La educación chilena está para la historia

Durante la inquisición, por allá por el siglo XII, que perseguía las herejías y , por cierto, prohibía el estudio de libros que no fuesen mirados con buenos ojos por la santa iglesia, sólo se podía leer la biblia escrita en latín, único lenguaje permitido y que se encontraba fuera del alcance de la plebe

Por Wari

24/11/2010

Publicado en

Columnas

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Durante la inquisición, por allá por el siglo XII, que perseguía las herejías y , por cierto, prohibía el estudio de libros que no fuesen mirados con buenos ojos por la santa iglesia, sólo se podía leer la biblia escrita en latín, único lenguaje permitido y que se encontraba fuera del alcance de la plebe. Quien osara leer libros no autorizados era pues quemado en la hoguera acusado de hereje.

Episodios de oscurantismo hay muchos, pero los más recordados en nuestra historia reciente son el fascismo de Hitler en que se quemaron libros que pudieran atentar contra la pureza del pensamiento nacional socialista.

En Chile, el ejército de férrea formación prusiana, también mandó quemar libros en las calles cuando el golpe de estado de 1973, pero fueron más allá, se prohibieron las canciones subversivas, se persiguió a profesores e intelectuales y a todo quien pensara distinto a quienes tomaron el poder en complicidad con la derecha y el imperio. Los colegios y el sistema educativo fueron modificados de acuerdo a los intereses del régimen fascista, las materias que tenían que ver con educación cívica se sacaron de los planes de estudio.

Hoy podemos ver con preocupación que la historia se puede repetir: el ministro de Educación Joaquín Lavín, eterno candidato de derecha a la presidencia de la república, personaje bastante, por decir lo menos “curioso”, poseedor de una gran imaginación e ingenio, cuando era alcalde de Santiago contribuyó al anecdotario del país, cuando llevó a la ciudad toneladas de nieve para que los niños pobres de los suburbios la disfrutaran, en lugar de llevar a los niños a la montaña que sólo visitan quienes tienen dinero, creó playas artificiales en los parques acarreando arena a destajo para evitar que los pobres utilizaran las fuentes ornamentales de la capital en el caluroso verano, privatizó los derechos de agua municipales y hoy las cuentas por regar las áreas verdes son millonarias, lo hecho por el alcalde Opus Dei fue tan “eficiente” que para recompensar sus fracasos electorales le nombraron ministro de Educación, brillante decisión, ha planteado la necesidad, en aras de mejorar la calidad de la educación chilena la reducción en más o menos un 25% de las horas pedagógicas de historia impartidas en los colegios chilenos (…), dándole prioridad a las materias de matemáticas y lenguaje.

Lo más preocupante es que podemos constatar que la apuesta del señor ministro es a borrar de la conciencia colectiva la historia, principalmente la historia reciente, borrar por decreto la estrecha relación de su conglomerado político con la dictadura de Pinochet y su complicidad por acción u omisión con las aberraciones cometidas: crímenes de lesa humanidad que han sido condenados en todo el mundo, apuesta por la formación de estudiantes que ignoren por completo las luchas sociales, la organización del pueblo por echar abajo la dictadura, que ignoren sus derechos obtenidos con el sacrificio de sus abuelos, derechos laborales, políticos y sociales… así podrán explotarlos sin mayor resistencia.

La medida propuesta por Lavín se asemeja mucho al dicho popular de “desvestir un santo para vestir a otro”, que describe con exactitud la contradicción entre mejorar la educación y entregar menos conocimientos dejando desnudos a quienes deben saber de su pasado como país, como sociedad y por último como personas, el saber señor ministro no ocupa lugar, el problema es que usted pretende hacer creer que la mala calidad de la educación es responsabilidad de la historia.

Las reformas del ministro pretenden segregar y dar cada día un carácter clasista a la educación, comenzó por imponer la prueba Simce (sistema de medición de la calidad de la educación) de inglés, continuó con la de educación física, espero no se le ocurra hacer una prueba Simce de religión. Manifestó la intención de terminar con el estatuto docente, para así despedir profesores a su antojo con la excusa de que serían malos profesores. Muestra su total indiferencia e incluso complacencia al cierre de colegios municipales en franco beneficio de los que imparten educación pagada. En definitiva lo que podemos ver es que se avanza a pasos agigantados a la privatización de la educación para así entregar un muy buen negocio a los privados, como lo hiciera su mentor el dictador con la privatización de los fondos de pensiones (AFP).

El último chispazo de agudeza intelectual es disminuir las clases de historia a su mínima expresión, felicitaciones señor Lavín, la historia lo recordará, de eso no tengo duda…

Por Andrea Dufournel

Temuco

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