Tejiendo comunicaciones para la Resistencia | Parte 2

Entre abril y septiembre del 2020, conmovidos aún por la magnitud y esperanza del Estallido Social que se apoderó de Chile a partir del 18 de octubre, pero también espantados con los niveles de represión y violencia ejercidas -escasamente cubiertas y frecuentemente distorsionadas por los medios tradicionales de comunicación- nos abocamos algunas semanas a analizar, […]

Por Wari

07/10/2020

Publicado en

Columnas

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Entre abril y septiembre del 2020, conmovidos aún por la magnitud y esperanza del Estallido Social que se apoderó de Chile a partir del 18 de octubre, pero también espantados con los niveles de represión y violencia ejercidas -escasamente cubiertas y frecuentemente distorsionadas por los medios tradicionales de comunicación- nos abocamos algunas semanas a analizar, estudiar, conversar y soñar sobre qué pensaban otros/as colegas y qué nuevos caminos podríamos transitar juntos, evaluando e identificando prácticas y potenciales espacios de convergencia (digitales e híbridas) en el contexto de la doble emergencia que atraviesa nuestro país (sanitaria y política)

Revisa acá la primera parte: Tejiendo Comunicaciones para la Resistencia

La verdadera seguridad

Como decía un gringo-portorriqueño, fundador de la cooperativa digital Mayfirst (Primero de Mayo, con base en Estados Unidos y México), al recordar las protestas contra la guerra de Vietnam:

«De hecho, la principal herramienta contra la opresión no es menos movilización, sino todo lo contrario, mayor movilización, porque el objetivo último de la vigilancia no es vigilar: el principal objetivo político es parar el movimiento».

Un concepto similar expresó el ex-agente de inteligencia norteamericano Edward Snowden, que desertara el año 2013 y que expusiera el escandaloso programa Prisma, al parecer aún en funcionamiento, que de manera ilegal recoge prácticamente todo el tráfico digital privado y público del planeta.

En una reciente conversación «pandémica», Snowden respondía a la pregunta de qué debiesen hacer las comunidades de activistas para cambiar las cosas y estar realmente seguras: «La única manera en que mejoran las cosas, la única manera en que podemos proteger a alguien es protegiendo a todos/as. Y la manera de hacerlo no es que los activistas detengan su accionar. Es convencer a tu vecino/a a que salga contigo y poder decir: ¡nos van a tener que arrestar a todos/as!».

¿Qué rol jugaremos los medios en las réplicas que vienen?

El poder hacer caso a Snowden y aportar a que la movilización popular continúe con la intensidad que tuvo en 2019, y que ésta logre plasmarse en cambios institucionales radicales, depende de manera crucial de los medios de comunicación. Pero ¿Cuáles medios? ¿En qué estamos los/las que decimos que somos? ¿Qué estamos dispuestos a aportar y qué a sacrificar?

Parecemos estar claramente de acuerdo en varias cosas: la urgencia del momento presente y la importancia de asumir algunos desafíos de manera conjunta: la necesidad de asegurar la sobrevivencia del medio (y ojalá también de los comunicadores); el tener que mejorar nuestras prácticas comunicacionales y aumentar la cobertura.

En la base de todo esto está el explorar y potenciar la coordinación política y material entre los medios y comunicadores.

Como lo planteara sin tapujos un colega de Prensa Opal:

«.. Absoluta y totalmente. De hecho radicalmente. Creemos que es súper necesario y no sólo necesario, casi obligatorio.»

Los caminos que se abren

Estamos seguros que, como bien decía un colega, «solos/las no vamos a lograr nada».

Pensamos que el avance de coordinación entre los medios alternativos, populares y libres, podría en parte ser facilitado por el mejor uso de tecnologías y plataformas digitales poco conocidas entre los nuestros. Como podrían ser las plataformas federadas (nuevas plataformas descentralizadas y autónomas con interconectividad entre ellas), donde pudiésemos comunicarnos e intercambiar de manera segura y autónoma (compartir transmisiones en vivo, investigaciones periodísticas conjuntas, mapas de contactos, etc.) o quizás las interesantísimas redes de internet comunitarias que en nuestros territorios (y en las comunidades Mapuche) pudiesen por fin darnos una iluminación digital real, completa, segura y autónoma de los poderes económicos y fácticos. Y aunque la legislación chilena en este tema es ambigua y pasada de moda, podrían perfectamente (los costos no son tan elevados) implementarse redes experimentales uniendo servidores autónomos en algunas comunidades en resistencia.

Resulta paradojal que en países tan cercanos geográficamente como Argentina (aunque por supuesto con una historia y cultura política distinta) no sólo existan hace años redes de internet comunitarias autónomas controladas por las propias comunidades, sino que cuenten incluso con una organización nacional y próximamente con financiamiento estatal. (Ver declaración y enlaces a redes participantes de la Cumbre Argentina de Redes Comunitarias (CARC) )

Durante los últimos años hemos estado aprendiendo a usar nuevas tecnologías para nuestra coordinación. Algunos pasos se han dado, y merecen ser reconocidos. Un aporte es la renovada página de la Red de Medios de los Pueblos  y la más reciente red, o más bien directorio y enlace digital de medios progresistas internacionales impulsada por El Ciudadano.

Los lúcidos transgresores

Pero pensamos que nuestra coordinación debiese explorar también la convergencia con otros tipos de medios, de ámbitos y soportes distintos, aunque ciertamente con coincidencia de valores. Los tiempos que transcurren, pensamos, dan para eso. Nuestra mayor y verdadera seguridad la obtendremos a medida que sigamos yendo con todo, con todas las voces, sino ¿para qué?

En la actualidad, la creación de lo que alguien osó llamar un troncal público de telecomunicaciones, nacido de la convergencia de medios diversos, de ámbitos y plataformas distintas, capaz de levantar la voz y hacerse escuchar en el mar de desinformación, podría ser nuestra única opción.

No se vislumbra en el corto plazo algún medio, sea prensa escrita, radio o televisión, capaz de establecerse como contrapeso real a los medios empresariales. Desde esta realidad, la única alternativa posible es la acción a pequeña escala de múltiples medios coordinados y articulados políticamente, tal como alguna vez se intentó hacer desde la Red de Medios de los Pueblos.

Pero esta vez habrá que ir mucho más allá. No estamos hablando de soluciones definitivas ni de largo plazo, como podrían ser nuevas políticas públicas que en la nueva constitución debieran garantizar, como el derecho a la comunicación. Esta tarea titánica y absolutamente necesaria, sin duda es tarea de todos/as, pero estamos hablando de prácticas y coordinaciones en el corto y mediano plazo, que permitan sortear las tormentas que se avecinan, vislumbrar horizontes y encaminarse a puertos seguros.

En nuestras indagaciones nos encontramos con algunas iniciativas que apuntan en los hechos a esa coordinación y convergencia entre actores claves, pero distintos, de las comunicaciones, que hacen vislumbrar un camino a seguir.

Televisión digital: más voladores de luces ¿o una nueva televisión?

Pensamos que una experiencia que merece reconocimiento es aquella de los cabros/as (y otros/as no tanto) de Santiago TV, la nueva estación de televisión digital de la Universidad de Santiago. Notable que una de las primeros estaciones de televisión digital que emiten en Chile -dando inicio finalmente a la postergada televisión digital- ponga al aire por un par de horas cada día a tres presentadores marginados de la televisión abierta, como son los conductores del programa La Voz de los Que Sobran.

Semejante programa -si bien para algunos pudiese tener visos de farándula- es una atrevida apuesta para un canal universitario, los cuales muchas veces ven a sus medios como plataformas para hacer propaganda a sus programas y facultativos. Lejos de sobrar, entonces, «La Voz de los Sobran» son necesarios y hacen falta más programas como éste, en que la universidades utilicen sus frecuencias análogas y digitales para promover verdaderos medios independientes y públicos, en el mejor sentido de la palabra, lo que implica necesariamente traspasar las paredes del aula.

Incluso quizás Santiago TV, más allá de éste y otros aciertos programáticos, debiese también ir abriéndose a dar espacios a producciones menos profesionales (aunque con niveles técnicos adecuados), para llegar también a otros sectores sociales aparte de los y las intelectuales progresistas. Siguiendo un poco el espíritu que hizo que la Usach fuese la sede elegida para el Primer Encuentro Metropolitano de Asambleas Territoriales o que la Usach haya ofrecido uno de los únicos programas académicos para dirigentes sociales.

Como nos señalara inspirado un profesor universitario experto en televisión digital:

«Es una oportunidad a lo local… esa temática también se podría articular desde una red de televisoras ya sea comunitarias o regionales, junto con las universidades, para armar un gran troncal público. Eso me hace mucho sentido: que tengas universidades del Estado, que tengas comunidades organizadas, que tengas grupos que hagan TV desde sus propias zonas y que puedas articular un discurso público desde ahí. Unir todos estos esfuerzos»

No son pocos los medios controlados por universidades. Sólo Reuch, patrocinada por el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, reúne a 21 emisoras de radio a lo largo del país. A eso hay que agregar, por lo menos, nueve concesiones de televisión digital que han logrado ganar este último tiempo, proceso a través del cual ya se han entregado 65 de 116 nuevas frecuencias en el país. Entre ellas, aparte de las de alcance regional y local, hubo cinco de carácter comunitario, otorgadas en Arica, Santiago, Malloco, Puchilemu y Concepción (mayores antecedentes de la televisión digital en https://www.tvd.cl/).

Pero no ha sido fácil para los canales digitales comunitarios. No sólo hubo que costear el largo y burocrático proceso para adjudicarse una concesión, sino también, no se ha podido organizar una red en que estén todos los canales comunitarios representados e incluso han fuertes tensiones entre grupos de una misma región.

Valiente la radio UACh

Los que sí han atinado en el sentido de darle verdadero carácter público a sus medios han sido los/las de la radio Universidad Austral de Chile en Valdivia, bajo la actual dirección del periodista Miguel Millar, de larga trayectoria en la radio alternativa (Estrella del Mar de Chiloé y ALER de Ecuador).

Que una radio universitaria «seria» abra su mente y sus ondas a comunicadores populares de la zona, abriendo no sólo los espacios académicos para juntarlos a reflexionar, sino que los micrófonos para que ellos/as hablen por sí mismos/as, es un acierto destacable de un medio con verdadera vocación pública. Lo han hecho en varias ocasiones, entre otras en el reciente Cadenazo «Macarena eres Semilla – Petu Mongeleiñ«, maratón radial de varias horas de duración, coordinada por Radio Kurruf de Chile / y re-transmitido por 24 radios y medios digitales de varios países de América Latina. El podcast se puede escuchar aquí.

Sin embargo, parece claro que las radios, especialmente las por aire, pueden jugar un rol mucho mayor, intercambiando material y compartiendo recursos. Incluso las 160 emisoras que prefieren autodefinirse como ciudadanas y que se agrupan en Anarcich, que aunque representen sectores más moderados o incluso conservadores en comparación a la Red de Medios de los Pueblos, no estuvieron exentos de los coletazos e inspiraciones de la Revuelta. ¿Y por qué no las radios locales, que suman 1.888 en FM y 147 en AM, en las que algunos/as, tales como Vicky Quevedo y su programa Foro Ciudadano, han logrado penetrar?

No hay que olvidar que durante el terremoto de 2010 la radio tradicional, saliendo por el éter, fue muchas veces el único salvavidas: en este terremoto que comenzara en 2019 (y que de seguro tendrá su seguidilla de réplicas) podría jugar también un rol central.

Bajos las actuales circunstancias, son las convergencias no solo entre nuestros medios, sino con otros sectores y soportes, los que nos pueden potenciar aún más y brindar espacios reales para ir amplificando nuestras voces.

Apañándose entre colegas

Si la radio, los nuevos canales digitales, las plataformas federadas y las redes comunitarias de internet se vislumbran como tecnologías que podrían ser útiles para la convergencia, entre las herramientas políticas un rol clave lo podría tener el Colegio de Periodistas que diera hace poco una potente señal, que es también una de las experiencias que queremos destacar. En el último par de meses, liberándose de la férrea defensa de los/las profesionales titulados/as, el Colegio se ha abierto no sólo a reconocer en los hechos, sino que a avalar a los medios y comunicadores alternativos, que también ejecutan importantes labores de comunicación. En los últimos tiempos -aparte de ser apaleados/as y detenidos/as con frecuencia en Plaza Dignidad– les han sido impuestas condiciones ridículas y draconianas para sacar un salvoconducto oficial, obligándoles no sólo a tener legalidad oficial, sino contratos y aval del Servicio de Impuestos Internos.

Ante la insólita medida el Colegio de Periodistas logró que a través de ellos (en realidad más ellas que ellos en la directiva actual), se pudiesen pedir y eventualmente otorgar salvoconductos temporales, apañando a los medios y resistiendo las medidas con que la burocracia represiva del gobierno piñerista intenta acallar los ojos y oídos que han sido testigos de los crímenes de Plaza Dignidad.

Sin embargo, estas relaciones con los medios comunitarios podrían desarrollarse mucho más. A nivel legal, por ejemplo, no fue posible en su momento entablar una querella por la imposición de nuevas condiciones para sacar salvoconductos, a pesar de la disposición del Colegio para hacerlo, debido a la falta de respuesta de los medios populares consultados.

Los locales de los Consejos Regionales, esparcidos a través de las principales ciudades del país, bien podrían ser espacios de apañe y trabajo conjunto. Los/las comunicadores/as jóvenes capacitando a los mayorcitos/as en las nuevas tecnologías de las redes sociales, pero a la vez, los/las mayores capacitando en los eternos valores del reporteo honesto, pluralista y, por supuesto, cuestionador del poder que no está nunca demás revisar y profundizar. Además de reportear e investigar en conjunto, compartiendo aliento y oficio.

Nada lo impide.

Excepto nosotros/as mismos/as.

Es que esta nueva construcción comunicacional, sucede en el contexto de hábitos políticos y de relaciones humanas añejas que dificultan la conformación de espacios de convergencia.

Lo dijo alguien alguna vez poéticamente: «Yo y mi hermano y mi pueblo venceremos nuestras propias debilidades para vencer la infamia de los poderosos». Las murallas del Santiago revuelto repitieron algo similar: «Destruir en nuestro corazón la lógica del sistema».

¿Nos seguiremos debatiendo a «golpes periodísticos», aquellos que tanto alienta el moribundo sistema? ¿O por el contrario, seguiremos construyendo mano a mano, cámara a cámara, tecla a tecla, el nuevo paisaje comunicacional que nuestro país exige?

Por Cristián Opaso y Pablo Villagra

Publicado el 6 de octubre de 2020 en Resumen.

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