Socioanálisis del quiebre institucional de 1973

Junto al florecimiento de los ciruelos que inician la primavera en Chile aparecen sentimientos que activan recuerdos del sufrimiento nacional por el quiebre institucional que llevo a la dictadura militar en 1973

Por Mauricio Becerra

11/09/2013

Publicado en

Columnas

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Junto al florecimiento de los ciruelos que inician la primavera en Chile aparecen sentimientos que activan recuerdos del sufrimiento nacional por el quiebre institucional que llevo a la dictadura militar en 1973. Hagamos el socioanálisis de ese episodio vivido por Chile. Llamo socioanálisis a interpretar un hecho social desde conocimientos de la psiquis humana.

Estamos vivos de manera activa, sin realizar ciertas acciones uno finalmente se enferma o se muere. Esas son las necesidades básicas de la existencia del humano y la satisfacción de ellas le produce bienestar, agrado, felicidad sentido, gozo. Veámoslo en nuestras propias vidas: alimentarse, pololear, dormir, ir baño, dormir, trabajar, estudiar, protegerse del frio. La vida se rige por el placer. La no realización de las acciones que la mantienen lleva a una reacción contraria que es la frustración, y a sentimientos de displacer, desagrado, rabia, angustia, culpa que gatillan finalmente la capacidad de destruir, la agresividad para oponerse al obstáculo, o para revelarse a la situación que lo impide.

El cuerpo humano es uno solo con varias dimensiones que actúan en un movimiento simultáneo: Distinguimos la dimensión fisiológica, la instintiva, la emocional, el pensamiento y la conducta. El pensamiento y la conducta son parte de su respuesta general, en conjunto con las otras dimensiones del hombre holístico: el pensamiento responde a las necesidades que tiene la persona que piensa, es parte de los sentimientos, del estado de las necesidades y de las condiciones de quien está pensando. Refleja la realidad pero no es la realidad. La función de la mente es buscar como podría cambiarse el entorno donde vive el sujeto o la entidad para mejorar sus condiciones de vida. Lo que hace posible que se produzca una enorme diferencia entre la realidad y el pensamiento producto de una experiencia particular.

El pensamiento crea imágenes, con ellas ideas y con las ideas ideologías o ideogramas. Es natural al ser humano crear ideologías y doctrinas -que yo llamo ideogramas-, visiones de mundo, pero no son lo real. La conflagración que quebró el sistema institucional de Chile en 1973 lo muestra. Porque la inspiración de la izquierda desde Marx y Engel en 1848 “es pensamiento” nacido en la frustración de sectores pobres marginados en la post revolución industrial, por lo tanto tampoco es realidad; aunque sea funcionamiento humano creando ideas para solucionar problemas de sus necesidades de vida. Por otro lado igualmente la derecha fabrica su legítimo “pensamiento” representante de las condiciones favorables para su propio modo de existencia. Esta vendría a ser una visión sicoanalítica de ese quiebre institucional de 1973.

Como el pensamiento crea visiones de mundo que nacen de lo que ha vivido el que piensa, el mundo imaginario de cada persona y cada sector social tiene experiencias propias, sus visiones de mundo puedes ser muy diferentes y, cuando esta diferencia se acentúa se llega a la fragmentación social en la que las distintas sensibilidades, los distintos proyectos y visiones de mundo son muy difíciles de compatibilizar, se consideran enemigos destruibles, a pesar de ser una misma entidad. Una persona a veces ve aspectos propios como rechazables, destruibles, y si los elimina podría caer en cuenta que son necesarios para su existencia.

Los sectores predominantes de izquierda y los sectores predominantes de derecha llegaron a este estado de “grupocentrismo”, escisión de la sociedad en que se desconocieron absolutamente como parte de una unidad.

Esto, es un hecho permanente en la vida individual y social humana que va a pasar, ha pasado y pasara siempre bajo las mismas condiciones de manera que es absolutamente repetible.

“La estructura biológica de la codicia”.

La estructura biológica de la codicia acentúa el riego de crear visiones de mundo parciales, individuales o sectoriales, en desmedro del total, produciendo fragmentación.

Las necesidades básica de la existencia se rigen por el placer puesto que tener ciertas acciones que mantienen la vida -si o si- son emociones agradables y crean sentido. Un segundo elemento necesario que hay que comprender es que cuando hay una satisfacción, automáticamente se tiende a repetir, se tiende al hábito, que es otro de los hechos permanentes de la vida. El tercer punto es que el hábito, con tanto significado positivo para la existencia, puede convertirse en un impulso crecientemente incontrolable hasta más allá de la voluntad. Independientemente de las clases sociales, cuando esto ocurre se produce adicción al placer: a la comida, a las drogas, al juego, a las parejas, a la riqueza, al poder, y a las ideologías que es sobre lo que hablamos ahora.

Así es que los sectores populares y con pocas oportunidades luchan con su pensamiento e ideologías para satisfacer sus necesidades básicas, lograr placer y el bienestar que le da sentido y una lectura a la existencia. Pero por el segundo elemento que hemos hablado, la estructura biológica de la codicia, a medida que esa satisfacción se va produciendo se habitúa al bienestar, cosa que esta muy bien, y puede llegar por naturaleza a producirse una adicción, una compulsión, una tendencia incontrolable a ese “poder”. Es decir que a medida que los sujetos, las personas, los grupos, las clases sociales van alcanzando niveles más altos de satisfacción tienden a habituarse a ellos y empezar a subir un espiral de aspiraciones cada vez más alto que puede llegar a la compulsión y al deseo imparable de tener, de lograr.

Cuando los sectores populares desearon en los setentas en Chile mejor satisfacción a las necesidades de vida según su ideograma de izquierda, exigen y avanzan a la conquista de esa situación, que a ellos les pareció justa, tratando de distribuir la riqueza controlada por otros sectores “pudientes”. Teniendo en cuenta lo que hemos dicho, estos la defendieron también con su propia doctrina, con su propia ideología de derecha. En ambos caso el pensamiento esta actuando de acuerdo a su naturaleza: crear imaginariamente ciertas visiones de mundo que mantenga la vida, es decir el pensamiento nace de quienes tienen la necesidad y de quienes estan tratando de darle sentido a su existencia.

La sociedad equitativa

Viendo las cosas como han sido planteadas hasta aquí, para que no se produzcan estos conflictos en el individuo y entre los sectores sociales, una buena forma de prevenir, es que la sociedad entregue las mayores condiciones para satisfacer las necesidades básicas de la existencia de las personas. Porque, si el pensamiento es una de las dimensiones del ser humano quien reacciona como una totalidad tras las necesidades que mantienen su vida, sin las cuales se enferma o muera, y el sino de todos es mantenerse activamente en la existencia, tener una sociedad que facilite todos estos movimientos amorosos –digamos- es una orientación correcta, para que las ganas de vivir de la gente, puedan realizarse y no tengan que reaccionar desesperadamente y con agresividad para conservar su vida o para darle sentido.

No quise ir a la contingencia política de la verdad, justicia y reparación de lo que pasó en torno a septiembre de 1973. Pero pongo el énfasis en evitar nuevas crisis dramáticas y ello se funda en tratar de coordinar armónicamente las personas que conviven en una sociedad. Aumentar la satisfacción y el bienestar de la gente es el mejor antídoto contra la fragmentación y las conflagraciones ¿Por qué eso no ha resultado durante miles de años? Por lo que acabo de comentar, la naturaleza humana incluye la estructura biológica de la codicia, que es ansia de vivir también, y debemos saber y recordar que existe para una convivencia mejor. Ergo, no se si Chile y el mundo tengan que re-conciliarse o recién conciliarse a secas porque nunca ha habido equidad, aunque la deseamos y vive en nuestra boca.

Avelino Jiménez

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