¿Para quién escribir?

Columna de Eduardo Gandur

¿Para quién escribir?

Autor: Eduardo Gandur

Ya casi nadie lee las columnas de opinión, salvo un pequeño grupo de recolectores de información y algunos necios que creen que encontrarán una verdad reveladora ahí. Lamentablemente, muchas veces, ni los columnistas leen las columnas de sus colegas.

Hace poco vi un video de un colectivo marxista que promovía una revista propia: tenía medio centenar de páginas, muchísimo texto en letra pequeña y una portada con una ilustración de la Vía Láctea, con el título En defensa del marxismo y el subtítulo “Ciencia: progreso, crisis y revolución”. La revista contenía artículos sobre la crisis de la ciencia, física cuántica, un análisis sobre la obra Fausto de Goethe y una crítica al texto Sobre la contradicción de Mao Tse-Tung. En el video una chica advertía que la revista hablaba de lucha de clases, liberación de la humanidad, lucha por la verdad y materialismo dialéctico, y que respondía a preguntas como “¿Qué es la ciencia?”, “¿Cómo se ha desarrollado?”, “¿Hacia a dónde avanza?”, “¿Existe una verdad objetiva?”, “¿Podemos entenderla?”. La chica hablaba con una seriedad catedrática y con una dramática música de fondo que recuerda a los Testigos de Jehová promoviendo La Atalaya. Era una clara invitación al público para deslizar al siguiente video de inmediato. No me intriga mucho saber cuántas personas han leído la revista.

Como marxista, me preocupa la manera en que ese colectivo intenta difundir el marxismo. Primero porque pareciera que lo hace a manera de catequesis, tediosa y letárgica; y segundo, porque lo hace con un medio de comunicación prácticamente en extinción. Entonces, marxismo aparte, las ideas políticas más revolucionarias, los problemas más urgentes y las noticias más importantes que intentan difundir no están siendo transmitidas por los canales correctos al público objetivo prioritario: la clase obrera. Desde la de salario mínimo hasta la de sueldo ejecutivo.

Sin ánimo de demeritar ese trabajo tan valioso que requiere tiempo, dedicación y esfuerzo financiero, yo me pregunto: ¿de quién quieren captar la atención? ¿Qué tanto han funcionado sus estrategias de hacer videos para promover una revista, y de hacer una revista para promover el marxismo en pleno 2025? Y la inevitable reflexión: si poca gente lee, ¿para quién y para qué escribimos las y los columnistas de izquierda?

¿Para quién escribir?

  1. Para las minorías activas. Aunque las masas no lean columnas hay una pequeña fracción que sí lo hace, desde estudiantes, docentes, militantes, simpatizantes, activistas, comunicadores, servidores públicos, representantes populares y personas que componen las minorías que son políticamente significativas, por su capacidad de movilización. Escribir para ellas y ellos es sembrar en un terreno reducido, pero fértil.
  2. Para quienes vendrán y para quienes vienen de lejos. Preservar el conocimiento y dejar testimonio de lo vivido es fundamental, pues permite trazar el camino recorrido, ofrecer señales a quienes vengan detrás y mantener viva la aspiración de que el trabajo político se profundice y desemboque en una transformación real en otros momentos, en otras partes del mundo. Muchas ideas revolucionarias no crearon impacto en su tiempo, pero sí en el futuro. Marx y Engels son un gran ejemplo.
  3. Para quienes resisten la sobrecarga de información. En la era del scroll infinito y del algoritmo que recompensa la superficialidad, escribir con claridad y profundidad constituye una forma de disputar el sentido común, y aunque no tenga la viralidad de los influencers, la pluma honesta se convierte en trinchera para resistir el diluvio de información y la superficialidad del contenido exprés.

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Hay que escribir para quienes se interesan en transformar la realidad; para quienes se oponen a la corrupción, la desigualdad y la injusticia; para quienes buscan inspiración para la acción, para lo inmediato y lo legendario.

¿Y para qué escribir?

  1. Para entender mejor la realidad. Cuando escribimos organizamos ideas, elementos y argumentos, y ese proceso ayuda a pensar mejor, sobre todo políticamente.
  2. Para animar a la tropa. Aunque la comunidad lectora sea reducida, se alimenta de pensamiento crítico y constituye una base sólida en nuestras filas. Escribir mantiene viva esa comunidad y, muchas veces, las columnas de opinión se convierten en el empujón que necesitaba, ya sea técnico, emocional o político.
  3. Para no dejar vacíos. Los canales de información que dejemos de ocupar los tomará la derecha mediante sus plumas pagadas. Escribir es insistir en ocupar espacios, aunque sea a contracorriente. Por fortuna, la derecha no lee ni aunque su vida dependiera de ello.

Hace mucho que las letras ya no pueden cumplir el objetivo de masificar un mensaje, pero mantienen la cualidad de resistir la lógica de la velocidad y el espectáculo de las redes sociales. Aún sin la capacidad de amplificación de los influencers, las letras son una herramienta política valiosa y, todavía, necesaria. Aunque la lógica del algoritmo recompensa la inmediatez, la disputa por la narrativa es a largo plazo. Una columna de opinión puede no cambiar nada hoy, pero puede ir nutriendo otras formas de pensar y convertirse en inspiración y guía para quien lucha contra la injusticia. Entonces hay que escribir no desde el cinismo, sino desde la crítica; no desde el oportunismo, sino desde la convicción, no desde la tibieza que no quiere pleitos, sino desde la insubordinación que incomoda. Y escribir con claridad, sin pretensiones ni fantochería, es una tarea revolucionaria.

Escribir es resistir.

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