Pulso Sindical Nº 247

Del 13 al 20 de agosto de 2014

Por Wari

22/08/2014

Publicado en

Columnas

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Manuel AhumadaEscribo con el corazón apretado y mucha pena.

Triste pero entero, pues nos queda aún mucho por hacer y es una obligación no desmayar ante esta y otras desgracias. Otro de los nuestros nos ha dejado.

En la madrugada del 18 de agosto falleció, a los 101 años, nuestro compañero y amigo Juan Ignacio Muñoz Canales, luego de una larga y penosa enfermedad.

En una fría mañana, en la comuna de Peñaflor, despedimos a quien fuera uno de los primeros agitadores sindicales de nuestro gremio en tiempos de dictadura y que profesionalmente formó a muchos de los que, por ese entonces, nos iniciábamos en el trabajo de restaurantes.

Junto a Juan, Pancho Venegas y otros militantes de la vida y la libertad, distribuimos el material educativo de la CTGACH, repartimos la prensa obrera y de clase, por entonces proscrita y verdadera educadora y defensora de los derechos de los trabajadores, y nos las ingeniábamos para tirar panfletos por entre los vehículos en la Alameda, mientras la atravesábamos de lado a lado.

Seguro que hubo muchos y muchas mejores que él en el trabajo sindical de nuestro gremio, pero pocos se mantuvieron fieles a la organización, más allá del paso de los años. El querido “viejo” Muñoz nunca dejó de estar cuando fue convocado y si bien se le fue haciendo cada vez mas difícil acompañarnos, siempre se las ingeniaba para hacernos saber de su compromiso y cariño incondicional.

Cuando cumplimos 30 años de vida, reunimos a muchos de los que hicieron el camino de construcción de la organización primaria. Fue un agrado verles compartir, conversar, con dirigentes jóvenes, constatar que pese a sus años, mantenían intacta su convicción e ideas. Juanito estuvo ahí esa noche y quedó testimonio fotográfico de ello.

Pudimos reconocerle en vida su entrega desinteresada y anónima. Y es que nunca ocupó cargos directivos ni demandó retribución de ningún tipo. Estuvo con la organización porque lo consideraban un deber y así le recordaremos por siempre.

La partida de nuestros viejos pone ante nosotros un hermoso desafío. Hacer de la organización sindical una prolongación de la familia, ayudarnos cada vez que se requiera y por sobre todo desarrollar las herramientas que nos permitan hacer entender a la gran mayoría que nada se logra sin lucha.

En eso Juan Muñoz Canales siempre estuvo claro. Nosotros también lo estamos, por eso es que la pérdida no nos doblega, al contrario, nos motiva e impulsa a seguir adelante.

En el Pulso anterior escribimos sobre el drama que viven día a día nuestros viejos.

Se nos olvidó decir que ignorarles y no reconocer el aporte que muchos hicieron a la causa del movimiento sindical, también es una forma de abandono.

¿Cuántos, que fueron pilares en la concreción de un sueño y pusieron hasta lo que no tenían para mantener vigente una organización, hoy día ni siquiera son recordados?

Es el tiempo del reflujo, del abandono de las ideas, del acomodo pero, como antes sucediera, tales cuestiones no serán permanentes. Se aproxima el momento en que desde las cenizas comenzará a renacer la clase, retomará sus banderas y reconocerá en todos los que nunca claudicaron, a sus líderes y guías.

Hasta entonces se trata de no perder las ganas de luchar, seguir junto a los que están en huelga, ayudar a quienes quieren organizarse, salir a la calle a entregar material de educación, avanzar en estructura y propuestas.

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Los trabajadores deben entender que reformas y cambios laborales acordados con los mismos que han apoyado a los explotadores, no son solución alguna.

El único camino es construir las propuestas desde la organización de base, porque eso asegura la defensa de las mismas. Y dicha construcción debe ir de menos a más, sin saltarse etapas, solidificando cada avance.

No se trata solo de sueños escritos, se trata de construir organización y reflejar en ésta lo justo de las demandas del colectivo.

Por eso y aunque nos falta mucho todavía para llegar a lo óptimo, queremos saludar a los sindicatos en la IX y XII Regiones quienes han culminado, o se encuentran a punto de hacerlo, las asambleas Congreso, que son encuentros donde se analizan el accionar de la organización y los avances futuros.

Entre agosto y octubre se realizarán dichas asambleas en la Región Metropolitana y demás regiones, para culminar este año con los encuentros zonales de dirigentes, donde se analizarán las coincidencias y acuerdos de los distintos sindicatos en torno al documento central, así como las propuestas que se presentarán a la etapa final del XII Congreso, que se realizará a fines de abril de 2015.

Recientemente se han hecho dos presentaciones de proyectos de ley en la oficina respectiva de la Cámara de Diputados, relativas a reformas urgentes al Código del Trabajo.

Independiente del resultado que podrán tener (solo con una gran fuerza propia podremos presionar efectivamente porque se discutan y avancen hasta llegar a ser leyes) es importante dejar sentado que se trata de propuestas nacidas en la discusión de nuestro Congreso anterior, relativas a cuestiones muy básicas que sin embargo no están reconocidas. Pago de los sueldos cada 30 días, no más notarios que certifiquen finiquitos, fijar con claridad beneficios como la colación diaria, la movilización y la entrega de uniformes, entre otras.

La tarea principal es instalarlas en los contratos colectivos de trabajo, pero es bueno resaltar, que dichas presentaciones son fruto del trabajo, de la discusión de dirigentes y trabajadores.

Por estos días se hace espacio una costumbre algo idiota, propia de los tiempos que corren. Se trata de personajes y personajillos que se empapan con agua, hacen aportes a una iniciativa puntual y desafían a otros a hacer lo mismo. Lo hacen en algunos países desarrollados, aunque ninguno de los que se empapa en agua, demanda por el término de la hambruna en África, el cese de la matanza de niños palestinos, que se termine con la emisión de contaminantes que están envenenando el aire, la sobreexplotación de los recursos naturales y un largo etcétera de exigencias que podrían beneficiar al mundo entero, especialmente a aquellos países que son víctimas de la ferocidad del capital. Como no podía ser de otra manera, aparecen ya en Chile los emuladores.

¿Por qué mejor los ricos, los grandes sueldos mensuales, asquerosamente grandes para lo que es el común de los chilenos, no se ponen de acuerdo y comienza a hacer aportes para que se construyan más casas, o más y mejores hospitales en los que pueda ser atendida con prontitud y diligencia los ciudadanos, más allá del nivel de ingresos que tengan?

Por ultimo, si tiene ganas de mojarse aquí en Chile las figuras y figurines, ¿por qué no lo hacen en seco y el agua que derramarían la juntan y la llevan a lugares poblados de nuestro país que arrastran por años sequías que apenas permiten sobrevivir?

Por Manuel Ahumada Lillo

Presidente C.G.T. Chile

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