Pablo Longueira y la derechización de la derecha

Tras la “caída libre” del empresario, Laurence Golborne, el nombramiento de Pablo Longueira como candidato de la UDI, permite repensar una de las clásicas tesis de las ciencias sociales chilenas: la polarización sin polaridad del sistema de partidos

Por Mauricio Becerra

24/05/2013

Publicado en

Columnas

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Tras la “caída libre” del empresario, Laurence Golborne, el nombramiento de Pablo Longueira como candidato de la UDI, permite repensar una de las clásicas tesis de las ciencias sociales chilenas: la polarización sin polaridad del sistema de partidos. Claramente, la decisión de colocar a éste “hombre de partido”, permite a la derecha revitalizarse y otorgarse sentido, “volviendo a los orígenes”, con el fin de  poder distinguirse de su par, Renovación Nacional, cuya racionalidad política adhiere más al liberalismo que al autoritarismo democrático que subyace el ADN de la UDI.

El autoritarismo democrático que preside Pablo Longueira, cuya máxima consigna es “Autoridad y Libertad”, es la más importante herencia que dejó el ideólogo de la derecha más “dura”, Jaime Guzmán. Ello se puede reflejar fuertemente en la pronunciación inaugural del 29 de abril, donde Longueira, da cuenta de ciertas constantes discursivas que han caracterizado en las últimas décadas a la derecha más ortodoxa: “hace falta más autoridad”, “ las calles no le pueden dictar a los políticos qué hacer”, “no quiero un país con asambleas constituyentes como el resto de los países vecinos”;  manifestaciones que dejan en claro cuáles serán los principios que orientarán el discurso del candidato de derecha, más a la derecha del sistema de partidos.  

En tal sentido, su política pareciera ir en oposición directa con la voluntad de las mayorías, como si eso no importara: el día miércoles 22 de mayo, señaló que HidroAysén está aprobado “aunque la gente se movilice”, con pleno conocimiento de la gran cantidad de movilizaciones sociales que frenaron el curso del proyecto. Sin embargo, a pesar de sus declaraciones y la presencia de elementos autoritarios en sus discursos, es un hombre que se muestra abierto a la legitimidad de las instituciones democráticas y de los canales del “diálogo”. Precisamente, son estas tensiones las que constituyen una retórica ambigua pero muy clara en su sentencia: para el pueblo, por el pueblo, pero sin el pueblo.

Es posible observar que para Pablo Longueira, la herencia ideológica no sólo abunda en el orden del discurso, sino también en el reconocimiento del legado de la dictadura y de las correcciones parciales realizadas por los gobiernos de la Concertación y de Sebastián Piñera: la construcción de un “país maravilloso”, donde las cifras tienden a retratar un país que alcanza el desarrollo económico gracias a su crecimiento, pero cuya distribución de la riqueza es de las peores de la región, según el coeficiente de gini y la OCDE.

Finalmente, el elemento positivo a tener en cuenta es que su candidatura permite la distinción de proyectos de sociedad, tanto en la derecha misma como con el resto de las candidaturas, lo que obliga a “izquierdizar” el espectro político estableciendo un efecto que polariza las posiciones ideológicas, más allá de que la institucionalidad política se vea sobrepasada, por ejemplo, para la conformación de una asamblea constituyente, donde la democracia actual “no da el ancho”, y donde las instituciones que -según el mismo Longueira funcionan- carecen de legitimidad social en su base.

Alejandro Osorio Rauld

Profesor de Sociología Política de la Universidad ARCIS

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