Paraguay: la ofensiva neoliberal

El empresario, banquero y alguna vez investigado por la DEA norteamericana por lavado de dólares provenientes del narcotráfico, Horacio Cartes, asumió el gobierno paraguayo en la fecha normal: el 15 de agosto de este año, de la mano del Partido Colorado, la Asociación Nacional Republicana, ANR

Por Wari

04/10/2013

Publicado en

Columnas

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El empresario, banquero y alguna vez investigado por la DEA norteamericana por lavado de dólares provenientes del narcotráfico, Horacio Cartes, asumió el gobierno paraguayo en la fecha normal: el 15 de agosto de este año, de la mano del Partido Colorado, la Asociación Nacional Republicana, ANR.

Horacio Cartes, quien votó por primera vez en su vida en las elecciones donde fue electo presidente, sucede al liberal Federico «Florero» Franco, vicepresidente de Fernando Lugo, quien asumió tras un golpe de Estado parlamentario llamado juicio político sin atender a la más mínima norma del debido proceso y garantía a la defensa, el 22 de junio de 2012, una semana después de la masacre de Marina kue, Curuguaty, en la cuál murieron 17 personas, seis de ellas policías y 11 campesinos, hecho que sirvió para crear una artificial situación de crisis en el país y como justificativo para llamar a ese juicio político.

El gobierno de Fernando Lugo, una alianza que sólo excluía a la extrema derecha, implementó algunas políticas sociales que le dieron apoyo popular, sobre todo a su ala izquierda, aunque significó una desmovilización general de las organizaciones y movimientos sociales. En la economía y la cultura política paraguaya el gobierno de Lugo fue de continuidad: un lento avance neoliberal que frenó, pero no impidió, la sojización y transgenización del campo, ni la influencia yanqui en la economía paraguaya. Impulsó la criminalización de las luchas sociales, especialmente de la lucha campesina, a través de leyes, como la ley antiterrorista y de acciones como las dos militarizaciones de la zona norte del país, durante 2010 y 2011.

Federico «Florero» Franco, reinició la ofensiva neoliberal en Paraguay, en especial la sojización y transgenización del país. Tras asumir el cargo, por decreto permitió el ingreso de semillas transgénicas en el país, para algodón y maíz. Intentó, sin éxito, permitir la instalación subsidiada de una procesadora de aluminio de la multinacional Rio Tinto Alcán. Su dedicación principal fue saquear las arcas del Estado, a favor suyo, de su familia y de su partido el Liberal Radical Auténtico (PLRA).

Horacio Cartes fue una construcción mediática del gran empresariado local y multinacional presente en Paraguay: es el presidente de los sojeros, ganaderos, estancieros, hacendados, financieros, grandes comerciantes e industriales y empresarios de la comunicación e informática. Cartes, que nunca había participado en política se inscribió en el partido Colorado, se convirtió en candidato a la presidencia anulando el procedimiento interno establecido para ello que pedía una militancia de 10 años al menos, todo ello mediante una gran inversión de recursos a ese partido.Ganó las elecciones más elegantemente fraudulentas de la historia, realizadas con el aval de la OEA, Organización de Estados Americanos, bajo el control de los EEUU.

Los invitados principales al ceremonial de traspaso de mando fueron ante todo grandes empresarios multimillonarios. En relaciones internacionales ha sido pragmático hasta el momento: Paraguay se reintegra a todas las instancias internacionales bajo la premisa de atraer más inversión extranjera y abrir mercado para la carne, la soja y la maquila , el elemento novedoso en la oferta paraguaya. La maquila es: terrenos baratos donde instalar procesadoras, ensambladoras de productos que se venderán en el exterior y que fabrican mano de obra barata paraguaya, sin derechos ni seguridad social; conseguir esa mano de obra barata es la principal tarea de transformación social que impulsará Cartes, mediante un mecanismo que desde hace décadas se viene probando: la descampenización . Es un mecanismo de ganancia total para los empresarios instalados en Paraguay, puesto que mediante la expulsión de campesinos, despeja terrenos en el campo para la soja, la ganadería y otros cultivos extensivos comerciales y genera una población marginal, flotante y migrante interna disponible para la creación de maquilas por toda la ribera de los ríos Paraguay y Paraná.

La presidencia de Cartes forma parte de una ofensiva neoliberal y proyanqui que pretende contrarrestar la influencia socialdemócrata liderada por Brasil, que se constituye hoy en un protoimperio regional que disputa la histórica zona de influencia estadounidense que es (o era) Sudamérica. Paraguay viene a contrarrestar las pérdidas de EEUU en Sudamérica y a servir de apoyo para la recuperación de Argentina. Las plazas fuertes de Estados Unidos en Sudamérica se han unido en lo que se ha denominado «Alianza del Pacífico«: Perú, Colombia y Chile.

Esta ofensiva no es pacífica, no se basa en una simple disputa política en el parlamento o en los medios de comunicación. Es una violenta instalación de un autoritarismo presidencial contra los poderes del parlamento (capaz de derribar un presidente), contra los partidos políticos tradicionales (incluyendo su propio partido, el Colorado) y sobre todo contra los trabajadores del campo y la ciudad.

Una extraña matanza de cinco guardias de una estancia en la zona norte del país le sirvió a Cartes para obtener un cambio en la ley de seguridad, posibilitándole ahora actuar en casos de amenazas sin necesitar del acuerdo del Congreso y usar libremente las fuerzas armadas. Los departamentos norteños de San Pedro, Concepción y Amambay están bajo «estado de excepción» y una ocupación militar que afecta principalmente a las organizaciones de trabajadores campesinos, acusados por la inteligencia militar de ser el brazo político de un así llamado «Ejercito del Pueblo Paraguayo«. Este «EPP» ha actuado desde hace unos años, mediante secuestros y asaltos, siempre de una manera conveniente para justificar operativos policiales y militares. En términos de los movimientos sociales y políticos paraguayos el llamado EPP es claramente útil a las necesidades de la derecha política y empresarial, incluyendo dentro de lo empresarial también a los empresarios del narcotráfico. El poder narco es un tema implícito en el gobierno Cartes. El Ministro del Interior es el anterior «zar de las drogas» nacional. El narco poder en Paraguay es un secreto a voces y la intervención militar en el norte tendría más que ver con ello que con la presencia del EPP.

Cartes por ahora trata de «reducir personal» en el aparato de Estado con más de mil despedidos en sus dos primeras semanas en el gobierno. Implementa la segunda etapa que es desprestigiar el funcionamiento de los servicios y empresas públicas y a sus trabajadores, para justificar privatizaciones por razones de «eficiencia» y la entrega de las obras públicas mediante el mecanismo de la «consignación». Otra etapa es la «tercerización» de servicios al Estado. Indicios de esta etapa también se dieron durante los gobiernos de Lugo y de «Florero» Franco. La «tecnificación» del gabinete ministerial y de la alta administración pública tiene por objeto la reducción de la administración pública y de los entes estatales, tanto en número de instituciones como en personal y recursos. Las resistencias a estas políticas pueden ser consideradas una «amenaza» por el presidente empresario y usar a las fuerzas armadas si así lo considera. Todo esto en una democracia «normal».

Por Pelao Carvallo

Asunción Paraguay

Publicado originalmente en Sermos Galiza

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