Pasión por aprender

Pareciera ser una paradoja que, cuando los niños son pequeños, sienten curiosidad por todo, una sed ilimitada por conocer el mundo y una necesidad imperiosa por saber

Por Wari

05/02/2013

Publicado en

Columnas

0 0


Pareciera ser una paradoja que, cuando los niños son pequeños, sienten curiosidad por todo, una sed ilimitada por conocer el mundo y una necesidad imperiosa por saber. Sin embargo, cuando entran al colegio, esta curiosidad se va mermando observándose una paulatina desmotivación hacia el aprendizaje.

Diversos estudios sugieren que el sistema de enseñanza usado por la metodología tradicional de educación y basado en un exceso de refuerzos externos puede perjudicar la motivación hacia el estudio de los mismos estudiantes.

El problema es que la permanente introducción de recompensas estaría afectando formas posteriores en la cual el niño se interesa por distintos temas. En el caso del aprendizaje, éste deja de ser un fin en sí mismo para convertirse en un medio que permite obtener «otras cosas»: una nota, una carita feliz, aprobación social, aprobación del profesor y hasta aprobación de los padres. Es decir, la motivación intrínseca del niño hacia el aprendizaje pasa a convertirse en una motivación extrínseca del escolar, dada más por el interés del “premio” que por lo que se está aprendiendo.

Lo expuesto no apunta a que el uso de recompensas sea siempre negativo, sino que debe usarse en los momentos adecuados y en la medida justa, porque al parecer los contextos educativos la están utilizando de forma desproporcionada.

Pero este no es un tema que compete sólo al ámbito escolar. La motivación extrínseca, tanto en niños como en adultos, está siendo cada vez más fomentada por los medio de comunicación, la publicidad y la sociedad misma, tendiente al instrumentalismo tanto de los objetos materiales, de las relaciones humanas, como también a un pragmatismo desmesurado que exige resultados inmediatos, perjudicando todo proyecto en el que el individuo se quiera embarcar con efectos a largo plazo.

Sin embargo, sabemos que la influencia de la familia puede más que cualquier influencia externa y puede más incluso que lo aprendido en las largas jornadas escolares. Como padres podemos, por lo menos, no acentuar esta dinámica, promoviendo instancias que fortalezcan la pasión por el aprendizaje. ¿Pero cómo lo hacemos?

La educación Montessori habla de “períodos sensibles”, aquellos donde el niño se ve motivado hacia un ámbito de aprendizaje en particular, donde incluso parecen “obsesionados” por algunos temas. Por ejemplo, algunos niños están en el período sensible del arte (quieren pintar todo el día), otros de la lecto-escritura (andan leyendo carteles en las calles), otros por las ciencias (se apasionan por descubrir lo que pasa en la naturaleza). Esto es una ventana de oportunidad fantástica para que los padres puedan potenciar el entusiasmo por estos aprendizajes y apoyar al niño en lo que él mismo esté motivado a aprender, con su propio ritmo. Para esto, es imprescindible primero observarlos bien e ir, con ellos, descubriendo en qué período sensible están. Las vacaciones son un momento ideal para dicho proceso, ya que los padres comparten con los niños durante casi todo el día.

¿Qué técnicas nos permiten potenciar este gusto por el aprender?

La literatura sugiere qué «ganchos» motivacionales relativamente pequeños pueden, bajo condiciones apropiadas, tener efectos positivos no sólo en la capacidad de los niños de disfrutar las actividades, sino en su aprendizaje y la retención del material aprendido:

– Enfrentarlos a desafíos, en contextos lúdicos, siempre y cuando las exigencias estén dentro de niveles de dificultad alcanzables.

– Promover la curiosidad, que es la forma más clara de motivación.

– El control, al parecer es un impulso básico del ser humano a sentirse más motivado hacia las actividades donde se tiene un cierto grado de control del entorno y donde la persona se siente con habilidades para ello.

– También la fantasía, donde los adultos pueden promover ambientes de aprendizajes que estimulen al niño a involucrarse en un mundo de fantasía. En las vacaciones donde la mayoría de las familias se acercan a contextos de naturaleza, se propician estos espacios.

Por último, es importante también mostrar al niño una buena relación con nuestros propios espacios de aprendizaje. Frases como “qué lata volver al trabajo” no motivan mucho a los hijos a volver a clases. Y, aunque sintamos un poco de agobio por el impostergable retorno a la oficina, podemos dar un buen ejemplo mostrándonos motivados por un año académico-laboral que nos espera lleno de nuevos desafíos …. De seguro será un mejor comienzo.

Por Mariana Assis

Psicóloga

28 enero 2013

Publicado en Momwo

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones