Pelotuda embriaguez

Y que si a uno le andan diciendo por todos lados que el futuro sano es el deporte, si insisten con ese presente atontado por el chorizo noticioso del futbol, dándole con el pallá y pacá de la bola

Por Wari

17/11/2011

Publicado en

Columnas

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Y que si a uno le andan diciendo por todos lados que el futuro sano es el deporte, si insisten con ese presente atontado por el chorizo noticioso del futbol, dándole con el pallá y pacá de la bola. Haciendo noticia hasta del flato que se tira el árbitro cuando toca el pito. Como si a uno le importara que los machos recuperen la filosofía discurseando sobre la estrategia del taquito, al pechito, cabezazo y futgol.

No será mucho, no responderá a otra manera de domesticar la euforia ciudadana con el narco tráfico de la farándula y el balón. Si ahora hasta las mujeres han entrado en esta sesuda reflexión, y vemos periodistas, animadoras, ex primeras damas, actrices y fanáticas extasiadas, acabando, goteando con aquel pase mágico del mijito piernas de oro, la explotación millonaria del cabro mechas de clavo, que no le dio el bolsillo para la universidad y fue elegido entre miles de pobladores como rey del pelotazo. Porque la llamada pasión de multitudes es la universidad rápida para los pobres, la única forma de saltar de un viaje a la fama, sin mucho pensar, evitarse toda esa paja de la educación y formar parte de otra escuela, más de patada y porrazo, solo para machos latín lover de pecho depilado, cejas reggaetonas y arito de diamante en el lóbulo. Es la academia del chute millonario donde una manga babosa de comentaristas, técnicos o teóricos de la payasada futbolera, ocupan la pantalla discurseando de aquel elástico bailoteo del jugador, alabando mariconamente esas pantorrillas musculosas. ¡Ay!, ese quiebre de cintura. ¡Ay!, esos muslos duros que rebotan la bola. ¿Y cómo no va a ser un arte ese complejo pase por la entrepierna? Cómo no va a ser un éxtasis de la inteligencia ese meneito de caderas y todas las poses y mariguancias de los peloteros cuando meten un gol. Cuando se acarician el penacho con gel, cuando corren como los dioses, cuando mojan la camiseta de la selección. ¿Qué sería de Chile sin la selección?…un desastre, peor que el terremoto.

Quizás el futbol acapara noticiarios y portadas para atontar la vida cada vez más fofa del acontecer nacional. Y cabe sospechar que se oculta con este espectáculo enfermo de patriotero que glorifica las maromas del cuerpo viril. ¿Qué se disfraza cuando se usa una sencilla afición popular para transformarla en mega evento? Y lo que es peor, se convence a multitudes que el sentido de la vida y del país dependen de los rebotes de la pelota en la cancha. Como si el futuro blanco y amnésico del país fundara su utopía soñadora en las victorias o derrotas de la selección nacional. Que por lo general son derrotas, acusaciones a los técnicos importados, denuncias por mala administración de las platas, robos y líos de estafas y rapiñas de dólares por compras y ventas de jugadores. Como si un hombre o una mujer se pudieran vender y traficar según la potencia de sus músculos. Al igual como a los esclavos les revisaban los dientes, ahora los eligen con un cronómetro que marca resistencia y agilidad coreográfica para el decorado de la pichanga.

En fin, tampoco se trata de reivindicar la inteligencia o el saber letrado como la única religión existencial. No se trata de ser tonto grave y enjuiciar un juego terapia, un juego fiesta, un juego carnaval que alegra a la hinchada pobladora. No en vano las barras bravas fueron una forma juvenil de desacato hasta que el mismo sistema las anuló con su fichaje ordenador. No se trata de criticar la inocencia de un entretenimiento popular, solamente que ya no se puede hablar de inocencia, ni de juego cuando se maneja la conciencia de un país con el taca taca de la tele. Así se anulan las marchas, se amortiguan las demandas sociales y los movimientos reivindicativos, según el triunfo del equipo, según el resultado del partido internacional, que si es derrota, será un amanecer nublado para tantos chilenos que se les va la vida rodando en la cancha como única preocupación, como única forma de evacuar el aburrimiento del domingo y la tele, la tarde y la tele, la noche y la tele y el partido y la pelota que es como un mundo blando que trafica el mercado pelotero para inflar su obesa ganancia.

Por Pedro Lemebel

El Ciudadano Nº107, primera quincen agosto 2011

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