Análisis internacional

Europa: Sociedades militarizadas camino a la precariedad

La decisión de militarizar a Europa no sólo es una decisión de irracionalidad máxima de la casta política militar de la Unión Europea, sino que arrastra al conjunto de la sociedad hacia una confrontación que lejanamente será con enemigos extramuros, sino que una guerra social, emprendida en primer lugar contra la clase trabajadora.

Europa: Sociedades militarizadas camino a la precariedad

Autor: Pablo Jofre

La política belicista impulsada por la ralea política, empresarial y el complejo militar industrial europeo, aupado por los grupos de presión energéticos y sionistas, conducen a las sociedades europeas a una debacle en derechos civiles, políticos y económicos, que ya se dejan sentir con fuerza.

Una realidad que se acrecienta día a día, con el progresivo malestar de la población principalmente por el aumento de los gastos militares, impulsados en forma imperativa desde Washington y llevado a cabo por el verdadero poder en Europa: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Esta entidad, bajo el dictado de la administración Trump, prioriza las metas de aumentar, a los miembros de la OTAN, el Producto Interno Bruto (PIB) del 2% al 5%, teniendo como fecha límite el año 2035. Una cifra que, en esencia, significa destinar un 3,5% a defensa estricta (que refiere al compromiso fundamental de la defensa colectiva según el artículo N°5 de la organización atlantista) y un 1,5% en infraestructuras de seguridad. Pero… eso implica buscar los fondos para hacer realidad tal determinación y esto va por el camino de recortar fondos destinados a inversión social: educación, sanidad, pensiones, cultura, primordialmente.

Países como España, a través del gobierno de Pedro Sánchez ha señalado que es imposible elevar el gasto militar más allá del 2% sin que ello signifique un detrimento de la calidad de vida de la población, considerándolo una medida incompatible con un “estado de bienestar” que ya venía a la baja. “Para España, comprometerse a un objetivo del 5% no solo sería irrazonable, sino también contraproducente y que, además, resultaría incompatible con nuestro Estado de bienestar y nuestra visión del mundo», señaló Sánchez (1).

Una opinión que generó la indignación de Alemania, país que se ha convertido en el catalizador de todas las propuestas estadounidenses. El periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung, uno de los más influyentes de la nación teutona, arremetió contra Sánchez por su negativa a destinar el 5% PIB al gasto militar. En un artículo de opinión, este medio señaló que “la postura de España muestra un cuestionamiento a los compromisos de la Alianza Atlántica con una postura de Sánchez de fanfarronería” (2).

Analistas como Carsten Brzeski y académicos del Centro Delàs –Centro de Estudios por la Paz J.M. Delàs, con sede en Barcelona– advierten que este gasto militar se financia a menudo con recortes en inversiones sociales e infraestructuras, lo que genera una «guerra social contra la clase obrera» y aumenta la desigualdad (3).

En específico, el mencionado centro de estudios catalán afirma:

“Nadie debe engañarse, para llevar a cabo el Plan Rearme Europeo, los Estados solo tienen tres vías para conseguir esos enormes recursos. Una, emitir deuda pública que, aunque no compute como deuda, igualmente implicará que se tengan que pagar intereses a quienes la adquieran, pues ese acuerdo de no sumar la deuda de las inversiones en defensa es como hacerse uno mismo trampas en el juego del solitario. La segunda, es que el aumento de gasto militar se financie por la vía de aumentar impuestos. Y la tercera, que se asuma dentro del presupuesto anual, reducir el gasto en otros ministerios (recortes) para incorporar un mayor gasto a defensa. Medidas, que afectarán al bienestar de la mayoría de la población”.

En ese sentido, el Reino Unido fue el primero en aplicar esa receta, y su primer ministro, Keir Starmer, propuso recortar en el presupuesto del 2025, 5.700 millones de libras esterlinas en asistencia a discapacitados, salud, ayudas a familias dependientes y reducir 10.000 puestos de trabajo público. Francia también redujo 5.000 millones de euros en sanidad y propuso reducir 5.000 funcionarios del Estado. En Alemania, la ministra de Economía propuso atrasar la jubilación a los 70 años. Otro de los ámbitos donde diversos países han anunciado recortes es en la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD); Francia ha aplicado un recorte del 35%, Países Bajos un 30%, Bélgica un 25% y Reino Unido un 50%.

Giorgio d’Agostino, J. Paul Dunne y Luca Pieroni –académicos especializados en el análisis del gasto militar– en la misma senda de centro de investigación Delás, demuestran que el gasto militar tiene incluso un efecto negativo significativo y persistente sobre el crecimiento económico, donde un aumento sostenido del gasto militar reduce el nivel del PIB per cápita, desviando recursos de inversiones más productivas (4).

En Alemania, por ejemplo, ya no sólo se habla de restringir los derechos sociales, sino que, al mismo tiempo, establecer el servicio militar primero voluntario y a la hora del análisis poder virar hacia uno obligatorio. Y, al mismo tiempo, aumentar la jornada laboral en los sectores afectados por la militarización (5).

Sumemos el hecho de que el supuesto beneficio de aumentar el gasto en armas no beneficia a Europa, ya que gran parte de los pedidos militares son extramuros europeos y, en forma principal, el gran beneficiario es el complejo militar industrial estadounidense. Un dato relevante es que entre junio del año 2022 y junio del del 2024 el 80% de las adquisiciones, en el campo de armas y equipos relacionados, se destinó a proveedores no europeos. Un 65% a empresas de Estados Unidos (6).

Analistas de la actual situación en Europa, de militarización de la economía, afirman que el aumento del gasto militar no sólo aumenta la desigualdad, sino que la desprotección de las naciones y la posibilidad de guerra.

“La historia europea es testigo de ello: Las oleadas de rearme, sobre todo en Alemania en el siglo XX, condujeron a dos guerras mundiales y a un continente en ruinas. Hoy, reproducir este patrón significaría sacrificar cada vez más vidas, destruir sociedades y comunidades para alimentar una industria dispuesta a comérselo todo y cuya supervivencia depende… de nuestra propia inseguridad. Como resume el economista Michael Roberts, el keynesianismo militar sólo puede funcionar en una situación de guerra” (7).

La amenaza del gobierno de Trump de quitar todo apoyo militar a Europa, bajo una narrativa de terror rusofóbico, ha logrado que las rodillas de los lideres europeos se inclinen en forma genuflexa y hasta indigna, como es el caso del secretario general de la OTAN, el neerlandés Mark Rutte, que denomina al blondo presidente estadounidense como su “Daddy” y alaba que se le hable a Europa con un lenguaje rudo. Un liderazgo que impulsa el predominio del pensamiento y la acción militar en lugar de fortalecer las políticas en beneficio de los 450 millones de europeos.

Las cifras revelan la magnitud del gasto militar y la afirmación, simplemente una perogrullada, respecto a que el dinero debe salir de algún lado, y esto siempre ha sido vía recortes sociales: ni impuestos a los más ricos, menos aún a la disminución de la burocracia del establishment en todos los países europeos, que implica un clientelismo favorable al plan de concretar a Europa como el patio trasero de Washington, y, en forma principalísima, impulsar guerras de agresión y apropiación de territorios que permitan disponer de acceso a recursos energéticos, minerales, pasos marítimos e influencia política en diversas partes del mundo.

Claro está, todo bajo la égida estadounidense. No hay soberanía en esta Europa sometida que hace mucho tiempo arrió la bandera de la dignidad y cuya población experimentará recortes masivos en servicios públicos, con incrementos en gastos militares proyectados en 510 mil millones de euros anuales, y que, al aumentar al 5%, agravará las tensiones internas en los países menos fuertes económicamente. Presiones sociales que intensifican las críticas que señalan que la Europa de las hegemonías ha inventado un “enemigo común” por parte de la OTAN, precisamente para llevar a cabo recortes sociales al estilo de los impuestos a los países del Sur Global por instituciones como el FMI y el Banco Mundial. Este enemigo es hoy Rusia y la excusa perfecta es Ucrania, que ha servido de testaferro de las políticas hegemónicas y arrogantes de Estados Unidos y su patio trasero europeo.

El aumento del gasto militar en el continente europeo tensa las cuentas públicas y obliga a los gobiernos a buscar nuevos ingresos. Si ello no se consigue, la tendencia es limitar la inversión, como es incuestionable, en educación, sanidad, pensiones y otras políticas sociales, dentro del mecanismo conocido como “efecto crowding out» (8), que implica ciertas opciones: subir impuestos, endeudarse con entidades externas o recortar partidas presupuestarias destinadas a inversión social.

El Estado del bienestar europeo es hoy una realidad que se desvanece lenta y, al parecer, inexorablemente, obligando a los gobiernos, al amparo de las exigencias de los más poderoso dentro de la Unión, e impelidos por Washington a reasignar recursos. Esto reabre el debate sobre la sostenibilidad del modelo de bienestar sin reformas tributarias profundas, que signifiquen que aquellos que más poseen y que representan apenas un porcentaje ínfimo de la población, sean los que apoyen un edificio que se derrumba (9).

La lectura de diversos análisis respecto a los efectos del millonario rearme europeo permiten dar cuenta que la reasignación de recursos hacia presupuestos de guerra ensancha y agrava las brechas sociales, ya que los recortes en prestaciones sociales y servicios públicos afectan a aquellos hogares de menores rentas, mientras que los beneficios derivados de la mayor venta de armas y la industrialización asociada a esta área se concentra en muy escasas regiones y en escasos grupos industriales.

Una realidad que se traduce en descontento de la población y polarización política, donde una parte de la población sufre el deterioro de su calidad de vida, expectativas de mejor futuro. Todo ello para financiar un esfuerzo militar no sólo excesivo, sino que se considera injustificado e impuesto desde Bruselas y la espada de chantajes y presiones de Washington, y que se escenifica en forma visible y con lógico rechazo de las sociedades europeas, con el multimillonario apoyo financiero y en armas que se otorga al régimen ucraniano.

Lo anterior queda refrendada con la Cumbre de la Unión Europea celebrada en Bruselas, que acordó, el pasado 18 de diciembre, el otorgar una nueva ayuda a Ucrania para evitar su colapso irrefrenable.

“La Unión Europea financiará a Ucrania con 90.000 millones de euros para mantenerla a flote los próximos dos años, aunque no recurrirá de momento a los activos rusos congelados en la Unión, confirmó el presidente del Consejo Europeo, António Costa, después de que los líderes europeos hayan aparcado esta opción por las dificultades aparejadas a este plan” (10).

Más armas en Europa son un catalizador para más agresiones, fragmentación social, más sometimiento a Estados Unidos. Y, sobre todo, pauperizar aún más a las sociedades más carenciadas del continente europeo, a las cuales se les presenta un enemigo fantasmagórico bajo el nombre de Federación de Rusia, cuando el verdadero enemigo está en sus propias castas políticas sometidas, faltas de dignidad y soberanía. El economista Thomas Piketty sostiene, acertadamente, que más que aumentar en forma exorbitantes el gasto militar es mejor reorientar las prioridades hacia “el bienestar humano y el desarrollo sostenible”, con inversiones masivas en «infraestructuras comunitarias como la educación, la sanidad, el transporte, energía, clima, entre otras.

Personajes como la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, el canciller alemán Friedrich Merz, el primer ministro Keir Starmer y el presidente francés Emmanuel Macron, entre otros, no creen en ese camino y se empecinan en buscar enemigos a diestra y siniestra con tal de satisfacer, no sólo a su Daddy estadounidense, sino también a las trasnacionales caníbales de las armas y energéticas europeas. Y creen haber encontrado ese enemigo en Rusia, que, a través de su presidente Vladimir Putin les ha dado respuesta firme y clara: “si Europa quiere entrar en guerra, Rusia está preparada”.

¿Quién pagará esta francachela belicista europea? La respuesta proviene del propio hijo putativo de Trump, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien afirma que “por término medio, ¿los países europeos gastan hasta una cuarta parte de su renta nacional en pensiones, sanidad y seguridad social? Sólo necesitamos una pequeña cantidad de este dinero para reforzar considerablemente nuestra defensa” (11).

«A confesión de parte, relevo de pruebas», se afirma en el mundo leguleyo, y la esencia de lo señalado por Rutte muestra, en toda su extensión, que la decisión de militarizar a Europa no sólo es una decisión de irracionalidad máxima de la casta política militar de la Unión Europea, sino que arrastra al conjunto de la sociedad hacia una confrontación que lejanamente será con enemigos extramuros, sino que una guerra social, emprendida en primer lugar contra la clase trabajadora.

Por Pablo Jofré Leal

Periodista. Analista Internacional.

Artículo para Hispantv

  1. https://www.bbc.com/mundo/articles/ce9x89zvpplo
    Carsten Brzeski, jefe de Macroeconomía Global de ING, advierte: «Habrá un efecto multiplicador negativo si parte del gasto militar se financia con recortes en otros ámbitos.». A corto plazo, por tanto, el gasto militar no será un motor económico: Una gran parte de los fondos se destinará al extranjero, mientras que los recortes en gasto social e inversión productiva tendrán un impacto negativo en el crecimiento. https://mundoobrero.es/2025/07/08/por-que-militarizar-la-economia-europea-no-salvara-nuestra-industria/ ↩︎
  2. https://www.huffingtonpost.es/virales/en-alemania-ven-comparecencia-pedro-sanchez-califican-palabra-pocas-veces-vista.html ↩︎
  3. https://web.centredelas.org/qui-som/?lang=es ↩︎
  4. Giorgio d’Agostino, J. Paul Dunne & Luca Pieroni (2017) Does Military Spending Matter for Long-run Growth?, Defence and Peace Economics, 28:4, 429-436, DOI: 10.1080/10242694.2017.1324723 ↩︎
  5. «Organized Labour Against The New Cold War – Rosa-Luxemburg-Stiftung». 2025. 1 avril 2025. https://www.rosalux.de/en/news/id/53248/organized-labour-against-the-new-cold-war ↩︎
  6. https://mundoobrero.es/2025/07/08/por-que-militarizar-la-economia-europea-no-salvara-nuestra-industria/ ↩︎
  7. https://international.pvda-ptb.be/es/articles/por-que-militarizar-la-economia-europea-no-salvara-nuestra-industria ↩︎
  8. Situación en que la capacidad de inversión de las empresas se reduce debido a la masiva emisión deuda pública, expulsándolo de la economía. ↩︎
  9. El 5% más rico en Europa acumula cerca del 43% de la riqueza total de la Eurozona, mientras que más del 21% de la población (unos 94 millones de personas) está en riesgo de pobreza o exclusión social, con países como Alemania, Francia, España e Italia mostrando una gran concentración de riqueza en el 10% más rico (más del 53%), y naciones como Bulgaria y Rumania que enfrentan los mayores riesgos de pobreza, según datos de 2024-2025 entregados por Oxfam, Eurostat y Euronews. ↩︎
  10. Leer más: https://www.europapress.es/internacional/noticia-lideres-ue-ayudaran-ucrania-90000-millones-no-recurriran-activos-rusos-20251219032127.html ↩︎
  11. DPG Media Privacy Gate. s. d. https://www.demorgen.be/nieuws/navo-vraagt-hogere-defensie-uitgaven-moet-belgie-dan-maar-kiezen-tussen-pensioenen-en-straaljagers~b973e5c8/. ↩︎

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