Moneda dura… ¡Qué duro!

En materia de Economía se puede argumentar de todo y su contrario, lo que recuerda “El coronel Chabert”, la novela de Balzac. Dado por muerto, era muy evidente que el héroe de Eylau estaba vivo… pero como decía Darville, el hombre de Ley: “No es tan simple. Todo se puede alegar en justicia”. En Economía también.

Hipótesis: Con un dólar a 750 pesos, un asalariado chileno que gana 300 mil pesos al mes, recibe 400 dólares. Luego, si el dólar baja a 420 pesos, ese mismo asalariado, que gana los mismos 300 mil pesos, cuesta 714,18 dólares, o sea un 78,57% más caro. Alemania y Francia han hecho la experiencia de lo que significa tener una moneda dura. El costo lo pagan los trabajadores que, para ser “competitivos”, deben aceptar reducir sus pretensiones salariales.

En los países citados la masa salarial no ha subido en los últimos 30 años, mientras la remuneración del capital ha aumentado considerablemente. Para Francia eso se traduce hoy en día en que 200 mil millones de euros pasaron de la remuneración del trabajo a la remuneración del capital. El país ha vivido un proceso de desindustrialización que genera un desempleo masivo: Las deslocalizaciones de la industria hacia países de salarios bajos y/o de monedas débiles matan la industria francesa.

En Chile, las políticas monetarias han apuntado a favorecer al gran capital. Un peso débil permitió invertir en Chile a precio de huevo. Luego, a la hora de repatriar los beneficios, un peso fuerte permitió multiplicar los beneficios. De vez en cuando, por razones que no tiene nada que ver con los intereses del país y sus habitantes, el Banco Central “interviene” para limitar la baja del dólar. Fue el caso durante la administración Bachelet, y lo es ahora, con Piñera.

Que el dólar suba, baje o se mantenga, los que pagan el pato son siempre los asalariados. Alianza y Concertación han contribuido de consuno a transformar Chile en un pasadizo para capitales especulativos. Otro elemento de su cogobierno que ya dura 21 años.

Por Luis Casado

Politika, segunda quincena enero 2011

El Ciudadano Nº95