Nacionalización de YPF ¿Fin de la era privatizadora?

El conflicto entre el gobierno argentino y la empresa Repsol-YPF ha desencadenado una virulenta reacción de parte de funcionarios del gobierno ultraconservador español y muestran que a pesar del largo tiempo transcurrido estos funcionarios de la Corona todavía no se percataron del resultado de la batalla de Ayacucho que, en 1824, terminó de demoler los […]

Por Wari

23/04/2012

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Columnas

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El conflicto entre el gobierno argentino y la empresa Repsol-YPF ha desencadenado una virulenta reacción de parte de funcionarios del gobierno ultraconservador español y muestran que a pesar del largo tiempo transcurrido estos funcionarios de la Corona todavía no se percataron del resultado de la batalla de Ayacucho que, en 1824, terminó de demoler los restos del imperio español en esta parte del mundo. Tanto su “puesta en escena” con rostros endurecidos de furia, frases altisonantes, dedo índice en ristre y como el contenido amenazante de sus declaraciones, especialmente la del tal Méndez de Vigo diciendo que la Argentina se convertiría en un “apestado internacional y que tenia que atenerse a las consecuencias», que se iba a dar respuesta fuerte y energica y sufriría “consecuencias malísimas” en caso de que se afectaran los intereses de Repsol-YPF, son un oportuno recordatorio de que, lamentablemente, las peores tradiciones del colonialismo español siguen vivas y regurgitan cada vez que sienten que alguna de sus antiguas colonias se aparta del curso de acción fijado por la antigua metrópolis.

La violencia simbólica desatada en estos días se inscribe en el sórdido panorama que presenta la España actual, atribulada por una profunda crisis económica y por el fenomenal retroceso experimentado en materia de derechos ciudadanos y libertades públicas (con el Rey haciendo caso omiso a la crisis, haciendo safaris por el Africa en su deporte favorito, cazar y matar elefantes). Hace apenas una semana que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hizo pública su intención de vigilar y maniatar las redes sociales, por lo que toda convocatoria a protestas o manifestaciones políticas de cualquier tipo hecha a través de las mismas será tipificada nada menos que como un delito penal. A partir de esa iniciativa, el gobierno español podrá perseguir a quienes, en su peligroso delirio, califica como “grupos radicales antisistema” involucrados en novísimas formas de “guerrilla urbana”. Todo esto con el afán de impedir que las víctimas del brutal ajuste neoliberal impulsado por el Partido Popular puedan oponer resistencia y luchar contra la injusticia de un proyecto al que sola y exclusivamente le preocupa salvaguardar los intereses del capital, no el bienestar del pueblo. Pese a ello son muchos quienes con ingenuidad todavía confunden un régimen capaz de producir estas muestras de despotismo con la “democracia.”

El argumento más socorrido por estos enardecidos funcionarios de la Corona es que cualquier agresión a Repsol-YPF sería un ataque a España y, por ende, a los españoles. No hay que caer en esa trampa. El pleito no es con España o los españoles sino con su burguesía, que explota y desangra a los pueblos tanto fuera como dentro de España. Cosa que hoy es evidente hasta para un ciego. Porque España no es esa pandilla de saqueadores profesionales, dignos descendientes de quienes cometieron en nuestras tierras el mayor genocidio de la historia (400 millones de indígenas asesinados), amparados por la maléfica alianza entre la religión y la espada. España no son esos especialistas en vaciar empresas y en arrancar ganancias como lo han hecho por toda Latinoamérica y el Caribe, bajo la protección de sus padrinos políticos, sean estos Felipe González, José María Aznar, Jose Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy. España no es esa Corona nauseabunda y parasitaria, hundida en una ciénaga de escándalos que “la prensa seria” de la península se encarga de disimular. Para nosotros España es la poesía de Miguel Hernández, Rafael Alberti y Federico García Lorca; las pinturas de Pablo Picasso; la música de Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Manuel de Falla; la filosofía de Manuel Sacristán Luzón, España es la del pensamiento y lengua universal. España es la del Quijote de la Mancha del celebre Cervantes y Saavedra y de muchos otros autores del pensamiento clásico. España, por último, es el indoblegable heroísmo de la Pasionaria y los anarquistas y comunistas que lucharon contra la barbarie franquista, de la cual Rajoy, Aznar y el Partido Popular son sus indiscutibles herederos. Estos energúmenos, tardíos sobrevivientes de un conjuro medieval, representan con sus exabruptos de hoy lo peor de España. Son los perros guardianes de los piratas de traje y corbata que siembran miseria dentro y fuera de España. La lucha es contra esa España, no contra los españoles ni mucho menos contra la otra España, con la cual nos sentimos hermanados.

Bien por Argentina y su coraje para recuperar lo que les pertenece en derecho. Bien por Cristina y su pueblo que dan lecciones de dignidad, no solo al mundo sino que tambien a nuestro pais. Bien por Allende que hace ya más de 40 años atras nacionalizó nuestras riquezas básicas y que ha sido saqueado y vendido a esos filibusteros por la Derecha y la Concertación en los años posteriores. Así como Endesa, Emos, Chilectra, Cia. de teléfonos, carreteras concesionadas, son algunos ejemplos de cómo los presidentes concertacionistas entregaron estas empresas a manos españolas.

Por Hugo Farías Moya

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