No voto

No voto

Por Wari

13/11/2013

Publicado en

Columnas

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Pelao CarvalloNo voto. Por varias razones, no voto. Por estos días, tampoco me convence el mito de la “ruptura democrática” como razón para votar. Es muy entretenido que quienes ansían votar quieran justificar su opción fortaleciendo el mito electoralista: un método competitivo, es decir capitalista y patriarcal para resolver la formalidad de la toma de decisiones en el Estado. Las decisiones informales, las que pesan, se toman en otro lado. Por ello se sale a la calle. Y por ello las empresas entregan sobres a lxs candidatxs. Un debate no interesante sino interesado cruza el abanico libertario en estos días, abanico del cual formo parte. Viejas razones para votar son presentadas como la novedad del año para los regalones. Esas razones se presentan como argumentos contra viejas razones para abstenerse.

Como si la novedad estuviera en volver a hacer lo de siempre y al mismo tiempo hacer lo de siempre fuese una antigualla. Votar por tal o cual candidatura, surgida en esa parte de la realidad que es la institución semitotal de la universidad, nos daría la oportunidad de profundizar o ahondar en rompimientos o quiebres democráticos útiles a políticas revolucionarias de masas. Y por ahí ya entramos en un lenguaje que se aleja de lo libertario y entra de lleno en lo capitalista y patriarcal.

Votar no es ninguna novedad en el sistema político chileno: votar está hecho para incorporar las rebeldías al carro participativo de la república formal y ganar legitimación para sí y quitar fuerza a las rebeldías. Es una receta histórica de la que los movimientos socialistas chilenos, todos ellos revolucionarios en su origen –según declaración propia- saben muy bien, pues han sido domesticados siguiendo esa receta: voto, representación parlamentaria y participación en el ejecutivo finalmente. En medio, de vez en cuando, golpes de Estado para volver a empezar. No debería entonces, el abanico libertario, ser ignorante de esta historia repetida a menos que se quiera ser actor de una nueva versión de la historia.

Versión que comenzaría aprovechando algo que se presenta como un hecho de la realidad: en el abanico libertario se vota. En asuntos gremiales, sindicales, se vota. Habría pues un principio de votación que el movimiento libertario aceptaría. Aunque claro, se olvida recordar que dentro del abanico sólo el anarcosindicalismo asume la votación como un ejercicio de toma de decisiones. Y que ese ejercicio está combinado con el consenso para resolver diferencias tácticas. Además, quienes llaman a votar, diciendo que es lo mismo que en lo gremial, no son precisamente quienes llevan adelante prácticas anarcosindicales.

La decisión de invitar a votar aducen es para aprovechar una coyuntura política que permite profundizar las rupturas de este orden democrático y que el llamado a abstenerse en estas elecciones sería un llamado pasado de moda, anticuado, primitivo, descontextualizado de la realidad moderna y modernosa. Una trampa para incautos puesto que la estrategia abstencionista es tan vieja, quizás un poco menos, como la estrategia votista. Digamos que Adán llamó a votar y Caín, después, se abstuvo. Es una trampa para incautos puesto que hace un reduccionismo sobre el trato que da el abanico libertario a la problemática de la toma de decisiones -puesto que votar es un método sobre la toma de decisiones colectivas-, escondiendo propuestas y prácticas alternativas a la competencia, que es el paradigma de la votación, paradigma que nutre su conexión deudora con el capitalismo, autoritarismo, militarismo y patriarcado.

El abanico libertario ha encontrado muchas respuestas teórico-prácticas a la toma de decisiones colectivas, alejándose del paradigma de la competencia. Desde reducir los grupos de afinidad a un número de componentes que siempre permita la unanimidad en la acción y convierta en innecesaria la representatividad, hasta el criterio semivotista del anarcosindicalismo ibérico. En ese abanico la propuesta y práctica más desarrollada desde una perspectiva de toma de decisiones colectivas no competiviva ni jerarquizante ha sido el consenso. Muchas técnicas y métodos de consenso para la acción y para la organización han sido practicadas desde que se vio el límite alternativo del abstencionismo, sobre todo respecto a la alternativa organizacional frente a lo que se abstiene. El consenso es un método, una práctica y propuesta de toma de decisiones colectivas que apunta a conseguir unidad, apoyo y respeto mutuo e igualdad en los procesos decisionales y de acción.

Según esto el consenso no sería algo que se obtiene sino algo que se construye. En la construcción del consenso lo primero que se hace es deconstruir la influencia patriarcal y capitalista en nuestras formas de organizarnos dejando de lado el paradigma de la competencia y la jerarquización. Frente al ganar o perder de la votación se optaría por el hacer y pensar juntos del consenso. Se trata de que la crítica libertaria al sistema mundo capitalista, militarista y patriarcal se haga coherencia en la forma de tomar las decisiones que asume.

Para criticar la crítica libertaria al voto, sin caer en trampas, habría que salir del cliché del abstencionismo y revisar las prácticas políticas de quienes impulsan el voto. Porque puede haber un gran malentendido y quienes promueven este voto concreto en estas elecciones concretas en el abanico libertario chileno, capaz y nunca hayan hecho la práctica del consenso y la crítica al paradigma de la competencia y la jerarquización en su práctica organizacional. Con lo cual habría que empezar de cero la discusión.

En estas elecciones concretas, sumarse al carro electoral sin hacer además una crítica al estado de cosas de la representatividad republicana es pecar de ingenuo. De hecho la situación chilena, con la posibilidad discursiva de cambiar la constitución herencia de la dictadura que se tiene, se debe más bien a lo que ha hecho el pueblo chileno (o sus diversas expresiones) en la calle todos estos años y no al revés. Nada sucedido en el Ejecutivo o en el Congreso abrió esa posibilidad discursiva. Por otra parte votar en estas elecciones significa hacerse partícipe de las falencias democráticas (pero virtudes republicanas) del sistema electoral chileno: no es democrática una elección en la que lxs chicxs mayores de 14 años, que son imputables y encarcelables no pueden votar.., si tienen conciencia del delito tendrán conciencia para votar tb… donde lxs prexs que no han perdido sus derechos “ciudadanos” no pueden votar., donde los millones de chilenxs en el exterior no pueden votar. Donde manda el dinero y ejecutan las agencias publicitarias. Donde lo que importa es no cuestionar el voto, sino sólo si se participa de él o no. Y en esa trampa, no queremos caer.

Pelao Carvallo

11 de noviembre de 2013

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