El club de la unión

“Todos los miércoles vamos a lanzar un nuevo vídeo”, le asegura el creativo de la campaña online de Andrés Allamand a la periodista Matilde Burgos durante una entrevista con CNNChile, en referencia al éxito de la primera pieza publicitaria del pre candidato de RN

Por Wari

14/05/2013

Publicado en

Columnas

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“Todos los miércoles vamos a lanzar un nuevo vídeo”, le asegura el creativo de la campaña online de Andrés Allamand a la periodista Matilde Burgos durante una entrevista con CNNChile, en referencia al éxito de la primera pieza publicitaria del pre candidato de RN.

Andrés Chadwick Costa –el menor de los hijos del ministro del Interior Andrés Chadwick– tiene razones de sobra que justifican su entusiasmo. En el día de su lanzamiento, el clip «Tu turu tu», que muestra al ex ministro de Defensa protagonizando un pegajoso jingle, se convirtió en trending topic y fue visto por miles de personas en internet. A juicio de Chadwick Jr. y su colega de agencia, el objetivo se cumplió a cabalidad: causó polémica. La calidad o el contenido no eran (no son) importantes. Sólo el ruido.

El regalón del jefe de Gabinete no cabe en sí de felicidad, porque, entre otras cosas, su padre es feliz mientras el trabaje, no importa en qué, pero que trabaje. El muchacho de 28 años dejó la carrera de Derecho para darle rienda suelta a su verdadera pasión: el cine. Su padre también quiso seguir los pasos de Fellini, pero las circunstancias de la vida lo empujaron a la facultad de Derecho de la UC. El resto de la historia del coronel gremialista es requetecontra conocida.

Si uno fuera extranjero recién llegado y encendiera el televisor, no entendería nada de lo que sucede en Chile; no sabría quién es quién, quiénes son los aliados, quiénes los opositores, quiénes están a punto de ser derrotados y quiénes se alzarán con la victoria. Tampoco entendería por qué un grupo tan pequeño y familiarizado tiene tanta influencia y poder, y por qué la mayoría es tan silente. Tan moldeable.

Es difícil (imposible) comprender este país. Veamos: el ministro del Interior, uno de los fundadores del ultraderechista partido Unión Demócrata Independiente, tiene un hijo que hasta el pasado 7 de octubre se declaraba “bacheletista” (ver entrevista en La Tercera). No sólo eso, también se sentía de izquierda. A principios de noviembre el mismo joven ya estaba trabajando con Allamand, y obvio, ya no era bacheletista. O sea, «Tu turu tu» para la ex admirada.

¿Cuál es la lectura que se puede hacer de esta voltereta? La más obvia es que la Concertación y la Alianza son lo mismo, y que las nuevas generaciones se van empoderando, a su turno, de ese ambiente de cordialidad en que se teje un futuro conjunto. Todos son amigos. Así como no hay diferencia, tampoco hay rencores. En ese ethos llamado “club de la unión” todo es posible. A veces la música suena a oficialismo, otras, a oposición. Es lo mismo. Es el juego del nunca perder, siempre ganar.

Entonces, ¿por qué tendría que extrañarnos si en los próximos días viéramos a la hija actriz de Andrés Allamand –la bella Ignacia– apoyando a su tía Michelle, o a los Huasos Quincheros apoyando a los Girardi? Desde ya nadie se escandalizó cuando los hijos del senador UDI Hernán Larraín y de la ex ministra de Vivienda del gobierno de Piñera, fueron nominados a un Oscar por su película “NO”. ¿Acaso alguien en la derecha sintió que los hermanos Larraín eran unos traidores, o en el mundo concertacionista alguien dejó de sentirse interpretado por la épica de esa gesta?

Ni lo uno ni lo otro. Nada de eso. Tampoco en la UDI le quitaron el saludo al hijo de Chadwick por declararse bacheletista y ahora por apoyar al contrincante de su tío Pablo; sólo algunos desubicados en RN se enojaron con la diputada Karla Rubilar por respaldar la pre candidatura de Laurence Golborne, pero ahora que el ex Cencosud se fue para la casa y Allamand la perdonó, la cosa quedó en nada. Laurence también sabe que las palabrotas de la ex ministra Catalina Parot se enmarcan dentro del show, pues, al final del día, todos son amiguis. En el club de la unión se estila hacerse cariños con las dos manos, y también jugar a enojarse y a decirse pesadeces. Al cabo todo se soluciona en algún asado en Zapallar o en Caburgua.

La política chilena –ese mundo surrealista donde pasa de todo, donde los vivos se comunican con los muertos, donde se suele borrar con el codo lo que se escribe con la mano–, hoy está en celo y con deseos de concebir, y con tal de lograrlo es capaz de todo, como montar un circo en medio de la plaza e intentar convencernos que sus miembros se hallan en pugna. Nada de eso. El club de la unión, fundado por aliancistas y concertacionistas, y al que de tarde en tarde, según quede abierta la puerta trasera, puede entrar algún privilegiado, por estos días se encuentra preparando una gran fiesta para mediados de noviembre, allí una vez más se repartirán a su antojo el país.

Al fin, el mentado club de amiguis sucumbió a la alegría del 88, así lo dejó entrever el candidato Pablo Longueira cuando los periodistas le pidieron su opinión sobre el spot de Chadwick Jr., “que sea una campaña alegre, que nos escuchen”. Amén.

Patricio Araya

Periodista

@patricioaragon

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