El doble discurso de Turquía y su rol geopolítico en Medio Oriente

Antes de sumergirse en el presente artículo hay que tener presente el papel privilegiado de Turquía en virtud de las ventajas geográficas que presenta al encontrarse situado en el centro del gozne que separa Europa de Asia

Por Wari

16/01/2013

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Columnas

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Antes de sumergirse en el presente artículo hay que tener presente el papel privilegiado de Turquía en virtud de las ventajas geográficas que presenta al encontrarse situado en el centro del gozne que separa Europa de Asia. Esto no representaría ningún interés particular si no considerásemos que este gozne se transforma en un plus económico en la medida que Turquía es requisito obligado para control aduanero en relación al intercambio comercial marítimo-terrestre entre el viejo continente y el Medio Oriente. Esta información de por sí ya sabida es trascendental y valiosa a tener en cuenta a fin de entender cuál es el rol que juega la República de Turquía en el tenso ajedrez político regional. De partida, esta ventaja económica transforma al país en un paraíso comercial que manifiesta año tras año una explosiva tasa de crecimiento (1) en comparación a sus pares del Medio Oriente que está proyectada a un 7,5% anual hasta el 2050 (estimado a un impresionante 822% total, según Goldman Sachs), aunque, por otro lado, con una no despreciable tasa de inflación que rodea el 10% (2). La industria florece, junto a otros sectores productivos como minería o turismo, un panorama prometedor que ha proyectado al país (desde 1954 en realidad) como adherente de la Unión Europea. Que sea miembro fundador de la OCDE es ya una carta bajo la manga de por sí, sobre todo considerando que la Turquía agrícola de mediados del siglo XX es en gran medida parte del pasado. En realidad el panorama actual turco es convertirse en el corto plazo en una superpotencia industrial, cosa que a la fecha no parece tan alejado. Sin embargo, Turquía parece ser llamado también a ser visagra entre Europa y el Asia más oriental, los cuales son en definitiva sus históricos socios comerciales y políticos, y con los cuales comparte tradiciones socioculturales. En este panorama, esta nación tiene que salvaguardar tanto sus relaciones económicas, como políticas, haciendo usufructo muchas veces de verdaderos malavares discursivos. De mantenerse este panorama es de esperar que su hegemonía doble por lo pronto a otras potencias (ahora debilitadas) como Egipto y a Irán, quienes por lo demás ya se encuentran considerablemente por debajo en cuanto al PIB nominal turco, pero que siempre han disputado el dominio geopolítico regional. Esta hegemonía es, sin secretos, estratégica a los intereses tanto de su mayor socio político, Estados Unidos, como de su mayor socio comercial, Alemania.

ARMAMENTISMO Y CONFLICTO GEOPOLÍTICO: GRECIA, CHIPRE, SIRIA

Turquía es uno de los aliados clave de Estados Unidos, los fuertes lazos entre ambos países (que datan desde los tiempos del Imperio Otomano) quedó de manifiesto al mundo después de los ataques a Siria, bajo el alero de la Otan, el 2012 y que continuarán, sin lugar a duda, y a mayor escala este 2013. El poder de fuego turco lo hace un adversario duro de roer, no por nada Turquía es la séptima potencia militar activa del mundo, acorde a la atmósfera regional. El armamentismo turco, sin embargo, no es nuevo y esto data desde los conflictos geopolíticos en relación a la repartición de islas con Grecia en el Mediterráneo, lo que ha llevado a ambos países a una compra acelerada y pomposa de artillería. Irónicamente Alemania, tercer exportador de armas a nivel mundial, provee de armamento a ambos países involucrados en el conflicto (caso aparte es el de Grecia, al cual se le impone la venta de suministros bélicos a cambio de la aprobación del paquete de rescate), transformándose en el gran beneficiado. Este conflicto se ha acentuado a causa de los recientes descubrimiento de petróleo en la cuenca del Egeo (en aguas potencialmente de Grecia, Chipre, Turquía y Siria). Este potencial inicio de faenas de las mencionadas reservas de hidrocarburos ha traído a Grecia más dolores de cabeza que alivios económicos. Por una parte el FMI y los gobiernos de la UE han abierto sus apetitos en relación al control de estos yacimientos, considerando la delicada y dependiente situación económica griega, con ello se les presenta una oportunidad innegable de hacerse de la explotación (a costa de las decaídas finanzas griegas), por otra parte, Turquía ha reabierto las heridas del control de las aguas correspondiente a una serie de islas disputadas que descansan sobre los pozos mencionados, por lo que no ha dudado en amenazar de facto a Grecia y sin tapujos, declarando que en el caso de iniciar actividades en el mar Egeo (4.000 millones de barriles aprox.), el país tomaría el hecho como un acto de guerra, desatando un indeseado –y hasta el momento poco esperado– conflicto bélico. A este problema con Grecia a Turquía se le suma el de la Isla de Chipre, quizás aún más profundo que el anterior, pues Turquía en principio ha dado reconocimiento a la república chipriota como independiente, sino que la asume como parte de su patrimonio. La lucha por el control de la isla (por turco-chipriotas y greco-chipriotas), no es sino una otra expresión de la tensión histórica entre ambos países (manifestada en los numerosos exterminios de comunidades inmigrantes turcas, en Grecia, y griegas, en Turquía), donde el país se transformó en el caballo de batalla del conflicto que ya se arrastra de años. La isla, actualmente controlada por el Partido Comunista de Chipre (Akel) de tendencia unificacionista, se encuentra dividida de facto en ambas comunidades, siendo la parte norte la controla por los turco-chipriotas y reconocida como país solamente por Turquía. El conflicto con Chipre, miembro de la UE, ha traído consigo un sinfín de barreras para el reconocimiento como estado miembro de Turquía, limando sus pretensiones. David Harvey finalmente nos posiciona a leer la economía como una economía geopolítica, es decir una economía travesada por la historia resultante de los conflictos económicos dentro de las limitantes geográficas (las que definen cuáles son los recursos que puedo apropiar), siguiendo al modo de lectura de la economía podemos entender este problema como uno netamente de producción política y económica, el conflicto presenta estas dos aristas entrelazadas, o dicho de otra forma, donde se vislumbran las contradicciones económicas dentro de un marco político. A causa de la bolsa de gatos geopolítica en la que está Turquía, el conflicto no muestra una solución clara, sobre todo ahora considerando además que Chipre se localiza justo sobre los yacimientos de hidrocarburos ya mencionados, proyectando nuevos intereses del cual todos pretenden profitar.

Empero la gravedad de este conflicto, lo que es aún más actual tiene relación con el conflicto político en Siria, a saber con el discurso hegemónico dirigido desde EEUU y la Otan, en donde los perros de caza vuelven a concentrarse bajo el alero del ejército turco. Las armas del imperialismo han traído consigo un sesgo comunicacional durante los últimos meses en los que se ha cubierto el conflicto bélico sirio, dando a entender que de lo que se trata es de una revueta popular del así llamado Ejército Libre Sirio contra un régimen dictatorial. Sin perder la capacidad de crítica al gobierno de Bashar al-Assad, hay que estar atentos al manejo mediático sobre el conflicto armado desatado en la región, donde se ha tapado la cantidad de recursos logísticos, militares y financieros otorgados por los países involucrados, EEUU, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, este último quien provee en sus fronteras de campos de entrenamiento para “rebeldes” sirios y extranjeros. Estos rebeldes, en su mayoría de tendencia radical salafista-yihadista y también entre ellos algunos iraquíes sunitas, han reaccionado bajo el brazo de los extremistas de al-Nusrah, apareciendo según los medios como vencedores de una batalla que muestra una imagen vulgar del conflicto, simplificando con descaro el problema en una lucha fraticida iniciada desde el Gobierno. Bajo el alero de los rebeldes en Siria se esconde la misma legión islamista, los Hermanos Musulmanes, quienes ya detentan el poder en Egipto (a pesar de unirse tardíamente a las revueltas de 2011) y proyectan una política similar a la egipcia. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes tienen un manejo pro-islámico que entra en contradicción con la influencia occidental (en la cual era permitida en la época de Mubarak, una dictadura bastante incómoda a los intereses de hegemonía turca) y con la política pro-occidental de Turquía. Sin embargo esta contradicción no ha sido impedimento para una nueva amistad económica y vistosas nuevas relaciones comerciales. Por otro lado, Turquía ha manifestado sin tapujos sus reparos a Siria e Israel (sobre este último, ver el último punto de esta nota), iniciando una ofensiva militar que se ha manifestado, entre otros, con el aparatoso arribo de los Patriots que la Otan desplega en la región operados desde la frontera sirio-turca. El socialismo árabe de Siria junto al de Irán representan un peligro para la hegemonía turca tanto política como económica. Turquía no ha dudado de sacar réditos de todos estos conflictos entre sí conectados, siendo el principal beneficiado en cuanto a poder político y a establecimiento de nuevas relaciones comerciales desde los inicios de la llamada Primavera Árabe. Su economía es por completo liberalizada, mientras en otra rúbrica combina esto con un apoyo público a los gobiernos islámicos, causando además roces con su principal aliado occidental, EEUU. Por otro lado, Turquía busca entablar los primeros acuerdos de buena convivencia con Rusia, tras las conocidas desaveniencias a causa del escándalo de la retención del avión moscovita con destino a Damasco, a través del aumento de la importación energética desde el ex-república soviética. Esto desde nuestro punto de vista, responde más a una jugada política que a una meramente económica. El rol geopólitico de Rusia siempre ha sido de gran trascendencia en la región y no es desconocido el apoyo ruso al gobierno sirio, sin embargo desde Occidente la presión para condenar a al-Assad ha sido tan grande que quedará ver hasta qué punto Rusia (y también China) puede prestar apoyo a Siria sin que esto le brinde demasiados costes políticos. En este embrollo, sin embargo, por un lado, ni la mayoría del pueblo turco, ni, por otro, la del pueblo sirio, apoyan los movimientos de la Otan en la región y sus políticas de intervención. Esto queda demostrado tanto en las masivas protestas en Ankara y Éstambul de los últimos días que han buscado remarcar la fraternidad existente con el pueblo sirio, como en los llamados al diálogo con la oposición desde el gobierno de al-Assad.

DOBLE AMISTAD TURCA. ARMA PARA LA HEGEMONÍA GEOPOLÍTICA

Por una parte, sería incompleto afirmar que Turquía es un país pro-Occidente, pues en realidad, desde 2008 a lo mínimo, el Gobierno ha tomado un importante y profundo giro hacia el Islam y con ello ha fortalecido sus relaciones con la mayoría de los países árabes de la región, dando luces de una política neoliberalizada pero que mantiene una cuota religosa cada vez más radical. Por otro lado, los acuerdos suscritos con EEUU han dado luz verde a la instalación de recursos antimisiles estadounideses, lo que ha levantado las sospechas de estos mismos países e incluso de Rusia, con quien Turquía ya no quiere más inconvenientes. Sin embargo, quizás lo más importante de mencionar es el venidero conflicto entre Turquía e Israel, antiguos grandes aliados. Si bien en un momento ambos países tuvieron comunes intereses, en el día de hoy Turquía prefiere más el fortalecimiento de las relaciones de buena amistad con la Liga Árabe y su influencia, que seguir cultivando sus vínculos con Tel Aviv, por eso se hace entendible los múltiples (y nuevos) discursos turcos apoyando a la soberanía palestina y condenando la represión desde Israel. Lo que antes no sucedía, ahora es un hecho; el soporte político a Palestina del gobierno de Erdoğan se ha hecho realidad saneando sus relaciones con los países árabes y aumentando su liderazgo en Medio Oriente y compromiso con la causa islámica. La amistad con Gaza ha implicado que Turquía se comprometa concretamente con el envío de una nueva flotilla, a un posible bloqueo del Mar Mediterráneo a la posible extracción de hidrocarburos por empresas israelíes (desde el mismo bolsón energético que implica a Siria, Chipre, Turquía y Grecia) e incluso a un bloqueo total de movimientos comerciales vía marítima. Sin embargo esta política no le sale gratuita a Ankara, pues estas operaciones son vistas con recelos tanto desde la Unión Europea, como desde EEUU, este último conocido gran soporte de la represión israelí sobre Palestina.

Todo este doble estándar discursivo turco ha sido en vistas de lograr la ansiada hegemonía geopolítica regional, sin barreras y por sobre todo sin las molestas dependencias económicas. No debemos olvidar que Turquía, a diferencia de sus vecinos, proporcionalmente no posee grandes yacimientos de hidrocarburos (aparte de los que están en conflicto), lo que ha hecho proliferar el importe ilegal de petroleo y gas desde Irán, manifestando un problema que no aparecía tan patente, que es la dependencia energética de dos eventuales e históricos enemigos: Rusia e Irán (3). Una eventual caída de Irán mejoraría las políticas de hidrocarburos del país en una posible “invasión comercial». Toda esta especulación manifiesta las dos caretas de Turquía que ha sido denunciada tanto por (entre otros) el Partido Comunista (TKP), por movimientos estudiantiles, como por la comunidad kurda residente en el país. Tal como en Irán, los movimientos obreros, estudiantes y del repartido pueblo kurdo (los que alcanzan unos aproximadamente 25 millones solo en Turquía) son los que han ofrecido resistencia al terrorismo de Estado turco a través de sus conservadoras políticas en materia de religión y su servilismo a las políticas occidentales. Para seguir el caso de Turquía y su rol geopolítico en Medio Oriente es menester hacerse una imagen de la importancia de sus reservas petroleras, nivel de industrialización, estabilidad religiosa y su influencia en el aparato del Estado, sus relaciones políticas vecinales e internacionales (sobretodo con Otan, UE, EEUU, Rusia) y sobre los movimientos de masas locales. Considerando estos vectores nos aparece patente que no se debe perder de vista qué es lo que tenga que decir el gobierno turco respecto a los conflictos regionales en los próximos meses, sobre todo cuando estos conflictos tengan relación con Gaza, Irán o Siria, en todos los cuales los movimientos políticos de Turquía son decididores. En este marco regional, si por dictadura Arabia Saudita se lleva los premios, por resistencia Siria e Irán, por oportunismo se los lleva claramente el gobierno turco.

Por Pablo Pulgar Moya

Doctorando en Filosofía por la U. Heidelberg

NOTAS

1) http://video.ft.com/v/753240056001/Another-Bric-in-the-wall

2) “Istanbuls and bears. Turkey has one of the world’s zippiest economies, but it is too reliant on hot money.” En The Economist, 07.04.2012. http://www.economist.com/node/21552216

3) De hecho, actualmente el 80% del importe legal actual corresponde al que viene desde el mercado iraní, sin embargo Ankara está dispuesta a abrir sus relaciones comerciales con Rusia, a fin de terminar o minimizar con la molesta dependencia de Irán, siendo el caso que actualmente el conflicto es mucho mayor con el país persa que con Rusia.

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