La República en perspectiva

Nada parece cambiar en Chile, así hayan pasado las vacaciones de verano

Por Wari

11/03/2016

Publicado en

Columnas

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Herrero firmando librosNada parece cambiar en Chile, así hayan pasado las vacaciones de verano. Las últimas semanas trajeron más de lo mismo. El Festival de Viña del Mar, conocido sólo en Chile aunque los chilenos creamos lo contrario, tuvo su tradicional polémica anual. Esta vez de la mano de humoristas que hicieron chistes políticos. En otros años fue por humoristas trasnochados dedicados a los chistes de suegras, negros y homosexuales. Y en otras ocasiones por el mal comportamiento de un “monstruo” auto-fabricado por los medios de comunicación que abuchea o aplaude al artista de turno sin un patrón preciso.

Y el inicio del año empresarial también trajo más de lo mismo. Una compañía llamada AC Inversions que, para variar, estafó a sus clientes, se ha convertido ahora en el nuevo caso de corrupción y robo de nuestro país. Ya nos estamos acostumbrando a los desfalcos, así que en ello no hay novedad.

Y el comienzo del año político suena a una película vista decenas de veces. Toda la maquinaria propagandística de la derecha permanente se ha volcado a denunciar, una vez más, los grandes atropellos de nuestra sociedad: léase, una reforma laboral que busca equilibrar la relación entre patrón y empleado (lo cual parece ser un crimen económico en este país) o la situación en la Araucanía que, según los poderes permanentes de Chile, merece invocar y aplicar la Ley de Seguridad de Interior del Estado.

Para más remate, a pocos días de celebrarse el Día Internacional de la Mujer, la ex candidata presidencial de la DC, Soledad Alvear, es elevada por esos mismos poderes permanentes del conservadurismo chileno al estatus de santa moderna por oponerse a la posibilidad de que las propias mujeres decidan acerca de su reproducción. En Europa, la demócrata cristiana Alvear sería parte del movimiento de Marie Le Pen en Francia o del Pegida en Alemania, es decir, de la ultraderecha cristiana que ve en el Islam la perdición de sus valores.

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Hablando de Europa, París sufrió el año pasado una serie de atentados que costaron la vida a decenas de personas. Sin embargo, sus calles permanecen tranquilas y la sociedad no se militarizó, como, por ejemplo, lo exige el senador Alberto Espina para la Araucanía chilena. Alemania está recibiendo a miles de inmigrantes de Siria, Afganistán, Irak y Libia (países devastados por guerras en los que Occidente ha desempeñado un papel importante), pero ese país no está colapsando.

Hablando de Europa, un continente que nuestras elites solían admirar antes de cambiar su lealtad política y cultural hacia Estados Unidos, es reconfortante ver cómo en el Panteón de la capital francesa se rinde tributo a hombres como León Gambetta, uno de los líderes de la comuna de París que en 1871 estableció la primera sociedad auto-gestionada y socialista. En Chile, en cambio, nadie le rinde tributo a Marmaduque Grove y la República Socialista chilena de 1932.

Hoy los más avezados intelectuales chilenos, como el rector de la Universidad Diego Portales, proponen volver a la Constitución de 1925 como una manera de avanzar hacia una carta fundamental para el siglo XXl y, sobre todo, para apaciguar los ánimos reaccionarios de los defensores de la Constitución pinochetista de 1980. Olvidan que ese texto de ley fue impuesto por los militares a un joven Arturo Alessandri que aún tenía ciertos pensamientos progresistas antes de volverse derechista en la década de los 30.

¿Qué se quiere decir con ello? Es muy simple: el republicanismo chileno siempre ha tenido tintes de derecha, y cada vez que la izquierda ha osado desafiarlo, el resultado ha sido un baño de sangre… con víctimas de izquierda, claro.

Hace unos días Ernesto Ottone, el otrora comunista y después poderoso jefe del Segundo Piso del gobierno de Ricardo Lagos,  hoy comentarista estable en la Radio Cooperativa, se quejó del tono “jacobino” de la política chilena. Recordando la historia de Occidente, y considerando que la Revolución Francesa de 1789 marca el inicio de nuestra época moderna, no es tan descabellado pensar que necesitamos de más jacobinos,  que se requiere a un Maximilien Robespierre… así sea para que se equilibren las cosas. Aunque a Ottone y a su jefe Ricardo Lagos no les guste.

Por Víctor Herrero

Publicado originalmente el 7 de marzo 2016 en diarioUchile

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