Pulso Sindical N°328

Error humano o imponderable de la naturaleza

Del 1 al 15 de enero de 2017.

Por Wari

20/01/2017

Publicado en

Columnas

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Manuel AhumadaUna de las noticias que marcaron el inicio del nuevo año, fue el incendio en Valparaíso que dejo más de 100 viviendas quemadas y sobre 400 damnificados.

La noticia no es el incendio en sí, ya que cada cierto tiempo en esa zona se producen incendios de grandes proporciones. Sea error humano o un imponderable de la naturaleza, solo bastan unos segundos para que cualquier espacio se transforme en algo dantesco y los perjudicados, los más castigados, siempre sean los más pobres, quienes menos tienen.

Lo nuevo radica en la forma que las autoridades municipales hicieron un párele al horrible turismo de desgracia y al sado-masoquismo periodístico.

Y es que ya era hora que alguien les dijera unas cuantas verdades a todos aquellos que parecen disfrutar con la desgracia y van de un lado a otro tomándose fotos y exhibiéndose en medio de la desgracia.

¿Y qué decir del nefasto rol que cumplen, ante hechos como estos, los medios de comunicación?, buscando el mejor ángulo para reflejar el dolor, la mejor toma en sitios devastados donde seres humanos, con la vista perdida, buscan respuestas ante tanto castigo de los dioses. Una y otra vez, majaderamente y hasta el hartazgo, noteros, periodistas y un cuanto hay buscan traspasar el dolor, repetir la cuña en donde alguien cuenta cómo perdió todo, hacen de todo con tal de tener la exclusiva, olvidándose una y otra vez que ahí, donde hacen su trabajo, hay miles de dramas humanos que nadie intentará solucionar.

El alcalde Sharp y su equipo de trabajo, ha puesto una valla que debe ser ratificada y reforzada. Nada de venir a interrumpir el poco descanso que tienen quienes lo han perdido todo, para intentar ganar la despiadada competencia informativa.

Y otra cosa, aquellos que quieren ayudar a los damnificados háganlo de verdad y terminen con la campaña burda de enviar como ayuda todo aquello que les sobra o que no usan. Los que están ahí, complicados y sin nada, son seres humanos dignos que no requieren limosna sino cosas útiles que sirvan a ellos y a sus familiares. No demandan tal o cual marca de moda, exigen cosas nuevas, desde la ropa interior a los zapatos y prendas de vestir que perdieron.

La campaña iniciada por algunos señores de las iglesias evangélicas y católica, y apoyada resueltamente por muchos que hasta hace poquito reclamaban justicia, incluido el ministro que es ni más y menos que hermano de un violador de los derechos humanos, tuvo un final en su primera parte con el show del arrepentimiento, protagonizado por algunos de los más sanguinarios y cobardes servidores de la dictadura, que alojan en bastante buenas condiciones en la cárcel de Punta Peuco.

Una ceremonia rasca difundida con todo por los medios de comunicación, teñida de una solemnidad religiosa que debe ser la vergüenza de quienes creen en dios, culminó con la demanda de perdón de criminales y traidores, que hasta ahora siguen pagando un bajo precio por todo lo que hicieron. Han reclamado el perdón sin hacer el más mínimo ejercicio de reconocimiento respecto de los horrendos crímenes por los que fueron juzgados y condenados, mientras los familiares de las victimas siguen en su doloroso camino de buscar alguna señal que les pueda indicar dónde están los suyos, esos seres humanos idealistas, a quienes estos cerdos cubiertos con ropajes prestados por curas y pastores detuvieron, torturaron, mataron e hicieron desaparecer.

Nuestra tarea, la obligación de todas y todos los que vivimos en carne propia o conocimos de los hechos deleznables que se vivieron en el país, es mantener en alto las banderas de verdad,  justicia y castigo, todo el castigo que los criminales merecen. No nos vengan a golpear la puerta  invitándonos a actos de reconciliación, ni a pedir blandura de corazón para con quienes actuaron como bestias sanguinarias.

Ni perdón ni olvido ha sido desde siempre la exigencia y deberá seguir instalándose en las nuevas generaciones. Para que nunca más en Chile.

La huelga de Dicotex duró 60 días. Dos meses en que las trabajadoras y trabajadores que cumplen funciones para la empresa Monarch, combatieron contra las leyes laborales, leyes que permitieron que la empresa continuara funcionando durante todo este tiempo, leyes que posibilitaron que ex dirigentas y algunas trabajadoras débiles de conciencia vendieran su alma al diablo y se reincorporaran escuchando las promesas de su patrón, el mismo que la obligó a ir a la huelga, el mismo que las humilló cada vez que pudo y que sin embargo, las recibió de brazos abiertos creyendo que con ello quebraba a los demás. Vuelven estas mujeres y hombres con la frente el alto, vuelven sin las respuestas a todas sus exigencias, pero ciertos de que les asiste la razón y que seguirán peleando donde quiera que estén, porque la razzia, la venganza no se hará esperar cuando terminen los días de fuero (como ya sucede en Homecenter Sodimac).

Qué pena que estos trabajadores y sus dirigentas hayan debido escuchar de una “autoridad del trabajo” en esos inútiles procesos de mediación, que la nueva ley laboral será mejor y que no se vivirán hechos como los que les afectaron. Qué triste resulta constatar cómo personas que solo ayer reclamaban justicia y dignidad para los trabajadores, hoy se hayan pasado al lado oscuro y defiendan lo indefendible.

Las huelguistas de Monarch no recibieron la visita de ningún parlamentario ni dirigente social, de esos que copan los medios de comunicación, solo contaron con la solidaridad afectiva y efectiva de sus hermanos de clase y eso es lo que adquiere más valor al término de su movilización. El respaldo de la clase fue sin reservas y les animó a seguir peleando.

Los huelguistas de Dicotex pudieron resistir a su explotador y al sistema gracias al fondo de resistencia que generaron desde el término de la anterior negociación, y esa es la más importante de las lecciones. Solo con recursos propios los trabajadores pueden avanzar en procura de sus demandas.

Cuando llegue el momento en que todos los explotados de una empresa se reconozcan detrás de las banderas de su sindicato, nada impedirá que la lucha se dé con todo y se gane.

Fue un viaje largo y agotador, pero valió la pena pues nos permitió reforzar nuestras convicciones. Una delegación del Cius visitó a los compañeros de la mina Santa Ana en Curanilahue y conoció de sus bocas el sentido de su lucha y la justeza de sus peticiones. Los más de 170 trabajadores que con sus grupos familiares superan las 800 personas, están solos contra el mundo y salvo el apoyo irrestricto de algunas organizaciones sociales y sindicales en la región y del senador Alejandro Navarro, sufren la discriminación informativa que por la vía del silencio intenta hacer desaparecer esta lucha por la vida y por el pan.

Estuvimos un largo rato con los más de 60 que están enterrados bajo tierra hace ya casi un mes. Escuchamos sus penas y dolores y pudimos revertir por algún momento el dolor dándoles cuenta del apoyo de las organizaciones del CIUS. Vimos los pequeños espacios en que han habilitado sus camastros y somos portadores de su demanda de no olvido.

Se requiere urgente más y más solidaridad activa. Porque lo que viven ellos, lo han vivido y lo seguirán viviendo miles de trabajadores, mientras reine el capital.

Es la prepotencia y desidia patronal, es la mentira de autoridades de gobierno que aceptan suscribir protocolos de acuerdo que luego nadie cumple, con el solo objetivo de desactivar la lucha.

Rostros demacrados, ojos hundidos, barbas descuidadas, cabelleras desgreñadas, iluminado todo con las luces de los cascos mineros. Y sin embargo ante nosotros solo hombres dignos y firmes en sus convicciones.

Llamar a no dejarlos solos, a seguir haciendo los aportes en la cuenta corriente habilitada, a llamarles para entregar el respaldo, moral primero y comprometer visitas a la zona.

No están solos pero requieren mucho más. Su victoria será la nuestra.

Dijo la diputada Camila Vallejo: ”Hay un problema en el ámbito laboral brutal que se expresa en la desigualdad y que tiene su origen con que los trabajadores no gozan con el fruto de su trabajo, el que termina acentuando la concentración de la riqueza. Hay que acortar la jornada laboral para hacer otras cosas, como disfrutar de la familia. Debe haber un cambio en la matriz productiva, con mayor industrialización sustentable y mayor inversión en ciencia y tecnología”   La Tercera On line – 14 de enero 2017

Cuanta razón y sin embargo es una más de los que, por acción o por omisión, aprobaron la ley 20.918 y validaron las nuevas leyes laborales que comenzaran a regir el 1 de abril de 2017.

La tarea es clara. Seguir promoviendo la organización para revertir la desesperanza. La CGT y el CIUS no cejarán en sus empeños. Únete a nosotros.

Un buen 2017 para todos.

Por Manuel Ahumada Lillo

Presidente C.G.T. Chile

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