Las Farc. La importación e instrumentalización de un conflicto para la criminalización Mapuche

Los conflictos ideológicos occidentales del continente que se basan principalmente en la competencia (auto)destructiva para el control de los llamados recursos naturales, para unos, a favor del capital privado y para otros, a favor del control estatal, desencadenado en su máxima expresión en Colombia, lo han trasladado a Chile bajo etiquetas terroristas por ciertos sectores […]

Las Farc. La importación e instrumentalización de un conflicto para la criminalización Mapuche

Autor: Wari

Los conflictos ideológicos occidentales del continente que se basan principalmente en la competencia (auto)destructiva para el control de los llamados recursos naturales, para unos, a favor del capital privado y para otros, a favor del control estatal, desencadenado en su máxima expresión en Colombia, lo han trasladado a Chile bajo etiquetas terroristas por ciertos sectores fascistas para intentar justificar la criminalización de la protesta social del Pueblo Mapuche, sus reivindicaciones y exigencias por derechos y justicia, en actos absolutamente repulsivos, repugnantes y sin moral.

¿Es coincidencia que quienes levantan denuncias sobre los vínculos Farc y mapuches sean todos de sectores vinculados al fascismo extremo y radical acostumbrado a conspiraciones y montajes y que amparan las sistemáticas violaciones a los derechos humanos? Sectores empresariales ideologizados, de prensa, políticos e incluso fiscales del Ministerio Público vinculados a un fascismo que justifica el racismo, el colonialismo y las intervenciones bélicas estatales y la criminalización pública ante la protesta social, son sus impulsores, son sus promotores.

Son los mismos que quieren mantener la ley antiterrorista, los mismos que necesitan de testigos sin rostros, los mismos que necesitan justificar sus denuncias y levantan montajes comunicacionales para influir en la opinión pública y en el comportamiento de los tribunales.

La Historia Farc Mapuche no es nueva. En septiembre de 2008, parlamentarios de Renovación Nacional, encabezados por el Senador Alberto Espina denunciaron la existencia de vínculos entre las Farc con grupos extremistas mapuches de la región de la Araucanía, cuya información “privilegiada” habría sido provista desde el mismo Gobierno de Uribe en Colombia en el 2006.

Lo mismo era resaltado por el diputado independiente -ex RN y ex ministro de PinochetAlberto Cardemil y el RN Cristián Monckeberg, quienes aseguraron que el Ministerio del Interior de la época estaba al tanto de la posible relación entre las Farc y grupos subversivos vinculados a la causa mapuche desde hace más de un año y medio.

Lo mismo hizo el actual presidente y entonces presidenciable Sebastián Piñera, en agosto del año 2009, afirmando irresponsablemente que detrás de la violencia en el conflicto mapuche hay organizaciones terroristas extranjeras y en agosto de este año con su homónimo de Colombia, el actual presidente Juan Manuel Santos, dijeron a la prensa que habían acordado “cortar el ‘vínculo’” entre mapuches y las Farc”.

Actos repulsivos, repugnantes, sin moral, que buscan trasladar un conflicto ideológico occidental en el continente, para desviar la atención sobre los verdaderos temas de fondo que reclama el Pueblo Mapuche y que versan sobre reclamaciones de tierras ancestrales, restauración de derechos humanos y exigencias de reparaciones frente a los abusos, violaciones, usurpaciones, arbitrariedades, negaciones y empobrecimiento causado por un estado colonial y patriarcal, controlado por oligarquías que imponen políticas verticales, anti democráticas, de explotación, subyugación a favor del capital privado y en desmedro de la libredeterminación de los pueblos.

El Pueblo Mapuche es víctima del estado chileno, el que hasta fines del siglo 19 era libre y soberano del río Bio Bio al sur y el estado impulsó un plan que incluyó no sólo acciones militares, sino además la penetración de los territorios, la fundación de ciudades, la construcción de obras públicas tales como caminos, telégrafos, y crear escuelas y hospitales chilenos, junto con políticas de genocidio, asimilación y negación a la existencia Mapuche y el rompimiento de las organizaciones, instituciones y autoridades tradicionales. Es importante señalar que los actos criminales no prescriben.

Las tierras usurpadas fueron traspasadas a colonos, proceso que duró hasta una buena parte de los inicios del siglo 20, sin ningún costo para ellos, para fomentar la población extranjera en la zona. Se dice que como resultado de esta acción bélica se provocó la pérdida de más del 90 % del territorio ancestral Mapuche y el inicio de una situación de empobrecimiento, reduccionismo y un radical y progresivo éxodo hacia las zonas urbanas.

En estas tierras usurpadas en el presente, no hay disputas por petróleo ni grandes fuentes de mineras, hay tierras que se pretenden para la expansión de la industria forestal, de celulosas y de nefastos proyectos energéticos pensados para industrias extractivas y especulaciones con el agua y sobre esta realidad, el Pueblo Mapuche y sus comunidades rurales, con su cosmovisión ancestral en muchas de ellas, promueven el respeto y la existencia de una economía local basada en el buen vivir, hecho que se ha convertido en un escollo para los intereses del capital, de verdaderos poderes fácticos.

Uno de los grupos de mayor presencia activa en el territorio ancestral Mapuche es el Grupo Matte, dueña de CMPC (Forestal Mininco y celulosas) y de la compañía hidroeléctrica Colbún y vinculadas a grupos sectarios en la Iglesia Católica, los legionarios de cristo, con directa relación a diversas esferas políticas, de opinión, gremiales empresariales en Chile. Una de sus integrantes, Patricia Matte, ha sido parte del directorio del Canal 13 de TV de la Universidad Católica de Chile. En dicho canal, en junio de este año se transmitió el programa «Contacto» ante una importante audiencia en cantidad. En él, a través de una apuesta sensacionalista se pretendió exclusivamente hacer esta relación Mapuches – Farc y el terrorismo en Chile ¿Coincidencia?

LA IMPORTACIÓN DE UN CONFLICTO: MADE IN COLOMBIA

La guerrilla en Colombia, entre otros aspectos, ha servido de “excusa” para el ataque a habitantes campesinos, indígenas y/o afrodescendiente de diversos territorios, con sistemáticos asesinatos, represiones y desplazamientos forzados de poblaciones ya sea por el ejército, paramilitares, incluso por la misma denominada “guerrilla”, situada en varios lugares donde “casualmente” se han instalado los principales proyectos de industrias extractivas (petroleras y mineras).

A esta altura, vale preguntarse ¿A qué Farc se referirá el fascismo chileno, argentino y colombiano cuando se monta la relación con Mapuches? ¿Las Farc montadas por los ex presidentes Uribe, Bush y su instrumentalización? ¿La de los paramilitares; o la ideologizada doctrinaria distante a las luchas indígenas?

Los análisis racistas de que el Mapuche necesita de grupos foráneos para organizarse, para actuar, para reclamar sus derechos, no solo se mantiene en la prensa chilena, sino también se ha hecho eco en la prensa fascista de Argentina y Colombia. Hablan de vínculos con la Farc, con la ETA, de redes internacionales de terrorismo, etc.

Más allá de estos absurdos que solo buscan estigmatizar y criminalizar, lo cierto es que Colombia es un mapa de planificaciones siniestras y genocidas, donde los principales afectados han sido miles de inocentes y que nadie que esté por los derechos humanos puede tomar partido.

Como mapa de conflictos, en Colombia, las principales arremetidas de paramilitares, militares y bases militares estadounidenses que buscan imponerse, coinciden donde se ubican los principales proyectos para industrias extractivas, lo que ha generado en varias ocasiones desplazamientos forzados de poblaciones y verdaderos genocidios a causa de mineras y petroleras, donde, han existido los intereses de diversas corporaciones económicas vinculadas al imperio neoliberal estadounidense. Hechos muy similares han ocurrido en Perú en el marco de las invasiones de las mismas industrias.

En definitiva, en Colombia, los pueblos indígenas han sido víctimas del genocidio del ejército Colombiano, de la policía, de la CIA heredada de Bush y de la misma Farc, aunque a esta altura, no se sabe de qué Farc se está hablando. Lo que si, son cientos los indígenas asesinados por los fusiles de la brutalidad.

En Chile, varios ataques incendiarios a “propiedades” y que han tenido seguros comprometidos, ya sea plantaciones de monocultivos exóticos, instalaciones o camiones, han servido de motivo para influir a los sensacionalismos en la opinión pública por parte de la prensa empresarial sobre el denominado terrorismo y violencia Mapuche, como nuevo prejuicio, nueva estigmatización, desviando los asuntos de fondo, en el marco de legítimas movilizaciones por reclamaciones de tierras ancestrales y/o bien, para protestar por la imposición de nefastos proyectos (forestales, celulosas, hidroeléctricas); y a su vez, han servido de excusa para la militarización y criminalización de diversos territorios.

También, el asesinato de jóvenes Mapuches, como Alex Lemún, Matías Catrileo y Jaime Mendoza Collío, en el marco de movilizaciones por reclamación de tierras ancestrales, han sido utilizados como forma de provocación a los movimientos Mapuches por parte de aparatos siniestros de sectores público y/o privado, gatillando rabia, indignación, impotencia y acciones de protesta más radicales, y responder a eso, con olas represivas y de criminalización cuyo único propósito es la neutralización de las legítimas reclamaciones. Desde el asesinato de Lemún, en noviembre de 2002, se instaló el plan de operación paciencia, cuyo objetivo central, fue la persecución a la Coordinadora Arauco Malleco (CAM). A esto se agrega las instalaciones de cooptaciones con fondos internacionales y la cizaña, una seguidilla de mentiras para descalificar a representaciones Mapuches y correspondiente desmovilización y fragmentación.

En el presente, diversas comunidades, encabezadas por autoridades ancestrales, han hecho llamados a la movilización y la legítima protesta y ha sido de frente, abierta y transparente. Sus vocerías han dado la cara siempre y han exigido de los medios de comunicación transparencia y cumplimiento de la libertad de expresión. Han señalado que es una lucha Mapuche y que se obedezca como tal en el marco de las reclamaciones para reparaciones de tierras ancestrales y el respeto a los derechos como Pueblo.

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Por Alfredo Seguel

12 november, 2010

Fuente: www.mapuexpress.net


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