El cooperativismo: La respuesta social a la sobre-explotación capitalista

En el capitalismo, el actual sistema de competencia y de producción de las empresas tradicionales se basa en dos fenómenos que podemos desprender del comercio destructivo (Vanek, 1998): 1) La explotación y sobreexplotación de recursos naturales y humanos, reconociendo tácitamente que los trabajadores y las trabajadoras son un recurso propenso a ser explotado más que […]

Por Wari

20/10/2015

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Columnas

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Nicolás_MartínezEn el capitalismo, el actual sistema de competencia y de producción de las empresas tradicionales se basa en dos fenómenos que podemos desprender del comercio destructivo (Vanek, 1998): 1) La explotación y sobreexplotación de recursos naturales y humanos, reconociendo tácitamente que los trabajadores y las trabajadoras son un recurso propenso a ser explotado más que un agente parte de la organización, y que por lo tanto pertenecen económicamente a ésta; y 2) como bien dice Karl Marx, una fetichización de las mercancías, es decir una preocupación por el producto final que desestima las relaciones humanas que se crean y reproducen durante el mismo proceso de producción y circulación de mercancías.

Hay algunos defensores del capitalismo que argumentan que éste no necesariamente lleva a condiciones de sobre-explotación del medio ambiente y el trabajo. ¿Es realmente necesaria la sobre-explotación de los recursos para sostener el sistema capitalista? La respuesta es sí, pues ha quedado más que demostrado en sus más de 200 años de existencia.

Sin embargo, la sociedad cada vez más va comprendiendo el impacto social y ambiental que genera el capitalismo, generando al mismo tiempo tímidas presiones a cambios en el modelo productivo. Ejemplos de lo anterior son el creciente interés por los criaderos de “animales felices”, o las llamadas “empresas B”.

Entre los mecanismos eficientes y equitativos de creación de valor económico y social (Borzaga y Galera, 2012), alternativos al modo de producción capitalista, surge como respuesta el cooperativismo.

Una forma de organización productiva colectiva, fraterna, tanto con la sociedad como con el ambiente. El cooperativismo se basa en las relaciones comunitarias de cooperación, estableciendo lazos de interdependencia afectiva y productiva entre todos los agentes de las comunidades productivas. Lo anterior –la interdependencia afectiva y productiva-, junto con el sentido comunitario que empodera a todos y todas por igual, es la base para el término de la explotación de los recursos naturales y las personas.

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El sistema cooperativo propone una alternativa a la producción capitalista, siendo además un método organizativo plausible. Este sistema evidencia un bienestar social mayor de las personas que componen una cooperativa en comparación a una empresa tradicional. La distribución equitativa de los ingresos, educación y aprendizaje constante, igualdad de género, reducción de la pobreza y la apropiación democrática de espacios, son algunas de las contribuciones directas y significativas que genera el cooperativismo (OIT, 2014). A esto se suman la valorización tanto del trabajo como de las consecuencias ambientales de la producción y sus etapas, y la administración sustentable de recursos naturales es (OIT, 2014).

Esta propuesta es, desde su concepción, la oportunidad de superar el constante conflicto social que establecen las actuales relaciones sociales y de producción. Se propone así la re-adopción de valores que han sido dejados de lado en el modo de producción capitalista, debido al individualismo inherente a éste. Para ello es fundamental entender que una cooperativa es una comunidad productiva, siendo críticos también a las visiones netamente empresarialistas de la producción cooperativa. Es importante finalmente entender que, en principio, el contraste entre ambos métodos de producción es valórico más que productivo, por lo que para estos nuevos métodos surjan y cobren fuerza, se hace necesaria al mismo tiempo una transformación valórica  o ética de la sociedad. Son elementos que sin duda van de la mano y se consiguen simultáneamente.

Por Nicolás Martínez

Estudiante de Ingeniería Comercial UDP, miembro de Estudios Nueva Economía.

 

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