escudriñaba el escenario y preparaba su caja de herramientas.

El flamante ministro operará no sólo para reacomodar el proyecto neoliberal sino para afianzar y profundizar el dispositivo de educación de mercado en las universidades privadas y “públicas”… pagadas. Lo hará con la venia de los principales “expertos” de la galaxia concertacionista, tan neoliberales como él. Aquí no hay problemas técnicos. Los problemas de la educación chilena son políticos.

Por de pronto, se exacerbará la competencia entre las instituciones. Y como es la norma neoliberal, al interior de ellas Beyer postula que incluso debe hacerse entre los mismos académicos. El nuevo ministro mantendrá el principio de la educación mercancía elitista por un lado y formadora de mano de obra por el otro, por la que se paga de todas maneras y hay que endeudarse en el sistema financiero-bancario. Y a la que se accede a través de pruebas que miden datos o conocimientos según criterios segregacionistas.

Detrás de un tecnócrata economista “experto” en educación hay un programador y estratega neoliberal que actúa en un marco normativo donde hay que considerar: 1. las políticas neoliberales en educación a escala mundial; 2. la constitución de un mercado mundial de la educación; 3. una nueva regulación de los sistemas de enseñanza; 4. una concepción utilitarista del conocimiento.

En todos estos aspectos elaborados por los tecnócratas neoliberales, Chile representa el caso extremo que servirá para ajustar el modelo actual con flancos débiles para perfeccionarlo para ser imitado. Chile exporta “expertise” neoliberal sobre el tema. Pues, mientras en otros países europeos —como Inglaterra por ejemplo— se aumenta el costo de las matrículas y se promueve el endeudamiento de los estudiantes y sus familias, en Chile se ha estirado tanto el elástico, que éste podría cortarse. Reparar daños, disminuir los riesgos y aceitar el modelo para legitimarlo en las cabezas de los chilenos será la tarea de Beyer.

El mérito del movimiento estudiantil chileno fue poner las consecuencias perversas de este sistema al descubierto, tanto a nivel continental y mundial. Por lo mismo, el movimiento estudiantil debe actuar el 2012  para mantenerse a la altura del proyecto por el cual estuvo durante seis meses en actividad después de remecer a la sociedad entera junto con revelar la inercia del sistema político. Sin olvidar que de paso, en el plano político, el movimiento estudiantil con el apoyo ciudadano repuso al conflicto y a las relaciones de fuerzas entre los estructuralmente poderosos y los movimientos sociales como motor de los cambios. Y lo hizo en defensa de una concepción democrática, igualitaria, pública y humanista de la educación.

Pero, alerta. Los desafíos son grandes y lo peor en estos casos es subestimar al adversario.

EL NEOLIBERALISMO EDUCATIVO

Hay que considerar que en lo que respecta a las políticas neoliberales en educación a escala mundial, puede constatarse que en todas partes se encuentran los mismos componentes utilitaristas e individualistas articulados de diversas manera a la lógica del mercado y al modelo de la empresa.

El mercado mundial de la educación se basa en una división internacional del mercado de la enseñanza y de la investigación. Existe una segmentación entre las instituciones universitarias nacionales e internacionales cuyo efecto es perpetuar las desigualdades sociales. Son empresas universitarias o para-universitarias las que compiten a nivel nacional o internacional y que transforman los valores académicos y la relación al conocimiento. Este mercado mundial de la educación tiene un doble aspecto: está conectado por un lado a la formación de una elite económico-política transnacional, a una “nueva clase dirigente mundial” vinculada a la desregulación de los flujos comerciales, financieros y de inversión y, por otro lado, a la lucha por captar cerebros (de países emergentes) y a la apropiación privada de los conocimientos con miras al control de las rentas producto de la innovación (generalmente en los países del centro).

En lo que se refiere a la dirección, la administración de las “organizaciones” escolares, científicas y universitarias se modifica según los principios y procedimientos del “management” cuyo modelo es la empresa privada y cuyo criterio es la eficacia directamente medible por instrumentos de evaluación supuestamente inatacables porque serían “científicos”.

Es así como en estos años se ha impuesto casi naturalmente una concepción utilitarista del saber y del conocimiento. Hecho que corresponde a un objetivo de las organizaciones mundiales que norman al proyecto neoliberal como la OCDE misma y el GATT a nivel mundial (Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios). Los objetivos inmediatos y prioritarios de la enseñanza y de la investigación son económicos y mercantiles. El conocimiento vale sólo por su utilidad económica y la formación no tiene otro valor y legitimidad que por el empleo que permite ocupar.

Y esto es válido tanto para los contenidos como para los métodos pedagógicos. Toda reforma educativa se hace en base a los análisis y concepciones económicas neoclásicas subyacentes: capital humano (proletarios educados), competencias o capacidades en campos delimitados, “empleabilidad”. La educación así concebida es un bien privado, suma de competencias o capacidades individuales, fuente de rendimiento esencialmente individual. Lo que legitima el recurso al financiamiento bancario privado u otro con fondo estatal, pero con pago de intereses (como una “hipoteca” por la que se paga decía Joseph Ramos y el mismo Beyer).

La investigación universitaria está sometida al mismo sistema de análisis: la producción del conocimiento en las sociedades capitalistas es evaluada en función del rendimiento económico.

Esta mentalidad (manera de pensar la educación) que se busca inculcar en la ciudadanía es un producto de las estructuras educativas neoliberales mismas. Estas dejan su impronta subjetiva y canalizan deseos y aspiraciones. Se trata de una subjetividad construida y presente como esquema de percepción para evaluar, entre otras, la “calidad” de la educación. Y las instituciones o superindentencias de educación o entidades acreditadoras y reguladoras o comités de estudios de expertos tenderán en un Estado neoliberal, con un ministro del mismo cuño, a aplicar estas normas, regulaciones, medidas o recetas. Alerta entonces.

Por Leopoldo Lavín Mujica,

B.A. en Journalisme et Philosophie, M.A. en Communication publique de l’Université Laval, Québec, Canada.

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