Piñera, Lacan y los medios dominantes

Quienes hoy gobiernan directamente son los retoños de Pinochet; los «wagnerianos» de Chacarillas

Por seba

24/07/2011

Publicado en

Columnas

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Quienes hoy gobiernan directamente son los retoños de Pinochet; los «wagnerianos» de Chacarillas. Lo hacen esgrimiendo los postulados que los aprendices de brujo de Milton Friedman aplicaron en un Chile arrasado a sangre y fuego por -como dice la canción- el «vil soldado». Piñera, allá por los ochenta, fiel al precepto de la Escuela de Chicago, lo escribió y hoy lo verbaliza: «La educación es un bien de consumo». Conocíamos el fondo de su pensamiento, pero los medios olvidaron recordárselo a los chilenos durante la campaña.

Lejos de La Moneda, Dichato arde en el frío invernal poniendo a prueba la solidaridad de los chilenos con sus dignos pobladores y ciudadanos que exigen solución a los problemas humanos más inmediatos y fundamentales. Las necesidades sociales y materiales básicas no fueron resueltas por los «managers« en más de un año y medio en la caleta de la VIII Región.

Piñera, el multimillonario Presidente, hubiera podido resolver los problemas de vivienda de los pobladores de Dichato con un porcentaje ínfimo del rendimiento bursátil anual de  un sólo paquete de sus acciones.

¿Serán el bienestar social, la solidaridad humana y la justicia social bienes de consumo?

La ética del Humanismo Cristiano de Piñera aquí no se aplica. Monseñor Ezzati aquí no se mete, también ignora que la obscena concentración de la riqueza es un pecado social. Como los medios, calla.

Realidad brutal.  La situación de los pobladores de Dichato habla simbólicamente por sí sola. Ella revela el carácter real de este gobierno insensible al sufrimiento del pueblo y sin capacidad ni voluntad de proteger a los más desvalidos. Empujados por el frío, la inseguridad material y la enfermedad, la naturaleza humana se indigna y rebela contra el malgobierno y resiste al poder que segrega, discrimina y excluye. En estos casos de rebelión social ciudadana, la violencia social es un antídoto contra un sistema cuyas estructuras deshumanizan.

Lorena Arce, dirigente de los vecinos de Dichato, expresaba este 20 de julio pasado: «nos tomamos el camino (a Tomé) por segunda vez y hemos estado toda la noche en movilizaciones». «Nos están tirando balines y bombas lacrimógenas»[…]»Aquí hay una represión tremenda» […] «Estamos en un estado de guerra. Nosotros no somos terroristas, somos pobladores que estamos pidiendo la reconstrucción de Dichato».

Y si bien los medios informan de los «hechos de violencia», éstos nunca despedazan para analizarlas, las condiciones reales que generan la injusticia y la violencia estructural latente ni las políticas de un gobierno conforme a intereses de clase. Peor, las ocultan.

Los medios presentan los hechos de violencia como interrumpiendo un orden normal de las cosas sin nunca detenerse a establecer los nexos racionales con el pasado y las prácticas sociales que le otorgan esa racionalidad histórica necesaria para ejercer la actividad ciudadana con perspectiva transformadora.

Para los medios no hay concatenación entre los hechos que marcan pasado y presente. Los medios y sus periodistas bloquean la continuidad y distorsionan el hilo que surge de la matriz: la realidad social es representada como un partido de fútbol. No tiene antecedentes históricos. Los «sucesos» comienzan cuando comienza el partido, a las 19:00 horas.

Así, la política se transforma en una actividad impresionista. Las imágenes y las declaraciones se repiten creando una bruma de smog con chispazos que atraen y distraen al lector o al espectador. Lo que le permite al director del Sernac mostrarse iracundo ante las prácticas abusivas de los gigantes del retail, sin que el periodista de TVN lo interpele para recordarle que ¡es el neoliberalismo estúpido! Estamos ante la espectacularización, fragmentación y distorsión de la realidad con la complicidad de los medios dominantes y sus periodistas.

No obstante, hay destellos de lucidez mediática. En una entrevista en CNN Chile, el periodista Tomás Mosciatti le dice a su invitado, Óscar Garretón, que Chile le pertenece a 13 grupos económicos o familias. Garretón, el concertacionista, lo mira consternado. Éste acaba de declararse, entre otras, de identidad, «empresario». El telespectador crítico entiende o interpreta: Mosciatti le está diciendo que es un empresario «rasca» que vive de las migajas que los grandes le tiran.

El politólogo dirá cínicamente que el neoliberalismo no es incompatible con la democracia representativa. Pero esta última superpone la división gobernantes/gobernados a la división explotadores/explotados, «naturalizándola», también con la ayuda de los medios. Garretón reivindica la actividad empresarial en caída libre. No hace matices.

La derecha neoliberal en el poder, aún bajo formas soft de gobierno y rituales «democrático formales» de dominación está revelando el carácter profundo de un sistema que divide y genera violencia. Los traumas están saliendo a la luz. Los bloqueos y resistencias de lo reprimido se están cayendo a pedazos. Aunque los medios repitan las imágenes de violencia, símbolo del desorden, el relato de la pobladora más arriba citado, da sentido y coherencia. Ordena la realidad con el lenguaje.

Lacan, el gran psicoanalista francés, decía: «le Ça parle» (el Ello habla; el inconsciente). Cuando Piñera coherente con su estructura subjetiva íntima dice: «La educación es un bien de consumo», esta deseando decir: «El Neoliberalismo soy Yo». Pero ningún medio saca las conclusiones que se imponen. El pueblo ciudadano movilizado sí las está sacando. Rompiendo una tranca tras otra. Hasta que se les caiga la estructura.

Por Leopoldo Lavín Mujica

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