Uso de drogas y farmacología

En días pasados –el 27 de agosto- en la Comisión Especial de Juventud de la Cámara de Diputados  los doctores Sergio Sánchez Bustos y Carlos Ibáñez Piña  expusieron sobre “Uso Terapéutico: Historia, Farmacología y Legislación” y “Uso no Terapéutico

Uso de drogas y farmacología

Autor: Mauricio Becerra

En días pasados –el 27 de agosto- en la Comisión Especial de Juventud de la Cámara de Diputados  los doctores Sergio Sánchez Bustos y Carlos Ibáñez Piña  expusieron sobre “Uso Terapéutico: Historia, Farmacología y Legislación” y “Uso no Terapéutico. Neurobiología y Cannabis” respectivamente, en la Jornada Temática “la Cannabis  sobre la Mesa”,  actividad la cual hay que saluda y felicitar,  ya que tal evento fue un importante aporte a uno de los mayores bienes públicos, como es el debate público bien informado de los asuntos públicos.

Si bien el análisis farmacológico y toxicológico de las sustancias psicoactivas, en este caso de la marihuana, es fundamental para entender las funciones neurobiológicas y así comprender las bases biológicas de los usos sociales que hacemos de aquellas sustancias.  Establecer los riesgos reales de su consumo abusivo y del uso crónico de la marihuana, desechar las opiniones equivocadas o tendenciosas, rescatar sus usos beneficiosos y las condiciones de su consumo terapéutico,  es tan importante para los usuarios de esa sustancia u otras similares, como lo es la información veraz sobre el uso del tabaco, el alcohol o los psicofármacos, incluso de los alimentos y bebidas en general.

No obstante, esos análisis neurobiológicos, farmacológicos y toxicológicos si bien pueden explicar como esas sustancias operan para dinamizar o inhibir el funcionamiento de los neurotransmisores, que causan en nuestro sistema nervioso central las sensaciones de tranquilidad, inquietud, placer, dolor, euforia, disforia, etc., lo que no explican esos análisis es la función de utilidad que esas sustancias tienen para sus usuarios y así controlar, o manipular, la conciencia, el ánimo, el temperamento o la conducta según sean las situaciones o entornos en los cuales la persona debe desenvolverse y actuar. La pregunta fundamental a responder con relación al uso y consumo de las sustancias psicoactivas  es el para qué las personas las usan, lo que esas sustancias le resuelven al usuario cuando las emplea, esa es su función de utilidad.

Por lo general, todos los análisis sobre le consumo de las sustancias psicoactivas y sus causas se quedan en el por qué,  en lo pasivo y padeciente,  no se pregunta por el para qué, por lo activo y útil de sus usos.

Al soslayarse el uso manipulativo que las personas hacen de las sustancias psicoactivas, la satisfacción o placer que ellas provocan en sus usuarios y que ellos esperan, se construye una representación de que quien las emplea o depende de ellas o ha caído en la adicción. Más aún en el imaginario colectivo –incluido el de expertos y políticos- se supone quien hace uso de las drogas se arriesga a convertirse, primero en un dependiente, es decir que las necesita para desenvolver su vida cotidiana, para luego derivar a ser un adicto al uso de ellas, que subordina su vida cotidiana a la consecución y consumo de la sustancia de que se trate. Cierto es que este uso abusivo y consumo adictivo puede acontecer y acontece con una parte de los usuarios, pero la mayor parte de ellos no llegan a esa situación -de hecho el 75% de quienes las han usado no lo hacen en la actualidad- y si tal cosa acontece siempre tienen la posibilidad de normalizar su consumo o de abstenerse del mismo. El esclarecimiento y el debate público sobre la función de utilidad de las sustancias psicoactivas, la capacidad de estas de satisfacer necesidades y deseos, sus usos terapéuticos y usos no terapéuticos,  simplemente recreativos, funcionales,  festivos o eufóricos, es decir para superar estados de agotamiento, inquietud o de desdicha, son informaciones claves para diseñar sistemas de prevención y control de su consumo que sean útiles para las poblaciones en riesgo de usarlas, que las usan eventualmente, que se divierten con ellas, que las necesitan para desenvolver su vida cotidiana, que depende de tal manera de ellas que deben o controlar su consumo o abandonarlo y abstenerse de hacerlo.

Las propuestas preventivas imperantes suponen que las personas usan drogas, y termina atrapadas en su dependencia, porque no están informados de los efectos adversos, deletéreos o perjudiciales para su salud biológica y mental, pero la generalización de este  supuesto de consumo es ingenua y equivocada, en general, las personas saben  por información de terceros, por experiencias conocidas o experiencias personales que hacen y que no hacen las sustancias psicoactivas.

De una manera intuitiva o plenamente racional los usuarios ya sea de café, tabaco, alcohol, psicofármacos o drogas ilícitas, hacen un análisis costo beneficio entre los riesgos y satisfacciones que su uso supone para ellos, sus entornos personales, familiares y comunitarios. Solamente a partir del reconocimiento de estos hechos será posible diseñar, implementar y ejecutar políticas racionales, científicas y humanitarias de prevención y control del consumo de drogas.

 Ibán de Rementería

Red Chilena de Reducción de Daños


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