«Nepotismo. Abuelo, hijo y nieto»

Estamos podridos con la cultura nepótica

Por Wari

19/09/2013

Publicado en

Columnas

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Estamos podridos con la cultura nepótica. Abuelo, hijo, y nieto. Estamos cansados. Nos tienen chatos. Mucho. Demasiado. El NEPOTISMO como una filosofía de vida. El sistema creado a semejanza de su egoísmo. Sus hijos consentidos lo disfrutan. Y unos años atrás cuando todos éramos unos creativos felices, compartíamos juntos la vida, en el centro de la ciudad, no existía diferencia. Solo bastó el pasar del tiempo para observar que algunos sobresalían de forma mágica. Les llovían las oportunidades sin hacer nada especial. Solo les llegaban. Los otros se las mordían. La situación te obligaba a acercarte al suertudo. Generaban clientelismo primario. Era sospechoso. ¿Por qué había chicos que se lo merecían todo? Éramos inocentes entonces. Finalmente nos fuimos alejando en el camino de las oportunidades. Unos ganaron otros fracasaron. Lo extraño es que los que siempre ganaron nunca se voltearon a preguntarse el porqué sus amigos no lo lograron. Así nació la WISKYIZQUIERDA. La política cultural como un mecanismo de segregación. La construcción de un inconsciente colectivo, que les otorga la potestad de la cultura a un segmento socio-político. Con los años que siguieron nos volvimos pelotudos. Crecimos. Algunos sobrevivimos de la segregación con la creencia absoluta de la autogestión. No llorábamos. Nunca esperamos que nos llegara la añorada subvención merecida. Nos volvimos guerrilleros culturales. El poder del resentimiento nos salvó. La intuición creativa nos mandaba a trabajar cinco veces más. Con la convicción acabada de que esta sociedad apesta desde lejos y es en esa podredumbre donde debería buscar su inspiración el artista y generar su revolución. Así lo estamos aún haciendo.

Nos hipnotizaron políticamente para aplaudir las migajas. Eran otros los que tenían el derecho y la oportunidad amparados por una ley moral. Los que más han sufrido son todos aquellos creativos que estábamos conscientes que se cometía esta segregación cultural. Muchos otros no lo soportaron.

Nada va a cambiar, mientras padres, hijos, y nietos, de la WISKYISQUIERDA, sigan aceptando su destino mesiánico. Esta nueva aristocracia. Nueva realeza. Un nuevo hombre político singular. Un hombre hecho para gobernar. Un fenotipo humano estilo mesías.

Se lo creyeron a full. No hubo cuestionamientos. Se molestaban si se los contradecías. No hubo auto control. Les acomodó volverse moralmente una clase superior. Una religión. Un mandato. Nacido para dirigir. Un designio. Algo nauseabundo. Algo fascista. El alto linaje se lo merece. Hacer merecedor a otro será un error. Aunque tenga la capacidad. No tiene la clase suficiente. No es del barrio. No es correcto. No es recomendable. Debe ser familiar del grupo. Afiliado al club. Integrante de la cofradía. Parte del clan. Abuelo, hijo, y nieto. El abuelo creó la segregación, el hijo la potenció, y tal vez –si logramos la apertura cultural- el nieto se de cuenta que su familia estuvo viviendo todas estas tres décadas en una malversación social.

Ahora que ya pasó el tiempo te das cuenta que abusaron de forma obscena. No hay ninguno de ellos que no se haya ganado unos cuantos Fondart. Fueron los hijos de los ganadores. Ellos también lo saben, pero la hipocresía del nepotismo es más fuerte. Los nuevos gobernantes deberán escuchar a los perdedores. Ahí está la poesía viva de hoy. Ahí está la cultura.

Por Nikanor Molinares

www.dementioteka.com

Reflexión Urbana

El Ciudadano Nº145, agosto 2013

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